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Las espeluznantes revelaciones de un diario secreto hallado en un castillo francés




11/06/2018 - 11:20:34
BBC Mundo.- Cuando los nuevos due�os del castillo de Picomtal, en los Alpes franceses, decidieron renovar los pisos en algunas de las habitaciones de la primera planta, hicieron un descubrimiento notable.

En la cara inferior de los listones de madera (que solo quedaron a la vista cuando los levantaron para reemplazarlos) encontraron una serie de extensos mensajes escritos con l�piz.

Fueron escritos a lo largo de varios meses entre 1880 y 1881 y estaban firmados por un tal Joachim Martin.

Martin �se hizo evidente despu�s� fue el carpintero que instal� el piso de madera para el due�o de entonces. Y, lo que dej� escrito, era una suerte de diario secreto destinado a ser le�do mucho despu�s de su muerte.

En sus 72 entradas �algunas m�s largas que otras, otras meramente factuales, otras cargadas de emoci�n� Martin relata sus pensamientos y reflexiones acerca de la vida diaria.

"Estas son las palabras de un trabajador com�n, un hombre del pueblo. �l dice algunas cosas que son muy personales, porque sabe que no van a ser le�das sino en un futuro muy lejano", se�ala el historiador Jacques-Olivier Boudon, de la Universidad de la Sorbona.

Cuatro beb�s enterrados

De hecho, es muy personal. El diario de Martin toca temas como el sexo, el crimen y la religi�n, y a veces una combinaci�n de los tres, ofreci�ndonos una visi�n muy �ntima de los entretelones de la vida en la peque�a comunidad rural de Les Crottes, en las inmediaciones del castillo.
BBC

"1880. Martin J, del pueblo Crottes. 38 a�os de edad", firmaba el carpintero en uno de los tablones.

El episodio m�s impactante gira en torno a un infanticidio, una historia que parece perseguir a Martin a�n 12 a�os despu�s de haber ocurrido.

"En 1868 pas�, a la medianoche, por la entrada de un establo. Escuch� gemidos. Era la amante de uno de mis viejos amigos que estaba dando a luz".

Con el tiempo, la mujer dio a luz a seis hijos, nos cuenta Martin, y cuatro de ellos est�n enterrados en el establo.

El carpintero deja en claro que no fue la madre quien los mat� sino su amante �su viejo amigo Benjamin� a quien Martin acusa de estar tratando ahora de seducir a su mujer.

"Este (criminal) est� ahora tratando de arruinar mi matrimonio. Con solo decir una palabra y apuntar a los establos puedo mandarlos a prisi�n. Pero no lo har�. �l es mi amigo de la infancia. Y su madre es la amante de mi padre".

Martin esperaba que alguien encontrara su diario cuando el ya estuviese muerto.

Esto, explica Boudon, quien public� un libro llamado "Los pisos de Joachim", nos permite hacernos una idea de c�mo eran las relaciones en el pueblo de una forma que ning�n texto hallado en un archivo convencional puede contar.

Martin est� horrorizado por los m�ltiples infanticidios, pero no piensa denunciarlos por las conexiones �ntimas que hay entre su familia y la de su amigo, que adem�s es su vecino.

El asesinato de los beb�s era ciertamente un delito, pero es muy posible que en una �poca en la que no exist�an los m�todos anticonceptivos, fuera una pr�ctica extendida.

Los diarios de Martin dejan ver que en lugares como Les Crottes, el infanticidio era un tema tab�. La gente sab�a que ocurr�a, pero nadie hablaba de ello.

Desahogo

Es muy posible que la presi�n por mantener el secreto fuera uno de los motivos que impuls� a Martin a confesar sus secretos en forma de diario, escondido de la vista de todos.

Otra raz�n que tambi�n pudo haberlo llevado a escribir era la furia que sent�a contra uno de los sacerdotes locales.

Actualmente el castillo est� abierto como hospedaje y sala de conferencias, recepciones y talleres.

La Tercera Rep�blica de Francia se estaba asentando despu�s de derrotar a los mon�rquicos, y en todo el pa�s comenzaban a introducirse reformas que limitaban los poderes de la Iglesia.

Martin aprovech� estas reformas, sobre todo por su animadversi�n hacia el Abad Lagier, que �l consideraba un mujeriego obsesivo que abusaba de los creyentes durante la confesi�n de sus pecados para obtener gratificaci�n sexual.

En una de las tablas de madera Martin escribi�: "Primero, me parece muy mal que se meta en nuestros asuntos de familia, preguntando c�mo uno hace el amor con su esposa" (de hecho usa una palabra m�s vulgar).

"Quiere saber cu�ntas veces al mes", dice el carpintero, y en qu� posiciones. "Habr�a que colgar a ese cerdo".

Ese mismo d�a describe al cura como un muchacho joven, que est� ah�, "coqueteando con las mujeres mientras sus pobres maridos cornudos tienen que quedarse callados".

Seg�n explica Boudon, es posible que el Abad Lagier se estuviese comportando dentro del marco de lo permitido al preguntarle a las mujeres sobre su vida sexual durante la confesi�n.

De hecho, dice el historiador, muchos curas en esa �poca lo hac�an porque ten�an el deber de convencer a las parejas de no practicar ninguna modalidad sexual que no favoreciera la concepci�n de un ni�o.

Lo que este episodio muestra es c�mo este comportamiento de los curas generaba resentimiento y c�mo contribuy� a que se generara un sentimiento anticlerical entre los parroquianos.

Les Crottes vs el Abad Lagier

Curiosamente, Boudon encontr� m�s pruebas que corroboran las tensiones en Les Crottes entre el cura y la congregaci�n.

En 1884, el viceparlamentario local recibi� una petici�n para reemplazar al abad.

Se enviaron varias cartas para respaldar la petici�n y, una de ellas (que a�n se conserva), estaba escrita por Martin.

Los firmantes argumentaban primero que el abad abusaba de las confesiones y daban a entender que su moral era dudosa. Y, segundo, afirmaban que era un m�dico extremadamente incompetente.

Cura y m�dico

Aqu� surge otro dato fascinante sobre la vida en los pueblos. Resulta ser que muchos curas p�rrocos cumpl�an tambi�n la funci�n de sanadores, para oprobio de los m�dicos.

Pero el problema era que all� no hab�a muchos m�dicos, con lo cual los curas se ocupaban con frecuencia de acompa�ar a los enfermos.

Martin y otros residentes no parec�an tener en principio un problema con ellos. Su objeci�n era que, c�mo m�dico, el abad no era bueno.

Otro hecho curioso es que los parroquianos no pidieron un cura cat�lico en reemplazo, sino uno protestante, a pesar de que en el pueblo hab�a muy pocos protestantes (de hecho la madre de Martin era una de ellos).

Esto demuestra, en opini�n de Boudon, que las distinciones que la gente hac�a entre catolicismo y protestantismo no era tan marcadas como se pensaba.

Dadas las circunstancias, la idea de tener un pastor casado (y por ello quiz�s menos libidinoso) resultaba bastante atractiva.


"Feliz mortal. Cuando me leas, ya no estar� aqu�. S� m�s inteligente que yo entre los 15 y los 25 a�os, cuando yo viv�a solo para amar, beber, hacer muy poco y gastar mucho".

De joven ganaba dinero tocando el viol�n en las fiestas de pueblo.

Pero, seg�n Boudon, el carpintero era, evidentemente, un hombre de una gran inteligencia y sensibilidad.

En su diario de madera, �l le habla directamente al lector desconocido con la esperanza de que un d�a encuentre este tesoro.

"Feliz mortal: cuando leas esto, ya no estar� aqu�", dice en alguna parte.

Y en otra: "Mi historia es corta, sincera y franca, porque nadie m�s que t� ver� mis escritos".

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