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Chernobyl: el final de un extraordinario experimento de tres décadas




18/02/2019 - 15:53:09
BBC.- "Este lugar es m�s de la mitad de mi vida", dice Gennady Laptev. El cient�fico ucraniano de hombros anchos sonr�e con melancol�a mientras nos encontramos en el terreno ahora seco de lo que era el estanque de refrigeraci�n de la central nuclear de Chernobyl.

"Ten�a solo 25 a�os cuando comenc� mi trabajo aqu� como liquidador. Ahora, tengo casi 60".

Hubo miles de liquidadores, trabajadores que vinieron aqu� como parte de la gigantesca operaci�n de limpieza despu�s de la explosi�n de 1986. El peor accidente nuclear de la historia.

C�mo es de cerca el �sarc�fago� gigante de Chernobyl, que encerrar� los residuos nucleares m�s peligrosos del mundo

Gennady me muestra una plataforma del tama�o de una mesa de caf�, instalada aqu� para recoger el polvo. El lecho de este reservorio se sec� cuando las bombas que tomaban agua del r�o cercano finalmente se apagaron en 2014; 14 a�os despu�s de que se cerraran los tres reactores restantes.

Analizar el polvo en busca de contaminaci�n radiactiva es solo una peque�a parte del estudio, que dura varias d�cadas, de esta vasta �rea abandonada. El accidente convirti� este paisaje en un laboratorio gigante y contaminado, donde cientos de cient�ficos han trabajado para descubrir c�mo un entorno se recupera de una cat�strofe nuclear.

El experimento que se convirti� en una cat�strofe global
Image caption El reactor da�ado est� ahora sepultado por una sarc�fago de acero mientras las gr�as desmantelan los restos radioactivos que est�n dentro.

El 26 de abril de 1986, a la 1:23 am, los ingenieros cortaron la corriente el�ctrica de algunos sistemas en el reactor n�mero 4 de la central nuclear de Chernobyl. Fue un punto cr�tico en una prueba para comprender lo que suceder�a durante un apag�n. Lo que los ingenieros no sab�an era que el reactor ya era inestable.

El corte redujo la velocidad de las turbinas que conduc�an el agua de refrigeraci�n al reactor. Como menos agua se convirti� en m�s vapor, la presi�n en el interior aument�. Cuando los operadores se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y trataron de apagar el reactor, ya era demasiado tarde.

Una explosi�n de vapor hizo volar la tapa del reactor, exponiendo el n�cleo a la atm�sfera. Dos personas en la planta murieron y, como el aire aliment� un incendio que ardi� durante 10 d�as, el viento transport� una nube de humo y polvo radioactivo alrededor de Europa.

Los primeros trabajadores de emergencia entraron apresuradamente mientras sal�a humo letal hacia afuera. De los 134 que fueron diagnosticados con enfermedad de radiaci�n aguda, 28 murieron en cuesti�n de meses. Al menos 19 han muerto desde entonces.

Gennady, cient�fico ambiental, comenz� a trabajar en la zona solo tres meses despu�s de la evacuaci�n. "Sol�amos volar en helic�ptero todos los d�as desde Kiev", explica, "para recoger muestras de agua y suelo".
As� se instal� la enorme c�pula de protecci�n sobre un reactor nuclear de Chernobyl

"Lo importante era comprender el alcance de la contaminaci�n, dibujar los primeros mapas de la zona de exclusi�n".

Hoy en d�a, esa zona abarca Ucrania y Bielorrusia. Cubre m�s de 4.000 kil�metros cuadrados, m�s del doble del tama�o de Londres. Todos los pueblos dentro de un radio de 30 kil�metros de la planta fueron evacuados y abandonados; no se le permiti� a nadie regresar a vivir all�.

En una parte externa y olvidada de la zona de exclusi�n, se permiti� a la gente tranquilamente regresar a casa unos meses despu�s del desastre.

A diferencia de la "zona de 30 kil�metros", ning�n punto de control impide la entrada a esta �rea semi abandonada. Narodichi, una ciudad de m�s de 2.500 habitantes, se encuentra dentro de esa zona m�s distante. Reglas estrictas gobiernan este distrito oficialmente contaminado; en la zona de exclusi�n no debe cultivarse para producir alimentos y no puede desarrollarse.

Sin embargo, hoy en d�a, esta parte de Ucrania no se puede delinear f�cilmente en dos categor�as: contaminada o limpia. Las investigaciones han demostrado que las consecuencias de Chernobyl son m�s complejas, y el paisaje aqu� es mucho m�s extra�o, y m�s interesante, de lo que parecer�an indicar las estrictas reglas de "no tocar" en Narodichi.

El miedo a la radiaci�n podr�a en realidad estar perjudicando a la gente de Narodichi mucho m�s que la radiaci�n en s�.
"Estamos recibiendo menos radiaci�n aqu� que en el avi�n"

Sobre el hombro de Gennady puedo ver la planta nuclear, a menos de un kil�metro de distancia del embalse en el que estamos parados. Brillante bajo la luz del sol est� el inmenso protector de acero que es el nuevo sarc�fago de Chernobyl, el que ahora sepulta a la unidad 4. Se desliz� sobre el epicentro del accidente en 2016. Debajo, gr�as rob�ticas est�n desmantelando restos radioactivos de 33 a�os.

El profesor Jim Smith de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, colega de Gennady, es un cient�fico que ha estudiado las consecuencias del desastre desde 1990. Aqu�, en uno de sus numerosos viajes de investigaci�n a la zona, me muestra un dos�metro, un aparato de pl�stico negro del tama�o de un tel�fono que lleva durante la visita.

Mide la dosis externa de radiaci�n que recibe del medio ambiente. Los �tomos del polvo de combustible nuclear que se dispersaron aqu� por la explosi�n de 1986 se est�n destruyendo espont�neamente. Est�n emitiendo rayos de alta energ�a mientras lo hacen, y el dos�metro de Jim detecta la dosis de los que recibimos cada hora.

Las lecturas son en unidades (llamadas microsieverts) que solo tienen sentido para m� en el contexto de otras relativas "actividades radiactivas". En un punto en el medio del vuelo a Kiev, por ejemplo, su dos�metro le�a 1,8 microsieverts por hora.

"Actualmente es 0,6", dice Jim. "Eso es aproximadamente [un tercio] de lo que obtuvimos en el vuelo".

Con la infame planta de energ�a visible en el fondo, estoy incr�dula. Pero, explica Jim, vivimos en un planeta radioactivo: la radiactividad natural est� a nuestro alrededor. "Viene de los rayos del sol, de los alimentos que comemos, de la Tierra", dice.

Es por eso que, a 12.000 metros de altura en un avi�n de pasajeros, con menos protecci�n de la atm�sfera de la Tierra, recibimos una dosis m�s alta.

"S�, la zona de exclusi�n est� contaminada", me dice, "pero si lo pusi�ramos en un mapa de dosis de radiaci�n en todo el mundo, solo se destacar�an los peque�os focos".

"La radiactividad natural est� a nuestro alrededor: var�a de un pa�s a otro, de un lugar a otro. La mayor parte del �rea de la zona de exclusi�n genera tasas de radiaci�n m�s bajas que muchas �reas de radiactividad natural en el mundo".
"No debes estar en los puntos calientes por mucho tiempo"

Si bien el l�mite de la zona de exclusi�n no ha cambiado, el paisaje s� lo ha hecho, casi de manera irreconocible. Donde la gente fue expulsada, la naturaleza tom� su lugar. La naturaleza salvaje, combinada con edificios abandonados, granjas y pueblos, da un sentido post-apocal�ptico.

Jim y sus colegas pasan sus d�as aqu� recolectando muestras y colocando c�maras y grabadoras de audio, que recopilan informaci�n en silencio sobre qu� vida silvestre habita en este lugar post-humano y c�mo le afecta la radiaci�n.

En el segundo d�a de nuestro viaje a la zona, sigo al equipo en el Bosque Rojo. Este es un punto caliente de la zona de exclusi�n que, debido a la direcci�n de los vientos en 1986, se llev� la peor parte de la lluvia de material radioactivo.

Nos ponemos trajes protectores para evitar contaminar nuestra ropa.

En el bosque, el dos�metro de Jim lee 35, casi 60 veces la dosis externa que recibimos en el estanque de enfriamiento.

"No debemos estar aqu� por mucho tiempo", dice Jim. �l y el equipo recogen sus muestras de suelo r�pidamente, toman algunas fotograf�as y regresan al auto.

En el pueblo abandonado de Burayakovka, a poco m�s de 10 kil�metros de la central el�ctrica, el enfoque es muy diferente. Jim y el equipo se toman su tiempo para explorar el �rea. El dos�metro lee 1,0, todav�a menos que en el vuelo.

Dentro de una casa de madera peque�a, derruida pero todav�a colorida, se puede apreciar la triste verdad de lo que la gente perdi� aqu� tan repentinamente. Un abrigo que todav�a cuelga sobre el brazo de una silla est� cubierto por tres d�cadas de polvo.

Pero lo que la gente dej� atr�s, a trav�s de la agricultura y la jardiner�a, se ha convertido en un h�bitat extra�amente rico para los animales salvajes. Estudios a largo plazo han demostrado que hay m�s vida silvestre en las aldeas abandonadas que en cualquier otro lugar de la zona. Aqu� se ven osos pardos, linces y jabal�es.

La doctora Maryna Shkvyria, investigadora del zool�gico de Kiev, ha pasado a�os rastreando y estudiando a los mam�feros m�s grandes que se mudaron aqu� cuando la gente se fue.

Hay estudios que sugieren que las aves en las �reas m�s contaminadas muestran signos de da�os en su ADN, pero el trabajo de Maryna se agrega a un cat�logo de investigaciones que sugiere que la vida silvestre est� prosperando en gran parte de la zona de exclusi�n.

Los lobos de Chernobyl, dice ella, son un ejemplo particularmente sorprendente.

"Despu�s de 15 a�os de estudiarlos, tenemos mucha informaci�n sobre su comportamiento", explica Maryna. "Y el lobo de Chernobyl es uno de los lobos m�s naturales de Ucrania".
800.000 - 16.000.000 �Sv Dosis de radiaci�n de los primeros que atendieron la emergencia en Chernobyl.
7.000.000 - 10.000.000 �Sv Dosis de radiaci�n instant�nea: v�mitos, sangrado interno, muerte en 2 semanas
3.500.000 - 5.000.000 �Sv 50% de probabilidad de morir en los siguientes 60 d�as si no se trata
680.000 �Sv La dosis m�s alta recibida por un trabajador en el desastre de Fukushima en 2011
350.000 uSv Tasa de dosis externa total aproximada si viviste en el �rea del "Bosque Rojo" de Chernobyl durante un a�o
20.000 �Sv L�mite anual de dosis de radiaci�n para trabajadores nucleares en Europa
10.000 �Sv Radiaci�n instant�nea en una tomograf�a computarizada de cuerpo entero
3.100 �Sv Radiaci�n anual de fondo por fuentes naturales en Estados Unidos.
1.000 �Sv Dosis anual aproximada por encima del fondo natural para las personas que viven en las partes menos contaminadas de la Zona de Exclusi�n de Chernobyl
60 �Sv Dosis de radiaci�n de un vuelo de Londres a Los �ngeles.

Por "natural" se refiere a que hay muy poca "comida humana" en la dieta de los lobos. "Por lo general, los lobos est�n alrededor de los asentamientos humanos", explica Maryna. "Pueden comer ganado, cosechas y desperdiciar alimentos, incluso mascotas". Pero no aqu�, donde los lobos cazan presas salvajes.

Los lobos de Chernobyl se alimentan de ciervos e incluso capturan peces. Algunas im�genes, capturadas por c�maras trampa, revelan h�bitos diet�ticos m�s suaves. Los lobos han sido vistos comiendo fruta de alrededor de los �rboles que sol�an formar parte de los huertos de la gente.

Hay un grupo de animales que ha hecho de la zona su hogar y que, estrictamente hablando, no deber�a estar aqu�.

En 1998, zo�logos ucranianos liberaron en la zona una manada de 30 caballos de Przewalski en peligro de extinci�n. El objetivo era que los caballos pastasen la vegetaci�n exhuberante y redujeran el riesgo de incendios forestales. Ahora hay alrededor de 60 de ellos, en reba�os dispersos por Ucrania y Bielorrusia.

Son nativos de las llanuras abiertas de Mongolia, por lo que bosques salpicados de edificios abandonados no deber�an ser un h�bitat ideal. "Pero realmente est�n usando los bosques", explica Maryna. "Incluso colocamos c�maras de captura en viejos establos y edificios y las est�n usando para [refugiarse] contra los mosquitos y el calor.

"Incluso se acuestan y duermen dentro, se est�n adaptando a la zona".
"Puedes tomar vodka de cereza; lo hice yo"

La vida silvestre podr�a estar aprovechando al m�ximo lo que gradualmente se ha convertido en una reserva natural post-humana, pero no todos los pueblos quedaron abandonados para que los animales los reclamaran. Algunas personas a�n viven aqu�, en lo profundo de la zona de 30 kil�metros.


En mi cuarto d�a aqu�, visitamos la casa de Mar�a. Ella est� afuera en su jard�n cuando llegamos a la puerta y, mientras trato de presentarme con algunas palabras en ucraniano, me interrumpe y me envuelve en un c�lido abrazo y me besa en la mejilla.

Hoy es su 78 cumplea�os. Nos est� esperando y ha preparado un desayuno de celebraci�n.

Mar�a nos acompa�a a m�, Jim, su colega Mike y nuestro int�rprete, Denis, a una mesa de madera debajo de un �rbol frutal.

Es un d�a gloriosamente soleado y agradablemente c�lido incluso a las 9 am. Mar�a comienza a traer comida: grasa de cerdo, un pescado entero, salchichas en rodajas y papas caseras al vapor. Hay dos botellas de lo que parecen ser bebidas alcoh�licas: una incolora, una roja oscura.

"Si no te gusta este vodka, puedes tomar el de cereza, lo hice yo", dice.

Mar�a y sus vecinos conforman una peque�a comunidad de solo 15 personas. Cada uno de estos "auto-colonos", como se les conoce, viajaron de regreso a trav�s de una frontera poco controlada de zona de exclusi�n y reclamaron sus hogares en 1986.


Casi todas las familias obligadas a irse de aqu� recibieron un apartamento en una ciudad o pueblo cercano. Para Mar�a y su madre, sin embargo, esta casa de campo envuelta de un jard�n era su hogar. Se negaron a abandonarlo.

"No se nos permit�a regresar, pero yo segu� a mi madre", recuerda Mar�a. "Ella ten�a 88 a�os en aquel entonces. Segu�a diciendo: "Ir�, ir�". Simplemente la segu�".

Hay alrededor de 200 auto-colonos que viven en la zona y, para esta poblaci�n envejecida aislada del resto del pa�s, la vida no es f�cil, seg�n Mar�a.

"Todos somos muy viejos", me dice. "Y tomamos cada d�a como viene".

"Me siento llena de vida cuando mis hijos vienen a visitarme desde Kiev. De lo contrario, no es tan interesante vivir aqu�. Pero sabes, esta es nuestra tierra, nuestra patria. Es insustituible".

Suena el tel�fono celular de Mar�a y me sorprende la incongruencia de nuestra diminuta abuelita anfitriona, parada en su jard�n dentro de la zona de exclusi�n, al parecer tratando de terminar la llamada de su hija. �Est� ocupada con sus visitantes de la BBC!

Remota como es, es una comunidad �ntima. Mientras nos sentamos en el jard�n (bebiendo el vodka de cereza a insistencia de Mar�a), su vecina llega con un regalo de cumplea�os. Se sienta en el banco cerca de la puerta del jard�n; no puede caminar demasiado lejos.

Sin embargo, los auto-colonos son una peque�a minor�a. La mayor�a de las personas que perdieron sus hogares aqu� no tienen ninguna esperanza de poder regresar.


La mayor�a de ellos viv�an en Pripyat, una verdadera ciudad de ensue�o sovi�tica, dise�ada especialmente para los trabajadores de las centrales el�ctricas. A pocos kil�metros de la planta, esta ciudad de 50.000 personas se vaci� de la noche a la ma�ana. No se permiti� regresar a nadie; ahora es el arquetipo de una ciudad fantasma del siglo XX.

Sin embargo, recientemente se consider� que Pripyat era segura para visitar durante per�odos cortos y se ha convertido en una de las atracciones tur�sticas de las que m�s se habla en Ucrania. Aproximadamente 60.000 personas visitaron la zona de exclusi�n el a�o pasado, con ganas de presenciar su dram�tica decadencia.


Su sombr�a notoriedad la ha convertido en el tema de cierta exhibici�n oscura en las redes sociales. Busque #chernobyl en Instagram y encontrar�, entre paisajes interesantes y fotos tur�sticas, im�genes de personajes disfrazados y an�nimos, que a veces llevan m�scaras antig�s o sostienen mu�ecos de aspecto espeluznante mirando a la c�mara.
"Dile a la gente que Chernobyl no es un lugar tan horrible"

La ciudad de Chernobyl, que confusamente est� bastante m�s lejos de la central el�ctrica que Pripyat, se encuentra en una zona menos contaminada. Se ha convertido en un centro relativamente populoso. Aqu� duermen los trabajadores que desmantelan la planta energ�tica, cient�ficos y turistas.

Gennady, Jim, yo y el resto del equipo de investigaci�n nos alojamos en uno de sus peque�os hoteles: un edificio de estilo sovi�tico con un jard�n incongruentemente bonito y bien cuidado a su alrededor. Esta vegetaci�n es cuidada por Irina, quien gestiona el hotel. Ella se queda aqu� durante tres meses a la vez antes de que un colega se haga cargo. Solo se permite a la gente vivir en la ciudad por per�odos limitados.

Con una taza de t� en nuestra segunda noche en el hotel, Gennady traduce cuando Irina nos cuenta sus recuerdos del accidente. Ella viv�a en Pripyat en aquel momento con su abuela.
Image caption El parque de atracciones abandonado de Pripyat se ha convertido en un icono.

El 27 de abril, un d�a despu�s de la explosi�n, la ciudad fue evacuada. Se orden� a la gente que se fuera inmediatamente. Se pusieron en fila para subir a los autobuses que los alejar�an de la ciudad y la planta. Irina estaba en camino de regreso al departamento de su abuela en aquel momento.

"Un amigo de mi abuela estaba manejando un carro de ganado, sacando su ganado", record�. "Mi abuela le pregunt� si me llevar�a con �l, as� que sub� al vag�n de ganado".

"No sab�a lo que estaba pasando".


Pero Irina tambi�n sinti� la necesidad de regresar a la zona. Sin embargo, ella nunca ha vuelto a Pripyat; le afectar�a demasiado verla ahora. Pero se enorgullece de cuidar las flores alrededor de su hotel de Chernobyl.

"Me gusta hacer que sea lo m�s bonito posible para los visitantes", me dice. "Entonces, tal vez puedas decirle a la gente en tu pa�s que Chernobyl no es un lugar tan horrible".
"Hemos olvidado que somos gente de Chernobyl"

Los 33 a�os de Gennady trabajando en la zona de exclusi�n pueden haber conducido a una reuni�n al final de esta semana. Se lleva a cabo en una escuela en Narodichi, la ciudad en la zona exterior.


Aqu�, cient�ficos, miembros de la comunidad, expertos m�dicos y funcionarios de la agencia estatal que administra la zona de exclusi�n se re�nen para discutir un cambio que podr�a transformar el futuro de este distrito.

Por primera vez desde que se dibuj� la frontera, la zona va a cambiar. Tres d�cadas de investigaci�n han llevado a la conclusi�n de que gran parte de ella es segura: para que se cultiven alimentos y para que se desarrollen las tierras. Narodichi es uno de sus lugares menos contaminados.

Jim y Gennady est�n presentando sus conclusiones en la reuni�n. Antes de que empiece, he organizado una visita al jard�n de infancia de la ciudad, donde los ni�os juegan afuera a la luz del sol.

Una cerca de estacas pintada con un arco iris en el borde del patio de recreo contrasta, casi de forma rid�cula, con bloques de torres grises a medio construir al lado.

Hab�a 360 ni�os aqu� antes del accidente. Tatiana Kravchenko, una mujer con una sonrisa amable perpetua y que lleva un abrigo rosa grueso y brillante, es la encargada de la guarder�a. Ella recuerda la evacuaci�n.

"Los ni�os fueron evacuados junto con los maestros a "zonas limpias", recuerda. "En tres meses nos devolvieron y ten�amos solo 25 ni�os. Finalmente, la gente ha regresado, nacieron nuevos ni�os y gradualmente el jard�n de infantes comenz� a llenarse de nuevo. Ahora tenemos 130 ni�os".


La mayor�a de las veces, dice Tatiana, ella no piensa en que su comunidad est� dentro de la zona de exclusi�n.

"Olvidamos que somos personas de Chernobyl; tenemos otros problemas con los que lidiar", me dice. "No es un secreto que la mitad de los padres [de estos ni�os] est�n desempleados, porque no hay d�nde trabajar. Me gustar�a que pudi�ramos construir algo aqu�, que nuestra comunidad pueda comenzar a florecer".
"Tal vez es hora de volver a dibujar el mapa"

De vuelta en la reuni�n, Gennady mira por encima de unas gafas de montura roja, escuchando atentamente lo que se dice. Las discusiones est�n tomando m�s tiempo de lo esperado. Gran parte de los aportes de la comunidad parecen reflejar los pensamientos de Tatiana: que es hora de que se eliminen las restricciones aqu�.

Pero hay mucho en juego.


Las personas afectadas por el accidente reciben una compensaci�n financiera del gobierno. Aqu�, en una ciudad de alto desempleo, en un pa�s donde el salario promedio es inferior a US$400 al mes, ese ingreso es importante.

Y muchos todav�a temen la radiaci�n de Chernobyl, y el efecto que podr�a tener sobre su salud y la salud de sus hijos. Despu�s de muchos a�os de investigaci�n, comprender y explicar el legado en la salud a largo plazo del accidente ha sido extremadamente complicado.

Es concluyente que alrededor de 5.000 casos de c�ncer de tiroides, la mayor�a de los cuales fueron tratados y curados, fueron causados por la contaminaci�n. Las autoridades no lograron evitar que se vendiera leche contaminada; muchos de los que eran ni�os en ese momento la bebieron, recibiendo grandes dosis de yodo radiactivo. Ese fue uno de los contaminantes expulsados del reactor.


Muchos sospechan que la radiaci�n ha causado o causar� otros casos de c�ncer, pero la evidencia es, en el mejor de los casos, dispersa.

El profesor Richard Wakeford, del Centro de Salud Ocupacional y Ambiental de la Universidad de Manchester, se�ala que los estudios de salud buscan una "se�al" de un efecto espec�fico en la salud relacionado con Chernobyl.

Su objetivo es captar esa se�al por encima del "ruido de fondo" de otras causas. Eso ha sido incre�blemente dif�cil, principalmente debido al enorme ruido de fondo que fue la agitaci�n casi simult�nea del colapso de la Uni�n Sovi�tica.

"Se asume que habr� algunos c�nceres relacionados con el accidente adem�s de los c�nceres de tiroides, pero su detecci�n en medio de ese caos socioecon�mico, que tuvo sus propios impactos en la salud de las personas, ha resultado casi imposible", dice el profesor Wakeford. El c�ncer tambi�n afecta a entre un tercio y la mitad de las personas en Europa, por lo que es probable que cualquier se�al de Chernobyl sea imperceptiblemente peque�a.

En medio de informes de otros problemas de salud, incluyendo defectos de nacimiento, todav�a no est� claro si alguno puede atribuirse a la radiaci�n.


La profesora Geraldine Thomas, del Imperial College de Londres, explica: "Otra variable de confusi�n en esta parte del mundo se relaciona con la deficiencia de yodo".

En su forma no radiactiva, el yodo se encuentra en la leche, los vegetales de hojas verdes y las algas marinas. La falta de esto en la dieta es una causa conocida de problemas en el desarrollo temprano del cerebro y la m�dula espinal. "Por ello una posible causa de defectos al nacer es la falta de yodo en el medio ambiente", dice la profesora.

Todo esto significa que las estimaciones de casos de c�ncer siguen siendo muy pol�micas.

En su informe seminal de 2006 sobre las consecuencias a largo plazo del accidente, la Organizaci�n Mundial de la Salud lleg� a la conclusi�n de que la salud mental de muchas personas ha sido da�ada, por temor a la radiaci�n y por las graves perturbaciones en sus vidas.

Como cient�fico que ha pasado a�os analizando la verdad sobre la contaminaci�n en la zona, Gennady admite que no esperaba que la gente de Narodichi temiera la radiaci�n.

"Es un factor muy importante que afecta sus vidas, incluso m�s de 30 a�os despu�s del accidente. Esto es realmente algo que me sorprendi�", dice.

Ese miedo puede ser perjudicial, tanto f�sica como mentalmente.

Se cree que una sensaci�n de fatalismo y desesperanza asociada con esa asunci�n de estar condenado por la radiaci�n contribuye a aumentar las tasas de tabaquismo y alcoholismo en esta regi�n, lo cual es definitivamente malo para la salud de las personas.

"Fue algo terrible lo que sucedi� aqu�", dice Jim. "Pero eso tiende a dominar la vida de las personas.

"De alguna manera, y es muy, muy dif�cil, tenemos que avanzar hacia una situaci�n en la que las personas puedan volver a vivir sus vidas sin este miedo, esta maldici�n de radiaci�n".
No nos vamos a ninguna parte

Gennady emerge de la reuni�n con un aspecto un poco cansado, pero dice que es cautelosamente optimista. El mapa no se redise�� oficialmente hoy, pero, de manera crucial, la mayor�a de las personas en la sala estuvieron de acuerdo en que era necesario un cambio.


"La comunidad quiere traer m�s vida aqu�", dice Gennady. "Y nosotros, como cient�ficos, sabemos que muchos lugares aqu� pueden ser f�cilmente excluidos de esta prohibici�n, por lo que creo que este fue un momento muy positivo".

En el jard�n de infantes, Tatiana hizo pasar dentro a los ni�os m�s peque�os para que tomen una siesta de tarde.

Hay filas de adorables camas peque�as dentro de un ala nueva del jard�n de infantes que se construy� con dinero de una organizaci�n ben�fica japonesa.

La estrecha relaci�n entre Jap�n y Ucrania se ha forjado al estar el primero en las primeras etapas de comprensi�n del impacto de su propio desastre nuclear, en la central el�ctrica de Fukushima.

Mirando desde el pr�stino edificio del nuevo jard�n de infancia hasta el bloque abandonado vecino, ella dice que apoyar�a sacar la ciudad de la zona de exclusi�n.

"Estas casas podr�an ser reconstruidas y llenadas con gente. So�amos con eso.

"Vivimos aqu�. No nos vamos a ir a ning�n otro lugar. Nuestros hijos viven aqu�".

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