Viernes 29 de marzo 2024 Contacto

La fábrica de falsos seguidores para quienes quieren ser populares en las redes




28/01/2018 - 17:04:25
Infobae.- Jessica Rychly es una joven de Minnesota que usa sus cuentras de Facebook o Twitter para hacer lo mismo que muchos adolescentes: comentar sobre sus gustos, publicar selfies de vez en cuando e interactuar con sus amigos. Pero en Twitter hay alguien que con su mismo nombre, foto y biograf�a, promociona inversiones inmobiliarias en Canad�, criptomonedas y una radio ghanesa, que sigue y retuitea cuentas en �rabe e indonesio, y que hasta promociona pornograf�a.

La falsa cuenta de Jessica pertenece a una empresa estadounidense llamada Devumi, que factur� millones de d�lares por una pr�ctica fraudulenta en las redes sociales que consiste en vender seguidores de Twitter y retuits a quienes quieran ser m�s populares en internet, pero que se basa en un delito menos inocente: una especie de robo de identidad social a gran escala. De acuerdo con una investigaci�n de peri�dico estadounidense The New York Times, Devumi cuenta con al menos 3,5 millones de cuentas automatizadas que le permitieron vender m�s de 200 millones de seguidores de Twitter (cada cuenta se vende a m�s de un cliente), de las cuales al menos 55.000 cuentas usan nombres, fotos de perfil, lugares de origen y otros detalles personales de usuarios reales de Twitter, incluidos menores de edad.

Lejos de ser un fen�meno aislado, el de los falsos seguidores de Twitter es un mercado negro floreciente. Desde gobiernos, pasando influencers y hasta empresarios, se calcula que unos 48 millones de usuarios activos de Twitter, casi el 15% de los usuarios, son cuentas automatizadas dise�adas para simular ser personas reales, aunque Twitter afirma que ese n�mero es mucho menor.

En noviembre pasado, Facebook admiti� que ten�a al menos el doble de usuarios falsos que los que cre�a, por lo que unos 60 millones de usuarios de la red social m�s popular del mundo ser�an cuentas automatizadas. Conocidas como bots, estas cuentas se utilizan para marcar tendencias, influenciar a las audiencias y operar dentro de debates pol�ticos. Mientras que es dif�cil identificar una cuenta como bot a individualmente, cuando se las examina en grupos, sin embargo, puede verse su comportamiento con patrones claros.

El comercio de seguidores falsos est� prohibido por Twitter y otras plataformas, pero son muchos los sitios de internet que, como Devumi, los venden abiertamente. Las redes sociales establecen sus propias reglas para detectar y eliminar cuentas falsas, pero como el valor de mercado de las empresas propietarias de redes sociales est� estrechamente vinculado a la cantidad de usuarios de esa red, el incentivo para salir a la caza de bots es m�s bien bajo.

Consultado por el Times, el fundador de Devumi, German Calas, neg� que vendiera seguidores falsos y dijo ignorar todo sobre el robo de identidades de usuarios reales. Sin embargo, el peri�dico estadounidense asegur� haber accedido a los registros que prueban que m�s de 200.000 clientes de la empresa -incluyendo periodistas, estrellas de reality shows, deportistas, comediantes, expositores de charlas TED, pastores y modelos- le compraron gran parte de sus seguidores. En otros casos, fueron sus empleados, agentes, compa��as de relaciones p�blicas, familiares o amigos quienes hicieron la compra. Incluso Martha Lane Fox, pionera del comercio electr�nico, integrante del parlamento brit�nico y miembro de la junta de Twitter, tiene seguidores falsos comprados a Devumi: consultada por el matutino neoyorkino, culp� de ello a un empleado pero se neg� a decir su nombre.

El precio de un seguidor falso de Twitter, una reproducci�n en YouTube o en SoundCloud o una recomendaci�n en LinkedIn ronda apenas unos centavos de d�lar.

Mientras d�a a d�a se conocen m�s revelaciones sobre noticias falsas generadas para manipular pol�ticamente elecciones o debate, los seguidores falsos son un ej�rcito que permite influir en las discusiones que se llevan a cabo en las redes sociales. Entre los clientes de Devumi a los que accedi� el NYT hay fervorosos partidarios de Donald Trump, analistas pol�ticos liberales y conservadores de la TV estadounidense, pero tambi�n pol�ticos y gobiernos de otras partes del mundo. Un editor de Xinhua, la agencia de noticias estatal del gobierno chino, pag� para conseguir cientos de miles de seguidores y retuits en Twitter. Tambi�n un asesor del presidente ecuatoriano Len�n Moreno compr� el a�o pasado decenas de miles de seguidores y de retuits para la campa�a de Moreno.

Desde Twitter explicaron al peri�dico que la empresa no suele suspender a susuarios con seguidores falsos, porque es dif�cil saber qui�n es el responsable de su compra, y se limitaron a afirmar que "luchan para responder a cualquier automatizaci�n maliciosa en nuestra plataforma, as� como cuentas falsas o de spam". A diferencia de otras redes sociales, Twitter no exige que sus cuentas est�n vinculadas a una persona de existencia real, y tiene una plataforma m�s proclive al acceso automatizado que otras redes sociales, lo que facilita la creaci�n y el control de grandes cantidades de cuentas.

Pero las cuentas falsas no s�lo se utilizan para influir en los debates p�blicos: entre los "influencers", algunas marcas llegan a pagar hasta 2000 d�lares por un solo tuit a alguien con 100.000 seguidores, mientras que alguien con un mill�n de seguidores podr�a cobrar hasta 20.000 d�lares.

Para entender mejor el negocio de Devumi, los periodistas que realizaron la investigaci�n contrataron sus servicios. Crearon una cuenta de prueba en Twitter y pagaron US$ 225 por 25.000 seguidores, alrededor de un centavo de d�lar por cada uno. Los primeros 10.000 seguidores ten�an apariencia de ser personas reales: ten�an foto, nombre completo, ciudad y una biograf�a que aparentaba ser aut�ntica. Sin embargo, ten�an detalles extra�os: las cuentas ten�an letras de m�s, usaban guion bajo o cambiaban letras buscando que el cambio pasara desapercibido, como una ele min�scula en vez de una i may�scula. Los otros 15.000 seguidores eran m�s sospechosos: no ten�an im�genes de perfil y en vez de nombres ten�an una mezcla de letras, n�meros y fragmentos de palabras. De acuerdo con un an�lisis del Times, en algunos casos un solo usuario real de Twitter fue transformado en cientos de diferentes bots, cada uno una variante con cambios m�nimos respecto al original.

Entre los clientes de Devumi hay personas de las m�s diversas profesiones. Muchas, al ser consultados por el Times, explicaron que compraron a seguidores porque ten�an curiosidad sobre c�mo funcionaba o se sintieron presionados para tener un n�mero de seguidores m�s altos. "Todos lo hacen", dijo la actriz Deirdre Lovejoy. Otros admitieron que sab�an o sospechaban que eran cuentas falsas y varios dijeron arrepentirse de la compra. Varios clientes admitieron que compraron bots porque sus carreras depend�an, en parte, de aparentar tener influencia en redes sociales.

La investigaci�n revel� que el fraude de los seguidores falsos no era tan lejano al Times: al menos cinco personas que compraron seguidores a Devumi tienen contrato con HelloSociety, una agencia para influencers propiedad del The New York Times. Lucas Peterson, periodista independiente que colabora con la secci�n de viajes del Times, tambi�n compr� seguidores de Devumi. Seg�n una vocera de la compa��a, la empresa intent� verificar que la audiencia fuera leg�tima y que no hicieran negocios con nadie que violara ese est�ndar.

El porn�grafo estadounidense Dan Leal, quien vive en Hungr�a y usa la cuenta @PornoDan, es uno de los al menos doce clientes de la industria del entretenimiento adulto que compr� unos 150.000 seguidores a Devumi. En un intercambio de emails con los periodistas que llevaron a cabo la investigaci�n, Leal dijo que la compra de seguidores le ha generado m�s que suficientes ganancias para compensar el gasto y se mostr� es�ptico de ser penalizado por Twitter. "Un sinf�n de figuras p�blicas, empresas, bandas musicales, etc., compran seguidores", escribi� y a�adi�:"Si Twitter tuviera que sacar a todos los que lo hacen no quedar�a pr�cticamente ninguno de ellos".

La empresa Devumi y su empresa matriz, Bytion, dicen tener sus oficinas en Manhattan, pero en realidad, tiene su sede en un edificio de oficinas arriba de un restaurante de comida mexicana en West Palm Beach, Florida, frente a un callej�n repleto de basureros. Su due�o, Calas, dice en su perfil de LinkedIn, que es un "empresario serial" de la industria tecnol�gica y con un posgrado del Instituto Tecnol�gico de Massachusetts (MIT) en "negocios internaciones", un posgrado que no existe en esa instituci�n. Sin embargo, la investigaci�n period�stica determin� que el hombre de 27 a�os es apenas un impostor que aprendi� dise�o web cuando era adolescente y con un t�tulo t�cnico en la universidad Palm Beach State. En 2014, en un curr�culum publicado online, dec�a tener una licenciatura en F�sica de la Universidad de Princeton en el 2000, cuando apenas ten�a unos 10 a�os, y un doctorado en ciencias computacionales del MIT, dos lugares donde nunca estuvo inscripto.

Buena parte de los empleados que se dedican a la atenci�n al cliente de Devumi est�n en Filipinas, donde �l mismo parece haber sido v�ctima del robo de su identidad social. En agosto, present� una demanda contra Ronwaldo Boado, contratista filipino que hab�a trabajado como asistente de soporte en atenci�n al cliente. Tras ser despedido, Boado hacke� un mail de Devumi en el que hab�a m�s de 170.000 solicitudes de clientes, cre� un Devumi falso con un nombre muy similar, DevumiBoost, y haci�ndose pasar por un empleado de Devumi le escribi� a cientos de clientes para decirles que sus �rdenes iban a ser procesadas por DevumiBoost. M�s tarde se hizo pasar por los clientes y cancel� las compras.

La demanda de Calas tambi�n revel� algo m�s: Devumi no hace sus propios bots, sino que los compra a un mayorista como parte de un mercado global de cuentas falsas en redes sociales.

En internet existen diversos sitios con los que los fabricantes an�nimos de bots se conectan con minoristas como Devumi. Estos sitios son menos amigables para un usuario directo. Algunos, por ejemplo, no aceptan pagos con tarjeta, solo Bitcoin. Cada sitio vende seguidores, me gusta y compartir al por mayor para diversas redes sociales en diferentes idiomas. Las cuentas que venden llegan a cambiar de manos en varias ocasiones y a ser comercializadas por m�s de un vendedor.

Seg�n un ex empleado, Devumi utilizaba bots de diferentes fabricantes seg�n el precio, la calidad y la confiabilidad.

Voceros de Twitter admitieron que la empresa no revisa de manera proactiva las cuentas para ver si son suplantaci�n de otros usuarios, pero destacaron que sus esfuerzos se enfocan en identificar y suspender cuentas que violan las pol�ticas de spam de Twitter. Binns dijo que en diciembre, por ejemplo, la compa��a identific� en promedio unas 6,4 millones de cuentas sospechosas por semana.

Sin embargo, Twitter no impuso obst�culos sencillos que ayudar�an a bloquear a los fabricantes de bots, como requerir que quien se registre para una cuenta nueva haga una prueba contra spam, como lo hacen muchos sitios comerciales. Ex empleados de la red social dijeron que el equipo de seguridad se enfoc� por a�os mucho m�s en posibles casos de abuso contra usuarios -como el contenido racista y mis�gino- y en campa�as antiacoso. Luego de las revelaciones sobre el uso bots por parte de hackers vinculados al gobierno ruso para promover noticias basura, fue que Twitter se enfoc� en el combate a las cuentas falsas. Algunos cr�ticos creen que el propio negocio de Twitter desincentiva la represi�n m�s agresivamente a los bots.

Estimados lectores: recuerden que estas noticias las pueden encontrar en nuestro Canal de Whastapp al momento de su publicación.

Sigue el canal de Hoybolivia.com en WhatsApp:
whatsapp.com/channel/0029Va8B7PQ3GJOyC41B2Q1a

Noticias Recientes de Especiales

Copyright © Hoybolivia.com Reservados. 2000- 2024