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La reforma tributaria de Donald Trump: los desafíos que se abren tras su primera gran victoria legislativa




23/12/2017 - 14:40:29
Infobae.- Pocos d�as antes de que el Congreso regresara a sus sesiones ordinarias tras el receso de agosto pasado, Donald Trump inici� el d�a 30 de ese mes, con un discurso en el estado de Misuri, la campa�a por el objetivo m�s importante de su agenda presidencial: la reforma fiscal, que tiene como ejes centrales el gasto p�blico y el sistema tributario.

Ya derrotadas, por el momento, las varias propuestas formales del Partido Republicano de una reforma sanitaria para revocar y/o reemplazar el Obamacare durante el primer semestre del gobierno de Trump, la credibilidad de su Administraci�n depend�a significativamente de la implementaci�n de una pol�tica fiscal consistente que lograra, en primer lugar, reducir la carga tributaria de todos los estadounidenses.

Con respecto a este �ltimo objetivo, el proyecto final de la reforma impositiva que aprob� el Congreso esta semana parece ser relativamente exitoso. Con excepci�n de algunos residentes de clase media en estados de altos impuestos (California, Nueva York, Nueva Jersey) que posiblemente ver�n sus impuestos agravados debido a la disminuci�n de la deducci�n m�xima de sus impuestos locales y estatales (provinciales), la gran mayor�a de los estadounidenses percibir� un palpable aumento de su renta disponible.


Adem�s, la versi�n final del Senado aprobada por ambas c�maras puede jactarse de un logro adicional: la revocaci�n del mandato individual de Obamacare a partir de 2019, que obliga a todos los estadounidenses a adquirir un seguro m�dico o a pagar una multa por no colaborar con el sistema. De aqu� que los republicanos puedan atribuirse el cumplimiento parcial de otra de sus principales promesas de campa�a -la revocaci�n de Obamacare-, ya que, en rigor, el mandato individual y el mandato del empleador, que obliga a todas las compa��as con m�s de 50 trabajadores a asegurar a sus empleados, conforman la columna vertebral de la ley de salud de Barack Obama.

Curiosamente, una iniciativa similar denominada "skinny repeal" (derogaci�n delgada) que tambi�n inclu�a la eliminaci�n del mandato del empleador, fue rechazada por el Senado el pasado 28 de julio tras los votos negativos de todo el Partido Dem�crata y de los senadores republicanos Susan Collins del estado de Maine, Lisa Murkowski de Alaska y, en �ltima instancia, de John McCain de Arizona. Aunque la iniciativa fue astutamente promovida como una derogaci�n "parcial" de Obamacare, la eliminaci�n de ambos mandatos hubiera derrumbado por completo un sistema que depende de una amplia participaci�n de la ciudadan�a para poder financiar los "beneficios m�dicos esenciales" que la ley obliga cubrir a las aseguradoras a�n sin poder cobrar un precio m�s elevado a los solicitantes con enfermedades preexistentes.


Pese al costo pol�tico que signific� para el Partido Republicano la inhabilidad de aprobar, con una mayor�a en ambas c�maras legislativas, una de sus principales promesas de campa�a, al fin y al cabo quiz� resulte m�s prudente realizar una reforma tributaria antes de solucionar los problemas de salud del pa�s que, como ya se explic� en este portal, no surgen �nicamente del mismo sistema sanitario sino que est�n integralmente ligados a la pol�tica fiscal del pa�s.

Quiz�s, antes que reemplazar Obamacare, la agenda legislativa de Trump pudo haberse dirigido, desde un principio, en la reforma fiscal que en tan s�lo cuatro meses se consagr� como la primer importante victoria legislativa de su gobierno.

Las claves de la reforma

Aprovechando su mayor�a en ambas c�maras legislativas, la reforma fue tratada en el Congreso bajo un mecanismo llamado "reconciliaci�n presupuestaria" que permite aprobar leyes de impuestos, gastos y l�mites de deuda por mayor�a simple (con la mitad m�s un voto en vez de las tres quintas partes del Senado) para eludir t�cticas obstruccionistas de la oposici�n, lo que a su vez someti� a la ley a ciertas reglas y limitaciones.

Entre ellas, la m�s relevante proh�be que una ley de reconciliaci�n como la actual aumente el d�ficit por m�s de la cantidad permitida en la resoluci�n presupuestaria del a�o fiscal -1,5 billones de d�lares en un plazo de diez a�os- ni puede sumar al d�ficit presupuestario de la d�cada posterior a ese periodo. Debido a este marco reglamentario, los legisladores republicanos debieron constantemente ajustar la magnitud de sus recortes impositivos para cumplir con las exigencias matem�ticas que dicha regla impone.

Consecuentemente, varias provisiones de impuestos para contribuyentes individuales, incluyendo las nuevas tasas impositivas, entrar�n en vigor a partir de 2018 pero expirar�n en 2026, mientras que los recortes que conciernen a las corporaciones ser�n permanentes bajo la expectativa de que un futuro Congreso prolongue las modificaciones a los impuestos personales antes de su fecha de vencimiento ya que no hacerlo ser�a una decisi�n impopular.

Las nuevas tasas impositivas a la renta (impuesto a las ganancias), que previamente estaban divididas en siete tramos -10%, 15%, 25%, 28%, 33%, 35% y 39.6%-, finalmente no fueron simplificadas pero s� mayormente reducidas: 10%, 12%, 22%, 24%, 32%, 35% y 37%.

A diferencia de �stas, que volver�n a su valor previo al cabo del a�o 2025, la reforma consolid� una reducci�n permanente del 35% al 21% al impuesto de sociedades que pagan las empresas, un punto porcentual por encima del proyecto de ley original, que fue modificado para cumplir con las reglas de la reconciliaci�n presupuestaria.

El texto final de la ley tambi�n revirti�, esta vez a pedido de congresistas de estados con mayor carga impositiva que advirtieron que sus electores pod�an terminar pagando impuestos m�s altos bajo el nuevo sistema, la eliminaci�n de la deducci�n en impuestos locales y estatales (provinciales), que es valorada porque evita que los contribuyentes paguen un doble impuesto sobre sus ingresos (primero al estado y luego al gobierno federal).

La nueva ley limitar� las deducciones a un m�ximo de USD 10.000, que hasta ahora eran ilimitadas. Adem�s, mientras que las deducciones estaban inicialmente limitadas al impuesto a la propiedad en el proyecto original del Senado, con el texto definitivo los republicanos la ampliaron a todos los impuestos, incluyendo al de la renta. A�n as�, los doce republicanos que votaron en contra de la reforma en la C�mara de Representantes eran mayormente diputados de distritos de altos impuestos alegando que los impuestos de sus votantes aumentar�an incluso luego de la modificaci�n.

La deducci�n est�ndar, o la cantidad de dinero que los contribuyentes pueden eximir del impuesto sobre la renta federal, fue aumentada de USD 6.500 a 12.000 para los individuos, de USD 9.550 a USD 18.000 para cabezas de familia y de USD 13.000 a USD 24.000 para las parejas matrimoniales que declaran sus impuestos conjuntamente. Por otro lado, las exenciones personales, que pod�a significar una deducci�n de hasta USD 4.050 por cada miembro de una familia inmediata, ser�n eliminadas.

El cr�dito fiscal por hijo, una disposici�n del sistema tributario que junto a las deducciones y exenciones es particularmente beneficioso para las clases medias y bajas, fue duplicado de USD 1.000 a USD 2.000, pero mientras que anteriormente la suma era reembolsable (pod�a reducir por debajo de cero los impuestos por pagar del contribuyente), ahora ser� reembolsable hasta los USD 1.400 y sujeto a la eliminaci�n gradual.

Otro de los puntos destacados de la reforma impositiva es la reducci�n del impuesto de sucesiones: los republicanos acordaron doblar la actual cifra libre de impuestos en las herencias, que pasar� de 5,5 a 11 millones de d�lares para los ciudadanos solteros y de 11 a 22 millones para las parejas matrimoniales.

Por �ltimo, la ley permitir� una repatriaci�n �nica de los beneficios en el extranjero a una tasa del 15,5% para el efectivo y sus equivalentes y del 8% para los ingresos reinvertidos, que anteriormente estaban sometidos a un segundo impuesto (luego de pagar los impuestos internos del pa�s extranjero) del 35%. Se estima que los beneficios estadounidenses acumulados en el exterior exceden los 2,5 billones de d�lares, que equivale a alrededor del 14% del PBI estadounidense. Seg�n c�lculos de la Comisi�n de Bolsa y Valores​ de Estados Unidos, compa��as como Microsoft y Apple acumulan m�s de USD 252.000 millones y USD 128.000 millones respectivamente fuera del pa�s, mientras que los beneficios en el exterior de Cisco, Oracle, Alphabet y Johnson & Johnson suman conjuntamente m�s de USD 215.000 millones.

En oposici�n a este impuesto especial, el Partido Dem�crata sostiene que, lejos de crear nuevos trabajos o aumentar el salario real de sus empleados, la repatriaci�n de fondos del exterior ser� utilizado por las empresas para la recompra de activos o para aumentar los dividendos de sus accionistas, como sucedi� en 2004 cuando la misma medida fue promovida por la Administraci�n de George W. Bush.

Posiblemente los dem�cratas tengan raz�n: la mayor�a de las multinacionales estadounidenses ya tienen un excedente de fondos dom�sticos para realizar sus inversiones. Por otro lado, �stas mismas empresas ya realizaron una recompra de activos en los �ltimos a�os y repetir la misma estrategia una segunda vez ser�a poco probable.
Desde que Donald Trump gan� las elecciones presidenciales de 2016, la
Adem�s, cabe considerar que el presente estado de la econom�a, con el mercado burs�til marcando m�s de 70 r�cords hist�ricos en 2017, posiblemente desanime a las compa��as a comprar acciones, que jam�s han estado tan caras como lo est�n hoy. Lo cierto es que mantener un sistema que incentiva a las empresas a retener sus beneficios en el exterior no ayuda a nadie, mientras que la posibilidad de repatriar aquellos fondos genera oportunidades para crecer la econom�a nacional y se deshace de la injusticia que significa pagar un doble impuesto sobre los mismos ingresos.

Por su parte, tras la aprobaci�n de la reforma tributaria, la compa��a de telecomunicaciones AT&T anunci� que pagar� USD 1.000 en bonos a m�s de 200.000 empleados e invertir� USD 1.000 millones en el pa�s en 2018. El conglomerado de medios de comunicaci�n y proveedor de servicios de cable Comcast Corp anunci� inversiones en infraestructura por encima de los USD 50.000 millones en los pr�ximos cinco a�os, mientras que el banco Wells Fargo pact� subir su sueldo m�nimo un 11% hasta 15 d�lares por hora a partir de marzo.



El primer paso que se dio en direcci�n a la actual reforma fue la aprobaci�n el pasado 19 de octubre de un presupuesto de m�s de 4 billones de d�lares para el a�o fiscal 2018 que incluy� una serie de recortes en las facturas presupuestarias de la mayor�a de los ministerios y agencias federales que fueron compensados por un mayor aumento dirigido al gasto militar.

La medida, que fue aprobada -como es habitual con las leyes de gasto p�blico- sin mucho revuelo y con la �nica disensi�n, adem�s del Partido Dem�crata, del senador Rand Paul, implica un d�ficit presupuestario anual de al menos USD 460.000 millones. Los recortes de impuestos, por su parte, tienen proyectado subir el d�ficit fiscal por m�s de 1,5 billones de d�lares a lo largo de una d�cada.

La disminuci�n de la recaudaci�n como resultado de un recorte impositivo no deber�a distorsionar el mercado libre ya que la consecuente reducci�n del gasto gubernamental es m�s que compensado por un proporcional aumento del consumo y de la inversi�n privada que tambi�n se computan en el c�lculo del PBI. Es por eso que un recorte de impuestos que no es acompa�ado por una reducci�n proporcional del gasto p�blico "para pagar por" la ca�da de la recaudaci�n no puede considerarse un recorte real sino m�s bien como un aplazamiento de las cuentas a pagar hacia el futuro.

Si el gobierno baja los impuestos pero el gasto p�blico se mantiene por encima del nivel de recaudaci�n, las alternativas restantes para financiar a la Administraci�n y al d�ficit son la emisi�n de moneda (inflaci�n) o el endeudamiento. Estados Unidos tiene la deuda nacional m�s alta del mundo (20,6 billones de d�lares), una cifra que crece en 1 mill�n de d�lares por minuto y que supera el valor de toda la econom�a del pa�s (de aproximadamente 19,3 billones de d�lares).


Bajo estas circunstancias, es predecible que el gobierno federal busque financiar el d�ficit fiscal a trav�s de una pol�tica monetaria inflacionaria. A saber, una modificaci�n en la reforma tributaria que no llam� la atenci�n ni de los pol�ticos ni de los medios apunta a esta estrategia: la sustituci�n del �ndice de Precios al Consumidor como mecanismo oficial para medir la inflaci�n por el �ndice Encadenado, que toma en cuenta los cambios en los h�bitos del consumidor a la hora de medir la inflaci�n.

El �ndice Encadenado subestima el nivel de inflaci�n real de la econom�a porque asume que la inflaci�n no reduce la calidad de vida de un individuo si, por ejemplo, a�n puede comprar hamburguesas cuando ya no le alcanza el poder adquisitivo para comprar un bife. En consecuencia, el �ndice Encadenado incrementa el impuesto inflaci�n, un impuesto particularmente insidioso porque es oculto y regresivo (afecta mayormente a los sectores de menores ingresos). Adem�s, como las cargas impositivas siempre est�n indexadas a la inflaci�n, el �ndice Encadenado, al subestimar el nivel de inflacion real y apreciar artificialmente el nivel de ingreso personal, aceler� el ritmo al cual los individuos suben en la estructura de tramos impositivos con el paso del tiempo.

Si el gobierno federal solo est� dispuesto a promover una reforma fiscal parcial, promoviendo una reforma tributaria sin considerar la otra cara de la moneda, -el gasto p�blico-, corre el riesgo de enfrentar los mismos resultados que dicha pol�tica econ�mica ha provocado en otros pa�ses: una crisis monetaria o un default de la deuda.


La reducci�n de los impuestos -el derecho a que los contribuyentes retengan m�s de su propio dinero de la mano del Estado- nunca es el problema. El problema es el gasto p�blico desmesurado que ni los republicanos ni los dem�cratas han dado muestra de estar dispuestos a reducir.

La influencia de Estados Unidos y especialmente del d�lar en el panorama geopol�tico mundial y en el sistema financiero global podr� permitir al pa�s norteamericano sostener una pol�tica econ�mica contradictoria por m�s tiempo que otros pa�ses con mayor dependencia al mercado internacional, pero eventualmente ni los pa�ses m�s ricos y poderosos pueden evadir las leyes fundamentales de la econom�a.

Sin embargo, en tiempos en los cuales los constantes avances tecnol�gicos y otros factores que exceden el poder del Estado pueden generar expansiones econ�micas sin precedentes, "comprar tiempo" puede ser el arma secreta que permitir�, como anticipa Trump, que el crecimiento econ�mico supere las graves deficiencias fiscales que enfrenta no solo Estados Unidos sino la mayor parte del mundo.


La actual administraci�n lleva un a�o en el poder y su primer victoria legislativa, aunque lejos de ser perfecta, es bienvenida por un sector privado asfixiado por una carga tributaria insostenible que no habia sido sustancialmente reducida desde la presidencia de Ronald Reagan en los ochenta. Este �ltimo mandatario, contrariamente a la creencia popular y del propio Trump, que lo venera como un s�mbolo de responsabilidad fiscal, promovi� un significativo recorte impositivo cuyo boom econ�mico lleg� a sus l�mites ocho a�os despu�s debido al endeudamiento que caus� su negativa a bajar el gasto p�blico.

En sus ocho a�os como presidente, Reagan triplic� la deuda federal bruta, que pas� de 900.000 millones de d�lares en 1981 a 2,7 billones de d�lares en 1988. Con su incesante promesa de "drenar el pantano", esperemos que Trump no repita los mismos errores que sus predecesores.

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