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El prontuario de La bestia del Matadero, el ex policía que violó a 13 mujeres y aterrorizó a una región




19/12/2017 - 18:26:37
Infobae.- Un ex polic�a condenado por violaci�n aprovechaba permisos de 72 horas, que le daban por su "buen comportamiento" en prisi�n, para atacar a m�s mujeres. Tan pronto como sali� en libertad condicional, volvi� a embestir. Hasta que encontraron descabezada en un charco a una de sus v�ctimas. Para entonces, ya sumaban 13.

Infobae tuvo acceso al expediente de Levith Aldemar R�a Rodr�guez, investigado por la Fiscal�a Atl�ntico por la agresi�n de una joven en enero, en su pueblo natal; la violaci�n de una menor de edad venezolana, a inicios de diciembre; y la desaparici�n y asesinato de la estudiante Gabriela Andrea Romero Cabarcas, a finales de noviembre.

Previo al caso por el que fue sentenciado en 2010, el hombre de 30 a�os ten�a ya seis registros criminales de delitos sexuales. Y ahora que su cara empez� a salir en portadas de medios, tres mujeres m�s lo reconocieron y se acercaron a las autoridades a denunciar ataques. Las descripciones y las circunstancias "coinciden", dijo a Infobae �ngela Bedoya, directora seccional de la Fiscal�a General.

Lo apodan La bestia del Matadero. Sus golpes se extienden en varias ciudades del Caribe colombiano, pero se concentran en una guarida hecha con ramas secas en una zona rural a las afueras de Barranquilla, la capital m�s importante de la regi�n. Queda en una trocha al lado de un matadero de reses, cuyo ruido, olores y visita de aves carro�eras disimulaba sus actividades. Cerca de all� encontraron a Gabriela, flotando.

Las revelaciones

"Pedimos pena de muerte, cadena perpetua, castraci�n qu�mica para los violadores asesinos". Luz Divina Cabarcas lleva todo el d�a protestando y portando en las manos un panty blanco de su hija muerta como s�mbolo. En la ma�ana estuvo a las afueras del Centro de Servicios Judiciales de Barranquilla, y en la noche, en la Plaza de la Paz.

Desde la desaparici�n de Gabriela, el 24 de noviembre, no ha dejado de "hacer bulla", como ella misma dice. Recorri� medios de comunicaci�n, hizo marchas, plantones. A ra�z del caso de su hija se destaparon las historias de La bestia.

"Gabriela era una artista. Hac�a unas carteleras divinas, unos cosos hermosos", recuerda. Habla con Infobae entre pitos y pancartas, rodeada de unas 60 personas que la acompa�an en un plant�n. Muchos son ex compa�eros de colegio de Gabriela, otros son miembros de organizaciones civiles que han sumado su voz. "Hac�a carteleras de amor. Lo que pidieras lo pintaba a mano. Ten�a una sonrisa hermosa. Era bella".

Gabriela hab�a cumplido 18 a�os. Era viernes la �ltima vez que la vieron. Ese d�a no lleg� a sus clases de gesti�n empresarial en el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena. Tampoco regres� a su casa. Chats de Facebook apuntaban a qui�n podr�a ser la �ltima persona que la hab�a visto con vida: Levith R�a. Varias veces la hab�a invitado a salir. Al final, ella accedi� a verse con �l, ante la promesa de una oferta de trabajo para la temporada de fin de a�o.

La propuesta era para cuidar ni�os. "Por las ganas de trabajar. La envolvi� totalmente. Yo s� que mi muchacha era muy ingenua. Con las dificultades econ�micas� y ven�a diciembre", dice Luz. Parece faltarle el aire despu�s de todo lo gritado ante los micr�fonos.

Ella, de 40 a�os, ha trabajado como auxiliar de farmacias. Lleva meses desempleada. Su esposo, Harold, de 44, es conductor de gr�as en el aeropuerto. Tienen otro hijo, de 16 a�os. Viven en el barrio Vista Hermosa, de Soledad, un municipio en la periferia de Barranquilla, tejido por vecindarios que han ido brotando y acumul�ndose con la llegada de desplazados de la violencia. Luz prosigue, luego de una pausa, para despejarse dudas: "Pero no hab�a necesidad de eso. El pap� y yo solventamos".

Gabriela y Levith se habr�an encontrado en el centro comercial Metropolitano. All� pact� la cita, seg�n la conversaci�n. Justo en ese lugar, Levith secuestr� a la menor venezolana que se llev� al cambuche y viol�, seg�n las denuncias acreditadas por la Fiscal�a. Siguiendo las pistas de ese otro caso, descubrieron a Gabriela.

Ella se pintaba los labios de colores. Azul, fucsia, morado, negro. Su madre dice que era �nica. "No le importaba lo que dijeran". Su cuerpo estaba en descomposici�n cuando la hallaron. Los diagn�sticos preliminares han descartado una decapitaci�n violenta. Todo indica que la cabeza se desprendi� por la posici�n de la muerte y efecto de animales, dado que llevaba d�as en una zona pantanosa con algas.

Una pulsera artesanal en la mu�eca y una media negra de su uniforme daban se�ales de qui�n era. Al final, su familia la identific�. Nadie m�s que ella ten�a ese tatuaje de un gato en el muslo de la pierna izquierda.

Violador en serie

Hunde la quijada cuadrada en el pecho, entre los hombros. Los labios entreabiertos dejan ver los dientes apretados, mientras leen el historial de indicios a sus espaldas en la audiencia de imputaci�n de cargos.

Levith R�a sali� de la c�rcel el 5 de mayo de este a�o (2017). Pas� casi siete a�os en una prisi�n de m�xima seguridad en Valledupar, conocida como "La tramac�a" por lo grande. Lo hab�an condenado a m�s de 12 por "acceso carnal violento". Se benefici� de la ley que otorga libertad condicional a los reos que hayan cumplido las tres quintas partes de su pena, siempre que hayan observado una buena conducta en el penal. Una ley creada para descongestionar las c�rceles colombianas, agobiadas por niveles de hacinamiento que exceden un 300 por ciento de su capacidad en algunos casos.

El hecho por el que lo sentenciaron ocurri� en La Loma, un caser�o del municipio de El Paso, en el departamento de C�sar, en 2010. La Justicia corrobor� que viol� a una mujer llamada Marilyn G. La embisti� en la l�nea f�rrea, a las afueras del centro poblado, a las 3 de la ma�ana del 13 de mayo.

Solo un mes despu�s, el 23 de junio, atac� de nuevo. Esta vez fue en Valledupar, capital de C�sar. Su v�ctima, Elizabeth R., ten�a un centro de belleza y est�tica en el barrio 12 de octubre. Levith lleg� all� a las 4:30 de la tarde armado de un cuchillo. Intent� violarla dentro del spa. La mujer se defendi�, luch�. En medio de los forcejeos, tumbaron muebles. Un vendedor callejero que estaba al frente se dio cuenta de lo que suced�a y alert� a la polic�a. Fue entonces que capturaron a La bestia, en flagrancia.

Aunque lo pusieron tras las rejas, sus embestidas estaban lejos de acabar. Muriel M. es una mujer que visitaba a su hermano, preso en "La tramac�a". En una de esas visitas tuvo la desgracia de conocer a Levith. En esa �poca el ex polic�a empez� a acceder a permisos para salir de la c�rcel. Pod�a irse por 72 horas, con el compromiso de volver a seguir cumpliendo su pena. Entonces empez� a visitarla en su casa. La amenazaba con matarla a ella y a toda su familia si no ten�a sexo con �l.

Levith goz� de otro de esos permisos el primero de enero de este a�o. Volvi� al hogar de sus padres, en un pueblo del Atl�ntico. Arremeti� contra Karla Andrea Cantillo, hermana de otro patrullero de la Polic�a. Ella ha contado p�blicamente su historia. Debi� someterse a operaciones para recuperarse de los golpes de La bestia. Le parti� la quijada, le desfigur� el rostro. Cuando vio la noticia de su captura, se desmay�.

La joven de 19 a�os depart�a con amigas en las fiestas del pueblo, en el estadero Caba�a Club, ubicado al lado de un lote bald�o. En un momento necesit� usar el ba�o. Las filas estaban muy largas. Una amiga le dijo que fueran a un lugar cercano, a donde recurr�a en momentos as�. Era una finca que se hab�a quemado hac�a a�os. Karla se qued� en la puerta, mientras la otra joven orinaba entre los palos negros en un rinc�n.

Levith R�a apareci� de entre las sombras, a sus espaldas. La agarr� por el cuello, la amordaz�. "�Qu� est�s comiendo que est�s tan bonita?", le pregunt�. "�Qui�n es, qui�n es?", intentaba responder Karla. �l la cogi� por los cabellos y la arrastr�. "�R�a, d�jala, deja a mi amiga!", gritaba la otra mujer. Tom� una tabla y empez� a pegarle. Karla corri�. La bestia se sacudi�, tumb� a Karla en el piso y se le subi� encima. Empez� a besarla y a golpearla en la cara. No consegu�a bajarle el vestido. La bulla atrajo la atenci�n de un hombre que le grit�. Solo entonces, Levith huy�. Corri� a esconderse en patios cercanos. A Karla le dieron 65 d�as de incapacidad. Dice que ahora sufre un "shock nervioso" cada vez que un hombre se le acerca.

La �ltima denuncia referenciada en el prontuario de La bestia es la de una venezolana de 17 a�os, Martina G. a quien abord� el mi�rcoles 13 de diciembre en las afueras del centro Metropolitano en Soledad. Ella estaba en la puerta de una peluquer�a de su t�a, esperando que abriera el negocio. Seg�n su testimonio, el hombre la amenaz� con una pistola. La oblig� a subirse a un carro y la llev� a su cambuche en el monte, en jurisdicci�n del municipio de Malambo.

Adentro vio ropa interior femenina y masculina regada en el piso, toallas de tela, toallas sanitarias manchadas, condones, botellas. La mantuvo retenida desde las 9 de la ma�ana hasta las 2 de la tarde. La viol� tres veces. Le hizo sexo oral. La amenaz� con un cuchillo. Le rob� el celular, y le dio 2.000 pesos para que se volviera a su casa. Martina corri� y corri�, por m�s de 10 minutos. Sin voltear, como �l le dijo. Amenaz� con matarla si lo hac�a o si contaba algo.

La adolescente tom� un bus. Lleg� llorando a casa de su t�a. M�s tarde, su pap� se les uni�. Ella les cont� todo. Alrededor de las 4 de la tarde estaban en la Fiscal�a, interponiendo la denuncia. Ex�menes m�dicos sexol�gicos confirmaron el ultraje f�sico y genital sufrido por la denunciante. Corroboraron, tambi�n, la presencia de fluidos masculinos dentro de su cuerpo. Tal como ella lo dijo.

Martina describi� a su atacante como un moreno de tez clara, robusto. Record� que ten�a un tatuaje de alas en el pecho, y otro con un nombre en el brazo: Mateo. El fiscal 11 de la Unidad de Vida, Rodrigo Restrepo, record� esos tatuajes en alguien con quien hab�a hablado hac�a unos d�as. Eran los mismos que le vio a Levith. Cuando lo interrogaron por el caso de Gabriela, le pidi� que se quitara la camiseta para ver si ten�a rasgu�os. Y ah� estaban las alas.

El funcionario analizaba ese mi�rcoles el interrogatorio en su computador. La desaparici�n de Gabriela era una prioridad. Hab�a intrigantes similitudes con la nueva denuncia. Otra joven afectada y otra vez el centro comercial Metropolitano como eje de los hechos. En la pantalla hab�a desplegadas fotos de Levith, en el momento en que la joven venezolana ven�a de rendir entrevista con la psic�loga. Cuando vio su cara, Martina casi se desmaya. Empez� a gritar: "�Ese es el que me viol� a m�!"

Esa misma noche, los agentes del Cuerpo T�cnico de Investigaci�n de la Fiscal�a le pidieron a Martina que les mostrara el lugar adonde Levith la hab�a llevado. Los acompa��. Entraron con ella a la trocha, cercana al matadero. Todo encajaba. Encontraron la guarida de La bestia en el monte.

Al d�a siguiente, concentraron sus labores de b�squeda de la estudiante del Sena en la zona. En cuesti�n de horas dieron con el cuerpo que acababa la incertidumbre de Luz Divina Cabarcas para reemplazarla por una angustia infinita.

Tres veces no

Levith segu�a libre, a pesar de que lo hab�an interrogado como principal sospechoso de la desaparici�n de Gabriela, una semana antes de que la menor venezolana lo denunciara y del posterior hallazgo del cad�ver. Inspectores catearon su vivienda. No ten�an nada contra �l, m�s all� de las conversaciones de Facebook. Reconoci� que se hab�a encontrado con la estudiante en la plaza de comidas del centro comercial, pero dijo que ella "atraves� la Circunvalar y se march�", en declaraciones recogidas por el diario local El Heraldo.

La directora de la Fiscal�a seccional, �ngela Bedoya, se�ala: "�l mismo acudi� muy indignado, a preguntarnos que por qu� lo investig�bamos. Le recibimos el interrogatorio, pero en ese momento no ten�amos m�s elementos probatorios".

El panorama cambi� cuando se cruzaron los casos. Ahora, varias carpetas de evidencias se�alan en direcci�n a La bestia y hay "inferencia razonable" de su responsabilidad. Por la denuncia de la joven venezolana le imputaron cargos por acceso carnal violento agravado, secuestro simple agravado y hurto. Bedoya se�ala, adem�s, que lo procesar�n por feminicidio por la muerte de Gabriela.

Su perfil es la expresi�n m�s cruda de un fen�meno preocupante, que no cede. Los delitos sexuales crecieron en el �ltimo a�o en el Atl�ntico. A corte 30 de noviembre de 2017 iban 1.175 denuncias; son 54 casos m�s que los 1.121 de todo el a�o pasado. Solo se rese�an los ataques reportados por las v�ctimas. Lo m�s grave, quiz�, es que la mayor cantidad de ataques se registra entre ni�as de 0 a 14 a�os: 405 en el a�o.

El machismo sigue tan vivo como siempre, cabalgando a lomo de bestias como Levith.

�l naci� en Ponedera el 14 de octubre de 1987. Creci� en esa poblaci�n de la banda oriental del Atl�ntico, a unos 45 minutos de Barranquilla por carretera. De calles destapadas y arenosas y grandes casetas en torno a la plaza, a orillas del r�o Magdalena. Se llamaba inicialmente San Jos� de Puerto Alegre, pero lo renombraron en honor a las tortugas que llegaban a sus orillas a poner huevos. All� se han reportado ocho delitos sexuales en lo que va del a�o. �Cu�ntos habr�n sido por su cuenta?

El hijo de Beatriz Rodr�guez y Eduardo R�a solo prest� servicio como polic�a por dos a�os, de 2008 a 2010. Lo expulsaron de la instituci�n por las denuncias de violencia sexual. En el �ltimo tiempo vivi� en el barrio Las Gaviotas, en Soledad. No se le conoce oficio alguno.

Lo capturaron el jueves 14 de diciembre en el centro Metropolitano, donde citaba a sus v�ctimas. Cuando los agentes lo aprehendieron, dijo que se sent�a mal de salud. Se desplom�, como si se hubiera desmayado. Debieron cargarlo y llevarlo a un hospital. Un m�dico descart� cualquier afecci�n y diagnostic� que estaba en perfectas condiciones. Mediante la artima�a, se rehus� a firmar los papeles.

Sin embargo, el juez dictamin� en la audiencia del viernes 15 de diciembre que su detenci�n fue legal. Lo invitaron a confesar, a colaborar con el sistema penal acusatorio. Son 13 los casos conocidos, pero queda en el aire la pregunta de cu�ntas mujeres m�s habr�n sufrido los ataques de La bestia y no lo denunciaron por miedo.

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