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Cómo un exmonje de 25 años mantuvo con vida a los 12 niños atrapados




10/07/2018 - 12:48:43
El Comercio.- Mae Sai. El entrenador principal del equipo de f�tbol de Tailandia pas� la ma�ana del 23 de junio instruyendo a su joven asistente para una tarea importante: cuidar a los chicos por su propia cuenta.

Esa ma�ana, Nopparat Khanthavong, el director t�cnico de 37 a�os del equipo de f�tbol Moo Pa (Jabal�es), ten�a una cita. Ekapol Chanthawong, su asistente, iba a llevar a los chicos a una cancha de f�tbol enclavada junto a la cadena monta�osa Doi Nang Non, una formaci�n con varios saltos de agua y cuevas que se extiende en la frontera entre Tailandia y Myanmar.

"Cuando salgan a recorrer el lugar, aseg�rate de andar en bicicleta detr�s de ellos, para poder seguirlos con la mirada", le escribi� Nopparat en un mensaje por Facebook que comparti� con el diario The Washington Post.

Ekapol es el entrenador del equipo de chicos, as� que Nopparat le sugiri� ir con algunos j�venes del equipo de mayores para ayudarlo a vigilar.

"Cu�date", le escribi� Nopparat. En las horas siguientes se desataron una serie de acontecimientos que cautivaron al mundo: una dram�tica b�squeda y rescate que nueve d�as m�s tarde dio con los chicos, que estaban amontonados en una peque�a elevaci�n de tierra enlodada y rodeada por el agua de la crecida. La atenci�n se concentr� en el �nico adulto, el ex monje novicio Ekapol, de 25 a�os, y en el rol que jug� tanto en esa situaci�n dif�cil como en su supervivencia.
Tailandia

Mientras contin�a la carrera desesperada para desentra�ar c�mo rescatar al grupo, algunos criticaron a Ekapol por haber llevado al equipo a la cueva. Aducen que un gran cartel en la entrada advierte sobre el riesgo de ingresar en la cueva en esta �poca cercana a la temporada de lluvias, y concluyen que Ekapol deber�a haberlo sabido.

Pero para muchas personas de Tailandia, Ekapol, que abandon� su vida mon�stica hace tres a�os y poco tiempo despu�s se incorpor� a los Jabal�es como asistente del cuerpo t�cnico, es casi una fuerza divina enviada para proteger a los chicos mientras atraviesan el calvario que les toca vivir.

En una ilustraci�n que se viraliz�, puede verse a Ekapol sentado en la posici�n de loto, como hacen los monjes en meditaci�n, con 12 peque�os jabal�es en sus brazos.

Seg�n los oficiales del rescate, Ekapol es uno de los m�s d�biles del grupo, en parte porque en los primeros d�as les dio a los chicos la raci�n de comida y de agua que llevaba consigo. Tambi�n les ense�� a los chicos a meditar y a conservar la mayor cantidad de energ�a hasta que los encontrasen.

"Si Ekapol no hubiera ido con ellos, �qu� le habr�a pasado a mi hijo?", dijo en una entrevista con un canal de televisi�n tailand�s la madre de Pornchai Khamluang, uno de los chicos de la cueva.

"Cuando salga, tendremos que ayudarlo a sanar su coraz�n. Querido Ek, yo nunca te culpar�a", dijo la mujer.

Seg�n sus amigos, Ekapol es un hu�rfano que perdi� a sus padres cuando ten�a 10 a�os. Despu�s se inici� para ser monje, pero dej� el monasterio para cuidar a su abuela enferma en Mae Sai, al norte de Tailandia. All� dividi� su tiempo trabajando como asistente en el templo del monasterio y entrenando al equipo Moo Pa, que hab�a sido recientemente conformado. Ekapol logr� construir una fuerte afinidad con los chicos, muchos de los cuales nacieron pobres o pertenecen a minor�as �tnicas sin Estado, frecuentes en esa zona fronteriza entre Myanmar y Tailandia.

"Los amaba m�s que a s� mismo", dice Joy Khampai, un amigo de larga data de Ekapol que trabaja en un stand de caf� en el monasterio de Mae Sai. "No toma, no fuma. Es una persona que se cuida y que les ense�a a los chicos a hacer lo mismo."

Ekapol ayud� a Nopparat, el director t�cnico, a dise�ar un sistema en el que la pasi�n de los chicos por el f�tbol pudiese motivarlos a destacarse acad�micamente. Si obten�an ciertas notas en la escuela, obtendr�an como recompensa objetos relacionados con el f�tbol, como tapones nuevos para sus botines o un pantal�n corto nuevo.

Ambos pasaron mucho tiempo buscando patrocinadores y utilizaron al equipo Moo Pa para demostrarles a los chicos que pod�an convertirse en algo m�s que lo que podr�a esperarse de su peque�a ciudad, y que incluso alg�n d�a podr�an llegar a ser deportistas profesionales.
Tailandia

"Les dio mucho de s� a ellos", dice Nopparat. Cuando los padres no pod�an, pasaba a buscar a los chicos y los llevaba de vuelta a sus casas, y se hac�a responsable de ellos como si fueran su propia familia.

Seg�n profesores de educaci�n f�sica de la escuela donde entrenaban, Ekapol tambi�n oblig� a los chicos a seguir un estricto programa de entrenamiento que inclu�a andar en bicicleta por las colinas que rodean Mae Sai.

Ese s�bado de hace dos semanas, Nopparat no sab�a ad�nde ir�a Ekapol con el equipo de f�tbol, pero pens� que dejarlo liderar solo a los chicos ser�a todo un aprendizaje para el ex monje.

Como el equipo de mayores de los Jabal�es ten�a un partido esa noche, Nopparat no estuvo pendiente de su tel�fono celular. Reci�n lo utiliz� a las 7 de la tarde, y descubri� que ten�a al menos 20 llamadas de los padres, que estaban preocupados porque los chicos no hab�an regresado a sus casas. Entonces llam� desesperadamente a Ekapol y a varios de los chicos, pero solo pudo hablar con Songpol Kanthawong, uno de los jugadores, de 13 a�os, cuya madre lo hab�a ido a buscar despu�s del entrenamiento.

El chico le dijo a Nopparat que el equipo se hab�a ido a explorar las cuevas de Tham Luang. El entrenador fue hasta all� enseguida, y solo encontr� bicicletas y mochilas abandonadas en la entrada, y vio que el agua se filtraba por el camino enlodado.

"Grit� "�Ek! �Ek! �Ek!"", dice Nopparat. "Se me congel� todo el cuerpo."

A trav�s de cartas y de una comunicaci�n restringida entre el entrenador, el equipo y los rescatistas que estuvieron con ellos en una peque�a c�mara de la cueva, lentamente empez� a circular informaci�n sobre el suplicio de nueve d�as de los chicos, hasta que finalmente fueron ubicados la noche del lunes.

Mientras tanto, los amigos de Ekapol empezaron a angustiarse. El entrenador ten�a la confianza total de los chicos, y era poco probable que se hubiesen adentrado a explorar las c�maras de la cueva sin �l.

"Lo conozco, y s� que se va sentir culpable", dice Joy, un amigo suyo del monasterio.

En la ma�ana del s�bado, la Marina tailandesa public� fotos de cartas escritas por el grupo a su familia y al mundo exterior. Ekapol, que traz� unos garabatos sobre un trozo de papel amarillento extra�do de un cuaderno, fue breve, pero incluy� una promesa y una disculpa.

"Prometo darles a los chicos el mejor de los cuidados", escribi�. "Quiero agradecer por todo el apoyo, y quiero pedir disculpas."

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