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El nuevo aeropuerto se asoma a la ciudad de los dioses




29/08/2018 - 18:38:12

El pais-En la sociedad mexicana afloran, cada cierto tiempo, debates que enfrentan la promesa de la modernidad con la vasta herencia prehisp�nica. Estos di�logos de M�xico con su historia suelen ser provocados por diversas razones. Puede ser el eterno impulso de regresar de Austria el penacho del emperador Moctezuma o la intenci�n de abrir una cadena de supermercados cerca de una zona arqueol�gica. Una nueva controversia planea sobre M�xico gracias a su nuevo aeropuerto. La gigantesca obra a las afueras de la Ciudad de M�xico, valorada en 13.300 millones de d�lares, proyecta su sombra sobre Teotihuac�n, la ciudad de los dioses.

Las obras del nuevo aeropuerto tienen un avance superior al 30%. Su destino, sin embargo, est� en el aire porque el presidente electo de M�xico, Andr�s Manuel L�pez Obrador, someter� su conclusi�n a una consulta ciudadana. Pero los trabajos ya han dejado una huella indeleble a 30 kil�metros al noroeste de la ciudad, en lo que fue el coraz�n del mundo mexica.

Para secar 12.500 hect�reas del h�medo subsuelo del lago de Texcoco, una regi�n que fue gobernada por Nezahualc�yotl, los ingenieros utilizan basalto, arena de r�o, tezontle y tepetate. La necesidad de surtir a la megaobra con m�s de 60 millones de metros c�bicos de estos materiales caus� una fiebre minera en diez municipios ubicados en los l�mites entre el Estado de M�xico e Hidalgo.

La extracci�n ya ha afectado a Teotihuac�n. No precisamente la zona arqueol�gica visitada por 4.1 millones de turistas el a�o pasado, sino un �rea m�s extensa que ha sido estudiada desde hace d�cadas. Arque�logos como Ren� Millon determinaron en los 60 y 70 del siglo pasado que la ciudad de los dioses se extend�a entre 22 y 25 kil�metros. Esta regi�n lleg� a tener 200.000 habitantes en su momento de esplendor, hace unos 1.700 a�os, lo que convirti� a la ciudad en la m�s grande del continente y una de las m�s extensas del mundo antiguo.

Cualquiera que se pare sobre la Calzada de los muertos, la larga avenida que lleva hasta la Pir�mide de la Luna puede ver c�mo una gran mina a cielo abierto ha desgastado el cerro Patlachique, al sur de la Pir�mide del Sol y La Ciudadela.


�Las minas han violentado un valle y un paisaje donde se encuentra por doquier el extraordinario legado de los teotihuacanos�, dice Rafael de Antu�ano, un antrop�logo social y arque�logo. �Decir que no hay da�o alguno por las minas es simpe y burda ignorancia porque es entender la ciudad como si esta fuera �nicamente lo que hoy en d�a visitan los turistas�, agrega.

Para entender lo que ha modificado la actividad extractiva de basalto y tezontle hay que comprender lo que es una pir�mide. Estas grandes construcciones no fueron impulsos arquitect�nicos de una civilizaci�n antigua sino que fueron una motivaci�n humana por imitar la naturaleza sagrada. Bernardino de Sahag�n fue uno de los primeros en explicar las edificaciones que hoy vemos en Teotihuacan:

�Y toda la gente hizo all� adoratorios, al Sol y a la Luna, despu�s hicieron muchos adoratorios menores. All� hac�an su culto y all� se establec�an los sumos sacerdotes de toda la gente� Una pir�mide es como un peque�o cerro solo que hecho a mano. Por all� hay agujeros de donde sacaron las piedras, con que hicieron las pir�mides, y as� las hicieron muy grandes, la del Sol y la Luna. Son como cerros y no es incre�ble que se diga que fueron hechas a mano�, escribi� el misionero franciscano en los C�dices matritenses, conformados por las impresiones de sus m�s viejos informantes nahuas que, a su vez, oyeron los relatos de los antiguos pobladores que llegaron desde la cuenca del r�o P�nuco a poblar la ciudad.

Antu�ano y la arque�loga Daniela L�pez explican en un escrito que las monta�as eran entidades vivas y que en su interior resid�an los antepasados y dioses responsables de asuntos tan vitales como la tierra, el agua y la fertilidad. Adem�s, los cerros eran un �veh�culo comunicante� de los tres niveles que compon�an el cosmos para los mesoamericanos: el subterr�neo, el terrestre y el celeste.

Las pir�mides eran una forma de apropiarse de lo divino. Los edificios se levantaban para imitar el entorno, eran �monta�as domesticadas�, seg�n describen los arque�logos. �En Teotihuac�n tenemos quiz� el mejor ejemplo a�n existente de ello: la impactante �continuidad� entre la Pir�mide del Sol y el cerro Patlachique�, explican. El perfil de la imponente construcci�n de la pir�mide empata perfectamente con las formas del cerro, que est� a varios kil�metros de distancia del centro ceremonial que es patrimonio cultural de la humanidad de la UNESCO desde 1987.

�No es exagerado decir que destruir esos cerros es acabar con una parte de la Ciudad de los dioses�, dicen los arque�logos. Si se agudiza la destrucci�n del Patlachique, desaparecer� para siempre la inspiraci�n de los teotihuacanos. Todo por la eterna necesidad de la transformaci�n.

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