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Un peruano imprime la Wikipedia chicha




06/02/2018 - 09:38:19
El Comercio.- Al mejor estilo de la francesa Gallimard o la espa�ola Tusquets, la editorial Toribio Anyar�n Injante lleva el nombre de su propio due�o y fundador.

Coherencia para un proyecto personalizado de este emprendedor que a los 13 a�os escap� de un padrastro abusivo en el caser�o Pueblo Nuevo, en Ica, para llegar al Callao a trabajar como vendedor de caramelos, primero, y luego como comercializador de revistas tan variadas como "Selecciones", "Tarz�n" o "La peque�a Lul�".

Ah� empez� a interesarse por ese tipo de lecturas baratas y al vuelo, hasta que decidi� editar e imprimir sus propias publicaciones. Hoy, con 64 a�os, Anyar�n se ha afianzado como editor de libros, revistas y manuales en un pa�s que �dicen� no lee.

�l discrepa con esa percepci�n, aunque s� admite que la tecnolog�a y los nuevos medios han mermado sus ventas. "Ya no chorrea como antes, pero igual gotea. Internet ha afectado, por supuesto. Yo, que viajo siempre en el Metropolitano, ya no veo a casi nadie leyendo libros. Todo el mundo est� con el tel�fono en la mano", cuenta.

MODELO EDITORIAL
Las publicaciones de la editorial Anyar�n Injante son f�cilmente reconocibles por diversas razones: para empezar por su perfil eminentemente utilitario. All� est�n sus manuales de guitarra o ingl�s f�cil, el de tejido a crochet �que fue el primero que edit�, los diccionarios de sin�nimos y ant�nimos, y sus cuentos cl�sicos.

Nunca ha tenido problemas de derechos de autor, pues todo su cat�logo est� debidamente registrado en la Biblioteca Nacional e Indecopi, cuenta. "Adem�s, usamos obras que son de dominio p�blico y tambi�n trabajamos con profesores de academia y dibujantes a los que pagamos para que preparen las ediciones".

Destacan tambi�n sus revistas de entretenimiento, como el infalible diccionario de los apodos o el titulado "Los mejores chistes jam�s contados". El famoso "Manual del pendejo" no es creaci�n suya, aclara ante nuestra duda, sino de la editorial Chirre, de corte muy similar.

Otra caracter�stica inconfundible es su est�tica: una mescolanza de colores chillones, tipograf�a extravagante y efectos de Photoshop de la que se encarga su esposa, Norma Collantes, la otra cabeza de esta empresa familiar. "Ella es quien le da el toque del sabor, la vistosidad. A la gente le agradan los colores fuertes. Cuando hemos hecho dise�os m�s limpios y elegantes, no han gustado", explica.

Por �ltimo, habr�a que se�alar una cualidad peculiar de la editorial: los lectores no buscan a estos libros, sino que los libros buscan a sus lectores. La mayor�a de ellos se ofrecen a un sol en puestos ambulantes o por vendedores de transporte p�blico.

Y as�, como jugando, uno termina por interesarse por el �ltimo reglamento de tr�nsito, la gu�a de cultura general o las mejores recetas de jugoterapia para prevenir el c�ncer y vivir de forma saludable. El gancho es instant�neo.

CRUZAR FRONTERAS
Aunque no maneja cifras exactas, Anyar�n calcula que imprime unos 40.000 ejemplares al a�o de sus t�tulos m�s vendidos. De los menos solicitados, estima que unos 20.000. Quienes le compran de forma masiva son comerciantes de provincia (menciona a Puno, Cusco, Piura, Trujillo y Chiclayo como las ciudades donde m�s se mueven sus publicaciones) y tambi�n desde Bolivia y Ecuador.

Son ellos quienes llegan hasta su local en la cuadra 4 del jir�n Puno, en el Centro de Lima, para llevarse mercader�a en grandes cantidades. Y aunque la labor de impresi�n la terceriza, espera que pronto sus hijos �los destinados a heredar el negocio� puedan comprar su propia imprenta y m�quinas de corte y doblado, para de esa forma agilizar la elaboraci�n.

Adem�s de su trabajo en la editorial, Anyar�n tiene un programa musical todos los domingos de 9 a.m. a 2 p.m. en radio Victoria. Un sue�o que ten�a desde la decepci�n que sufri� a los 25 a�os, cuando le hicieron grabar en vivo un saludo de cumplea�os para su abuela que nunca sali� al aire.

Desde esa vez, iba cada ma�ana a las playas de Chorrillos a aprender locuci�n de forma autodidacta: se pon�a un l�piz debajo de la lengua, le�a uno de sus manuales de oratoria, y le hablaba al mar. Tal vez en esa persistencia es que pueden rastrearse las razones de su �xito.

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