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Tras la celebración del 10 de octubre




14/10/2018 - 09:42:49
El D�a.- El 10 de octubre se festejaron a todo trapo ideas discordantes de la democracia. El MAS la suya, es decir un principado peronista y antiliberal de mayor�as (mientras lo son, claro), basado en las simplonas arengas del Presidente; y la oposici�n la suya: liberal de prosapia y -con algunas excepciones- con un aroma hist�rico simplificador, como un antiguo manual de Derecho Pol�tico I.

Ba�o de realidad. Pensaba yo si esos eventos son para ser optimistas o esc�pticos. Al fin, ambos polos convocaron a multitudes, pero evitaron que chocaran. Y, por otro lado, son muestra de que no hay aqu� �a�n- quien le haga ascos en p�blico a la democracia, igual que un pol�tico no deja de besar beb�s en campa�a, as� se llame Herodes o Saturno (el que devora a sus hijos� como la revoluci�n).

Sin embargo, no siempre fue as� y nada garantiza que lo sea en el futuro. Mi generaci�n, por ejemplo, naci� entre dictaduras. Entonces era habitual que se aludiera a la onerosidad (�con lo que cuesta una elecci�n se construir�an varios puentes�) y al desorden democr�tico. Garc�a Meza sosten�a ufano que los militares entregaron el poder �en charola de plata� a los civiles, para que luego dejaran �el caos y la anarqu�a�. Y en un documental todav�a se ve a un polizonte de una dictadura argentina decir que el problema de la juventud es �mucha lectura�.

Para ir m�s atr�s, en los a�os 30 la democracia perdi� el sentido que se vinculaba a los partidos que recib�an tambi�n el mote de �tradicionales�. Ignacio Prudencio B., el escritor chuquisaque�o, da cuenta de que, a fines de los a�os 20 e inicios de los 30, la memoria del dictador Linares recuper� prestigio, por la regeneraci�n que un hombre fuerte podr�a imponer a un pa�s desnortado. Germ�n Busch se declar� dictador en un clima intelectual en el que ya no sonaba ingrata la mano dura.

Ahora la izquierda echa el grito al cielo -incluso la agn�stica- con raz�n por las sandeces de Bolsonaro en Brasil. Pero aunque en la izquierda no hay nada comparable, no se necesita un confesor para saber que tambi�n alberga infieles de la democracia, aunque sean pol�ticamente correctos. El h�bito de cierta izquierda de imaginar que sus causas son moralmente superiores la lleva a preferir sus sensibles fines, pero abanic�ndose en procedimientos latosos como respetar la palabra o, peor, la voluntad ajena.

Bolsonaro lleva pues a preguntarse si vivimos un ajuste de la democracia o asistimos a su quiebre, ya sin ideales delicados de pluralismo y tolerancia. En Bolivia es dif�cil especular cu�l ser�a el modelo alterno que permita gobernar sin sangre un pa�s heterog�neo, de intereses fragmentados y personalidades de grupo tan dispares. La rotaci�n de gobiernos es aqu� tambi�n un modo de que a cada cual le toque su cuota de honores, esa usual motivaci�n de nuestras disputas p�blicas. El monopolio de la pol�tica que sue�a el MAS es ponerle m�s presi�n a la olla.

Esas razones de sentido com�n no son obviamente suficientes para persuadir a nadie. A favor de quienes se estornudan en las formas democr�ticas est� su fr�gil historia. El mundo democr�tico o �republicano� de la antig�edad sucumbi�, primero entre los atenienses, a manos de la verticalista Esparta; y entre los romanos, a manos del sobrino de Julio C�sar, devenido en emperador Augusto. Por la propaganda de Shakespeare, la dictadura �popular� de Julio C�sar goza de mejor prensa que la causa �republicana� de sus asesinos. Salvo alg�n think-tank de derecha en Estados Unidos, que homenajea a Cat�n, la salvaje muerte de C�sar por los senadores complotados tiene m�s dolientes que la de sus enemigos.

El 10 de octubre marcharon hasta los hip�critas, a los que la democracia les resbala. Es que esta precisa virtudes distintas de esas que se cultivan aqu�, afines al despotismo. Por ejemplo, la sumisi�n con la que se adora al l�der, como ahora al Presidente. Una docilidad de cortesanos que no se animan a contradecirlo, aunque sus movidas para retener el poder activen de a poco a los Bolsonaros del frente. Ojal� esas tradiciones se alteraran yendo a marchar.

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