Domingo 19 de mayo 2024

Cuando Argentina casi se queda sin camisetas para enfrentar a Inglaterra


  • 13-03-2018
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El Espectador.- Dos d�as antes del duelo por los cuartos de final del Mundial de M�xico, en 1986, el equipo suramericano no ten�a indumentaria visitante para el duelo. Esta fue la labor de los utileros para cumplirle los caprichos a Carlos Salvador Bilardo. Diego Maradona en el saludo inicial con el arquero ingl�s Peter Shilton. Getty Images - Fifa.com Antes de viajar al Mundial de M�xico 1986, Le Coq Sportif, la marca deportiva que patrocinaba a la selecci�n de Argentina, dise�� un modelo con diminutos agujeros para mejorar la transpiraci�n de los jugadores, una prenda liviana. Fue un pedido de Carlos Salvador Bilardo, un entrenador testarudo y caprichoso, con un juicio agudo y controlador, un hombre pendiente de cada detalle, de cada movida, de cada situaci�n. Y respondiendo de manera sacrosanta a la solicitud, el dise�o de la camiseta celeste, la principal, fue tal cual la visualiz� el DT. Sin embargo, el 20 de junio de 1986, dos d�as antes del partido contra Inglaterra por los cuartos de final, la FIFA determin�, o, mejor dicho, la suerte dictamin� que el equipo suramericano jugara con su segunda indumentaria, la azul. �S�lo tenemos esta, Salvador�, le dijo el utilero al DT, que en un impulso de facilismo tom� las tijeras y empez� a cortar la camiseta tratando de emular los huecos de una prenda calada, dando a entender que era lo que quer�a para el encuentro. Bilardo no s�lo da�� un par de prendas, tambi�n puso en un dilema a toda la gente encargada de la log�stica, que tuvo que salir a las calles de la ciudad de ciudad de M�xico a buscar en cada tienda deportiva modelos similares, de la misma marca y que cumplieran con los requisitos del entrenador. (Gracias a Argentina el f�tbol es lo que es) Dispuesto a todo, el equipo de utiler�a se dividi� en dos grupos para abarcar m�s territorio. De primerazo encontraron prendas caladas, pero sin la marca, despu�s viceversa, incluso unas para jugar f�tbol americano. Con Bilardo respirando en la nuca, presionando como un miembro de la Gestapo, la situaci�n empeor�. M�s de uno no durmi� buscando la manera de solucionar el problema, de hallar lo que el estratega quer�a. Y a un d�a del encuentro, uno de los asistentes encontr� en una tienda peque�a dos modelos diferentes y de inmediato, pele�ndose el taxi con unos turistas, se las llev� a Bilardo en la concentraci�n. �No, no me gustan�, fueron las cuatro palabras displicentes con las que respondi� el entrenador, a manera de orden. Hechas las sumas y las restas, s�lo quedaban 22 horas para el partido y Argentina no ten�a indumentaria para enfrentar a los ingleses. Y mientras sal�an del camerino cabizbajos, con las prendas en las manos, arrugadas como un trapo viejo, apareci� Diego Armando Maradona, tom� una de las camisetas y sonri�. �Esta est� bien, eh, me gusta. Est� linda�. S�lo fue que el 10 diera su aprobaci�n para que Bilardo cediera, a rega�adientes, ante la aceptaci�n del grupo. Con el l�o resuelto, fue necesario buscar el escudo y los n�meros para estamparlos en las prendas. Por fortuna, el hijo de un directivo del club Am�rica, lugar que sirvi� de sede para la selecci�n, ten�a la insignia en su computadora y se comprometi� a plotear la cantidad necesaria sin cobrar un solo peso. Dos utileros buscaron los n�meros, de tono plateado gris�ceo y, con todas las camareras del hotel a su disposici�n, pasaron la noche entera con plancha en mano para que los dorsales quedaran perfectamente adheridos y sin bordes levantados. El resultado: una prenda apta para el juego, elegante, con el escudo viejo sin los laureles en la parte superior y unos n�meros de f�tbol americano. Un trabajo que pas� de ser rutinario a asfixiante, para que los futbolistas pudieran hacer lo suyo. El resto, lo que ocurri� en el partido, es historia. Lo cierto es que mucho antes del pitazo inicial, Argentina ya estaba jugando su propio encuentro, el de las famosas, odiadas y despu�s queridas camisetas azules.


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