En la caravana viajan salvadoreños sin un centavo en la bolsa
05/11/2018 - 09:43:07
El Salvador.com.- Un hombre de 23 a�os, que por seguridad prefiere identificarse �nicamente como Mart�nez, caminaba con un grupo de salvadore�os que se organizaba para pagar un autob�s y ganar algunos kil�metros en la ruta.
El costo del transporte era de 60 quetzales por persona. Mart�nez no cargaba un solo centavo en su bolsillo. �No llevo nada, todo se lo dej� a mi abuela�, dijo con una mezcla entre temor y verg�enza.
�No tenga pena�, dice, y de inmediato una voz entre el grupo sugiere �reunir algo de plata para el compa�ero�, todos est�n de acuerdo y en minutos le entregan 30 d�lares a Mart�nez.
�l es un hombre que, en El salvador, trabaja de lo que puede. Vive con sus abuelos, a quienes no les dijo nada cuando se fue para no preocuparlos. �Les voy a avisar cuando ya est� en M�xico�, dice, como tratando de convencerse a s� mismo. Es reservado en sus palabras, no platica con cualquiera. Es el m�s alto de todos los que lo acompa�an, algo a� como un guardi�n, siempre va detr�s de ellos, como si los cuidara.
El mayor del grupo aparenta ser el m�s experimentado y lo acompa�a a cambiar d�lares por quetzales. �Los cambistas� hacen la transacci�n entre 6 y 7.50 por d�lar, depende del humor de cada uno se lo cambian en 7. Con dinero en mano, Mart�nez comienza a caminar detr�s de sus �camaradas�.
Sin la preocupaci�n de los bolsillos vac�os, el hombre se relaja y la timidez de sus primeras palabaras se transform� en una elocuencia casi irreconocible. �El Gobierno le vende a uno que le van a cumplir y a la hora de las horas no cumplen nada y por eso aqu� estoy�, relata mientras camina. �En El Salvador, los ricos est�n contados y a los pobres ya no nos pueden contar, de tantos que somos�, dice en tono de reclamo. �Si nos venimos algunos, nadie lo nota�, a�ade, una vez m�s, como tratando de convencerse a s� mismo.
�Si uno va a un lugar en donde son contrarios, te matan�, a�ade y cambia de tema a la disputa de pandillas y la violencia en El Salvador. Hace referencia a los peligros de cruzar a territorio de una pandilla contraria y lo compara con los riesgos de cruzar por los pa�ses en la ruta hacia Estados Unidos. �En los dos lados me pueden matar�, asegura, esta vez como restando importancia. Fue justamente esa violencia, a la que se refiere, la que oblig� a la expareja de Mart�nez a migrar a Estados Unidos junto a sus tres hijos. �l no los ve desde hace m�s de un a�o y son, de cierta forma, la raz�n de mayor peso para su viaje.
�Quiero comenzar de nuevo, quiero empezar de cero�, expresa y recuerda a su abuela. Es evidente que le pesa el no haberle dicho que se iba, pero constantemente intenta convencerse que ha hecho lo correcto. Ella cree que Mart�nez se encuentra trabajando lejos, pero siempre en El Salvador. �Este viaje lo hacemos por obligaci�n y por necesidad, no crea que es gusto de uno andar aqu�, a�ade y comienza acontar el dinero para el pasaje del autob�s que ya enciende sus motores. �Yo quisera regresarme y ganas no me faltan, pero �qu� voy a ir a hacer all�?�, dice y no queda claro qui�n debe contestar esa pregunta, incluso sus compa�eros de viaje se miran con cierta incertidumbre en el rostro.
Mart�nez viste ropa vieja desgastada, en los hombros lleva una mochila que seguramente no resistir� todo el viaje y calza unos zapatos a los que ya no les quedan los pasos necesarios para llegar hasta la frontera con Estados Unidos. Aunque hace un calor desesperante, �l lleva una chamarra amarrada en la cintura. �Es para el fr�o del norte�, dice y se la ajusta m�s. �Mire, nosotros somos trabajadores, no haraganes como dicen en El Salvador, no nos vamos por eso�, dice y acelera el paso. Se despide con un gesto y se sube al autob�s que ahora ya puede pagar.