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Durante 42 años lloró frente a la tumba de su hijo, pero ante un ataúd vacío




27/10/2017 - 09:57:11
Infobae.- Lydia Reid se sent� junto a esa tumba el d�a en que se exhumaba el cuerpo de su peque�a. Desde su funeral en 1975 hab�a ido a ese lugar casi todas las semanas, y casi siempre con flores. Pero hace unos d�as, vino con la esperanza de encontrar una respuesta.

�Estar�a su ni�a, Gary Paton, en la tumba del cementerio de Saughton de Edimburgo (Escocia)? Ella lo ten�a que saber, fuera como fuera.

Ll�malo instinto, pero algo sobre el entierro de su beb� 42 a�os antes, envuelto en una serie de circunstancias, hizo que ella no dejara de pensar en eso. Hab�a pedido permiso para la exhumaci�n. Con la ayuda de un miembro del Parlamento, finalmente lleg� el momento.

Reid vio como los operarios retiraban la tierra de la tumba. Seis metros m�s abajo apareci� el ata�d, medio desintegrado, con una placa con el nombre de su peque�a. Lo escribieron mal: "Garry".

Poco despu�s, un destacado antrop�logo forense estudi� el contenido de su interior: prendas de beb�, fragmentos de ata�d y una peque�a cruz. Pero no hab�an restos humanos. No hab�a huesos. No hab�a nada.

"Nunca hubo restos de ni�o en ese ata�d. Ni siquiera estoy segura de que est� muerta. Esa es la verdad", coment� atormentada Reid, de 68 a�os, durante una entrevista a The Washington Post.

Sus dudas iniciales sobre el entierro de Gary demostraron estar justificadas, pero con el profundo misterio surgi� un nuevo volc�n de angustia e ira.

"�Mi hija est� vivo? Tengo que ver todas las posibilidades. Mi hija podr�a estar en cualquier parte", comentaba.

Ella est� decidida a descubrir toda la verdad.

En el momento del nacimiento de Gary, Reid era una madre de 26 a�os. Rompi� aguas una noche cuando ten�a 34 semanas de embarazo. "Nunca hab�a tenido un parto prematuro. Ten�a miedo por lo que le podr�a pasar a mi hija", relataba.

Al d�a siguiente, los m�dicos realizaron una ces�rea y Gary fue llevada a una unidad de cuidados especiales. "No cre�an que fuera inteligente que la viera. No me dejaron abrazarla. As� eran las cosas en aquellos d�as", narraba.

El hospital insisti� en que ella deb�a permanecer en su casa para recuperarse de la ces�rea. Pero ella iba repetidamente a la habitaci�n de Gary para hablarle cari�osamente. "Sus ojos no eran muy diferentes a los m�os, pero eran m�s marrones", recuerda.

Gary no estaba conectada a ninguna m�quina, pero el hospital estaba "sacando pus de su est�mago d�a tras d�a". Seis d�as despu�s de su nacimiento, ella se enter� de la raz�n por la cual la peque�a estaba tan enferma, cuando le dijeron que Gary estaba siendo trasladada al Hospital de Ni�os de la ciudad para someterse a una operaci�n.

"Le hicieron una cirug�a en el intestino para extraerle el cat�ter que le hab�a puesto un m�dico. Dijeron que su coraz�n se detuvo tres veces en la mesa de operaciones. Me dijeron que ten�a un da�o cerebral traum�tico y que no podr�a recuperarse", cuenta.

En esos momentos Gary recibi� soporte vital. Cuando le preguntaron si quer�a desconectar la m�quina, ella estuvo de acuerdo. "Simplemente estuve de acuerdo. Todos �ramos muy ignorantes en aquellos d�as. Solo era una madre joven", admite.

Pero luego el hospital hizo algo raro: Gary volvi� a recibir soporte vital. Poco despu�s, unos agentes de la polic�a llamaron a la puerta de la casa de Reid, en medio de la noche, para decirle si ella sab�a que Gary estaba muerta. El hospital pidi� permiso para hacerle una autopsia, pero Reid se neg� rotundamente.

Como no estaba en el hospital cuando Gary muri�, ella insisti� en hacer un acto privado en la funeraria, conocida como St. Cuthbert"s. Lleg� con ropa de entierro para Gary, que inclu�a un chal que su madre hab�a tejido a ganchillo y un rosario que ser�a introducido en el ata�d.

"Fui al hombre que estaba en la funeraria y �l me mostr� resistencia. Me dijeron que no pod�a ver a Gary, pero yo quer�a poner la ropa de beb� a mi propia hija. Insist�", confiesa.

De hecho le mostraron un beb�, "una ni�a enorme de cabello rubio", dice. Pero Gary, nacida prematuramente, era peque�a y ten�a el cabello oscuro. Cuando ella dijo que ese beb� no era Gary, le dijeron que estaba equivocada y que ten�a una "depresi�n post natal".

"Todos me dijeron eso. Empec� a dudar de m� misma", afirma.

El d�a el entierro de Gary, ella misma llev� su peque�o ata�d a la tumba. Casi de inmediato se dio cuenta de que algo estaba mal. El ata�d era demasiado ligero como para tener un beb� adentro. "S� lo que se siente tener un beb�", narra ella.

Antes del funeral, ella estaba preocupada de que estuvieran enterrando a la ni�a equivocada. Ahora estaba preocupada porque, en realidad, parece que no estaban enterrando a ning�n beb�. Todos la despidieron. Le dijeron que nada de eso hab�a pasado. Ella estuvo de acuerdo pero ese sentimiento le "persigui� durante a�os".

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