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El espionaje español descifró el código secreto de Fernando el Católico, un enigma de 500 años




07/02/2018 - 13:17:58
Infoabe.- Hay euforia en Espa�a por el desciframiento de lo que hasta ahora era considerado "uno de los m�s importantes misterios de la Historia [de ese Reino]: el c�digo de las comunicaciones secretas entre Fernando el Cat�lico (1452-1516) y Gonzalo Fern�ndez de C�rdoba, h�roe militar cuya figura se agranda a la luz de las misivas", seg�n adelant� el diario ABC.

Eran los tiempos en que Espa�a se enfrentaba a Francia por el control del Reino de N�poles, del que ambas coronas se consideraban leg�timas due�as. Los franceses lanzaron dos grandes ofensivas contra esa regi�n de la pen�nsula it�lica. Eran tambi�n los tiempos finales del Papa Borgia (Alejandro VI, que muere en 1503), y de su hijo C�sar, jefe militar vaticano, que llevaban una pol�tica pendular, oscilando entre aliarse con Espa�a -su tierra de origen- o con Francia, a la vez que intentaban ampliar y consolidar su propio poder territorial en Roma�a.

En el terreno de las batallas, el hombre de Fernando el Cat�lico (Fernando II de Arag�n) era Gonzalo Fern�ndez de C�rdoba, llamado el "Gran Capit�n" por su valiente y eficaz desempe�o militar.

El diario ABC revela el modo en el cual el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) logr� desentra�ar este c�digo, admirable por su eficacia en proteger los secretos de Estado del esposo de Isabel la Cat�lica por m�s de cinco siglos. Si bien se conoc�an otras cartas, no cifradas, entre ambos hombres, la correspondencia sobre asuntos estrat�gicos de Fernando hab�a permanecido inescrutable hasta ahora, porque no se conservaba la tabla de sustituci�n de letras y palabras por signos que el Rey y su brazo armado usaban en las cartas e informes intercambiados durante la campa�a de N�poles.

Reconstruirla fue una tarea de expertos. Concretamente, el Ej�rcito espa�ol, custodio de esos documentos, confi� la tarea al CNI, cuyos agentes confirmaron la gran "sofisticaci�n" de este sistema de encriptado.

La historia del desciframiento del c�digo fernandino empez� en el a�o 2015, cuando el Museo del Ej�rcito, depositario de estos documentos, solicit� el auxilio de especialistas de Inteligencia para poder, al fin, acceder a un contenido hasta ahora s�lo conocido por los destinatarios.

El CNI recogi� el guante y, al cabo de m�s de dos a�os de trabajo, est� en condiciones de presentar el resultado. El material de trabajo fueron dos cartas, fechadas el 27 de mayo de 1502 y el 14 de abril de 1506, que el Museo cedi� a los expertos. En una de ellas, una peque�a pista permiti� dar con la clave: al pie de la misiva, el rey Fernando hab�a "traducido" de pu�o y letra unas pocas frases. Un "descuido" real que permiti� tirar de la punta del ovillo.

Al no tener la tabla de equivalencias de los signos, el trabajo deb�a ser deductivo, a partir de esos m�nimos fragmentos descifrados por el propio Fernando. El c�digo usado era, dicen los especialistas, muy adelantado para su tiempo, al punto que reci�n en el siglo XVII aparecen sistemas similares.

Era una �poca belicosa, en un escenario que obligaba a largos y riesgosos desplazamientos por tierra y mar, por lo que el secreto de las comunicaciones y de las estrategias era vital. A ello se aplicaron con ingenio el Rey y sus hombres, al punto que el c�digo no pudo ser descifrado hasta ahora. Se trataba de uno muy complejo que combinaba varios m�todos -desde tablas cifradoras hasta palabras con un significado oculto distinto del "normal"- y diferentes categor�as de signos -de la letra al jerogl�fico.

En el tambi�n llamado "c�digo del Gran Capit�n", para evitar que las repeticiones de signos facilitasen el descifrado, las letras y palabras m�s usadas en el espa�ol ten�an m�s de una equivalencia; en ciertos casos, hasta cinco o seis correspondencias diferentes. Es decir, no hab�a un s�lo signo para cada letra. A fin de complicar m�s el sistema, algunos signos correspond�an a combinaciones de letras. Otra dificultad es que las palabras eran escritas sin separaci�n entre ellas o con una separaci�n caprichosa.

Finalmente, un obst�culo no menor fue el castellano antiguo de estos mensajes, con muchas diferencias con el actual.

Pese a todo, partiendo de los signos conocidos gracias a la anotaci�n del Rey, las dos cartas fueron descifradas, revelando la tabla de encriptado completa: 88 s�mbolos y 237 c�digos de letras combinadas que ahora podr�n ser usadas para "traducir" el resto de la correspondencia. Esto seguramente brindar� informaci�n novedosa y precisiones sobre la etapa. Pero lo ya revelado muestra aspectos hasta ahora desconocidos acerca del v�nculo entre ambos hombres que estaban adem�s ligados por un parentesco lejano. La correspondencia entre la Corte de los Reyes Cat�licos y el Reino de N�poles era constante: informes, �rdenes, reproches� De las cartas surgen discrepancias entre el Rey y su Capit�n en torno a temas como la contrataci�n de mercenarios o enojos por decisiones inconsultas de Gonzalo de C�rdoba.

Un historiador, especialista en la trayectoria del Gran Capit�n -y bi�grafo del personaje-, Jos� Enrique Ruiz-Dom�nec, dijo a ABC que esto muestra las muchas reservas que ten�a el Rey "ante una campa�a muy peligrosa en la que se jugaba mucho". "Y las expresa de un modo diferente a lo que dec�a en documentos oficiales", agrega.

Un dato que deber�a inspirar prudencia a todos los historiadores, en especial cuando se internan en temas de Estado. Los grandes pol�ticos y estrategas suelen ser reservados sobre sus intenciones. Como dec�a Juan Domingo Per�n, "la pol�tica es un juego de vivos, en el que gana el que sabe pasar por tonto sin serlo". O "el que logra pasar por tonto durante m�s tiempo". Algo que muchos investigadores del pasado suelen olvidar, apeg�ndose a lo p�blico y "oficial".

"Vamos a tener acceso a nuevas revelaciones (�). Yo mismo tendr� que revisar mi biograf�a", admiti� por ejemplo Jos� Enrique Ruiz-Dom�nec.


Entusiasmado, anticip�: "Este logro es la llave para acceder a un nuevo fondo en el que conoceremos las intenciones reales y la cultura pol�tica del momento en el que eclosiona la �poca moderna". Ruiz-Dom�nec tambi�n conf�a en que esta investigaci�n permita descifrar otras "claves empleadas en cartas similares de G�nova y otras rep�blicas, donde era tradici�n preservar bajo c�digos las �rdenes diplom�ticas".

Las cartas confirman el genio pol�tico de Fernando el Cat�lico, pero tambi�n que el "Gran Capit�n" no le iba en zaga en ese talento. Concretamente, intuyendo una segunda y mejor pertrechada invasi�n francesa al Reino de N�poles -que tom� desprevenido al Rey-, Gonzalo de C�rdoba decide por su cuenta reclutar mercenarios para la defensa -Fernando le hab�a ordenado limitarse a defender el Faro-, previendo que, desatada la campa�a, los refuerzos desde Espa�a demorar�an en llegar.

Poco despu�s, tendr� lugar la batalla de Ceri�ola (1503) en la que, cerca de Cannas, el sitio donde An�bal hab�a derrotado a las legiones de Roma, y con la misma desventaja, Gonzalo Fern�ndez de C�rdoba obtiene una aplastante victoria para Espa�a sobre los franceses.

"De la t�ctica que puso en juego all�, nacer� la futura estrategia de los Tercios, llamada a dominar el escenario europeo durante m�s de un siglo", dice el diario espa�ol con indisimulado orgullo.

En las cartas, se espera tambi�n encontrar fundamentos para otras acciones del rey Fernando. "Gracias a lo que revelen las cartas podremos saber sus estrategias, sus temores, sus sentimientos ante esos acontecimientos que hasta ahora no hemos podido conocer", dice el historiador.

Esta expectativa es muy fundada, considerando que existen muchas otras cartas no cifradas entre ambos hombres y que �stas revelan un grado de confianza que habilita mucha franqueza. Por ejemplo, en una de esas ep�stolas sin codificar, Fernando el Cat�lico hace catarsis contra su yerno, Felipe el Hermoso, que muy pronto le disput� el reino de Castilla, y se muestra indignado por el trato que le da a su hija Juana, que pasar� a la posteridad como "la loca", en parte por obra de su propio marido. Escribe el Rey a su primo: "[Felipe] no se ha contentado con publicar por loca a la Reyna mi fija, su mujer, y enbiar ac� sobre ello escrituras firmadas de su mano, e m�s he sabido que la tienen en Flandes como presa e fuera de toda su libertad. (�) �gu�rdela Dios, ya vos vedes que devo yo sentir de todo esto, e para con vos yo disimulo por no ponerla en m�s peligro fasta traerla, si a nuestro se�or plugiere".

En otra de estas cartas, Fernando sugiere que sus soldados se casen en N�poles, una propuesta coherente con la pol�tica de mestizaje que los Reyes Cat�licos exportaron al Nuevo Mundo : "Otros�, porque es de creer que en estas guerras havr�n enbiudado muchas mugeres de todas suertes en el Reyno de N�poles, y muchas de aquellas y otras que est�n por casar, es de pensar que havr�n plazer de casarse con espa�oles, dir�is al dicho nuestro visorey que deve procurar que se casen en aquel Reyno todos los m�s espa�oles que ser pudiere, de los peones y de todas suertes, y si hay algunos lugares despoblados que se hayan de poblar que se pueblen de espa�oles".

En s�ntesis, quiz�s estas cartas obliguen a "reescribir algunos episodios importantes" de la historia espa�ola, como reflexiona el ABC, pero tal vez tambi�n permitan conocer o confirmar los fundamentos de los rasgos esenciales del Imperio espa�ol en sus tiempos de gestaci�n.

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