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¿Cuál era la idea de felicidad de los aztecas y qué podemos aprender de ella?




18/03/2019 - 16:21:18
BBC.- Hab�a fil�sofos y sofistas, educaci�n formal para ense�ar valores e ideas profundas sobre la vida, todo lo cual fue plasmado en tratados, exhortaciones y di�logos.

No se trata de la antigua Grecia, sino del imperio azteca.

Entre los siglos XV y principios del XVI, los aztecas montaron un imperio con una cultura de gran riqueza filos�fica en lo que hoy es el centro y sur de M�xico.

"Tenemos muchos vol�menes de sus textos grabados en su lenguaje nativo, el n�huatl", escribi� Lynn Sebastian Purcell, profesor asociado de filosof�a en la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) en Cortland, EE.UU., en un art�culo publicado el a�o pasado en la revista de divulgaci�n cient�fica Aeon.

"Si bien pocos de los libros pre coloniales de tipo jerogl�fico sobrevivieron a las quemas espa�olas, nuestras principales fuentes de conocimiento derivan de los registros realizados por los sacerdotes cat�licos hasta principios del siglo XVII", agreg�.


Purcell ha investigado extensivamente sobre filosof�a y �tica antigua, en particular de Am�rica Latina y, todav�a m�s en concreto de los aztecas.

"Encuentro fascinante que los nahuas (aztecas) fueran otra cultura pre moderna con una �tica de las virtudes, aunque bastante diferente a la de Arist�teles y Confucio", cont� a la Asociaci�n Estadounidense de Filosof�a (APA, por su siglas en ingl�s) en una entrevista de 2017.

Sin embargo, tambi�n reconoci� que le resultaba atractivo ahondar en un campo donde, a lo largo de todos estos siglos, la academia hab�a dejado un "evidente vac�o".

Incluso agreg� que los dos grandes estudiosos de la filosof�a azteca, el antrop�logo mexicano Miguel Le�n-Portilla y el fil�sofo estadounidense James Maffie, hicieron un gran trabajo en analizar su metaf�sica, pero no su �tica.
La buena vida

El famoso C�dice Florentino, una recopilaci�n de conocimientos de los aztecas realizada por el misionero franciscano espa�ol Bernardino de Sahag�n, reproduce el discurso de un rey antes de asumir su puesto.


All� habla de c�mo vive un hombre "venerado": es "defensor y sustentador", dice, "como el �rbol de cipr�s, en el cual las personas se refugian".

Pero ese mismo hombre tambi�n "llora y se aflige". El rey entonces se pregunta: "�Hay alguien que no desee la felicidad?".

Esta es la mejor decisi�n que puedes tomar en la vida, seg�n un neurocient�fico que estudia la felicidad

El texto, seg�n Purcell, muestra una de las mayores diferencias entre la filosof�a de la antigua Grecia y la del imperio azteca.

"Los aztecas no cre�an que hubiese ning�n v�nculo conceptual entre llevar la mejor vida que podamos por un lado, y experimentar placer o "felicidad" por el otro", escribi�.

Es decir, para ellos tener una buena vida y ser feliz no estaban asociados, algo que puede resultar extra�o dada la tradici�n filos�fica de Occidente.
Tierra resbaladiza

En un art�culo premiado por la APA como mejor ensayo sobre Am�rica Latina de 2016, Purcell explic� que esta disociaci�n tiene su ra�z en un problema existencial descrito por los fil�sofos o tlamatinime.

Existe un refr�n azteca que resume este problema y que podr�a traducirse como "resbaladiza, escurridiza es la tierra".

"Lo que quer�an decir es que, a pesar de tener las mejores intenciones, nuestra vida en la tierra es una en la que las personas son propensas al error, propensas al fracaso en sus objetivos y propensas a "caer", como si estuvieran en el barro", detall� Purcell.

"Adem�s, esta tierra es un lugar donde las alegr�as solo llegan mezcladas con dolor y complicaciones".

Los aztecas cre�an que por m�s bueno, talentoso o inteligente que fueras, podr�an pasarte cosas malas. O incluso podr�as equivocarte, resbalarte y caer.

Humberto Maturana, el bi�logo chileno que propuso una definici�n de vida que hizo reflexionar hasta al dal�i lama

Por eso, antes que buscar deliberadamente una felicidad que, en el mejor de los casos, ser�a pasajera y azarosa, el objetivo para los aztecas era llevar una vida digna de ser vivida.
Cuatro niveles

Para definir lo que es una vida que valga la pena ser vivida, los aztecas usaban la palabra neltiliztli, que puede traducirse como "arraigada" o "enraizada".

Esta vida arraigada pod�a alcanzarse en cuatro niveles, escribi� Purcell en un art�culo tambi�n publicado en Aeon pero en 2016.


El primer nivel "comienza con el propio cuerpo, algo que a menudo se pasa por alto en la tradici�n europea, preocupada por la raz�n y la mente", afirm� el fil�sofo.

Para ello, los aztecas ten�an un r�gimen de ejercicios diarios sorprendentemente similar al yoga.

El segundo nivel implica enraizarse con la psiquis propia, un concepto que igual no abarcaba solo la mente, sino tambi�n los sentimientos.

Tercero estaba la comunidad, algo de crucial importancia para los aztecas.

A diferencia de Plat�n o Arist�teles, que planteaban una �tica de las virtudes centrada en el individuo, esta civilizaci�n ind�gena pon�a el eje en la sociedad.

Una vida digna de ser vivida no era posible sin lazos familiares, con amigos y vecinos, esos que te ayudar�n a levantarte tras las inevitables ca�das en la tierra resbaladiza.

Por �ltimo estaba el arraigo a teotl, una deidad que no era otra cosa m�s que la naturaleza.

Es as� que este cuarto nivel se lograba con los tres anteriores, pero componiendo filosof�a po�tica se lograba a�n m�s r�pido.


A veces, las ideas filos�ficas de los aztecas son recibidas con cierto escepticismo.

Es as� que, en sus clases en SUNY, Purcell suele usar "La Odisea" de Homero para explicar por qu� esta civilizaci�n ind�gena ten�an raz�n en afirmar que la felicidad es un objetivo de vida malo.

En un pasaje del poema �pico griego, el protagonista, Ulises, lleva siete a�os viviendo en una isla paradis�aca con la diosa Calipso.

La diosa, entonces, le plantea una disyuntiva: puede quedarse con ella y gozar de la inmortalidad y juventud eterna en la isla, o volver al mundo real, lleno de dolores y sacrificios, pero donde tambi�n habita su familia.

Ulises "decide aventurarse en aguas abiertas en un barco desvencijado en busca de su esposa y su hijo", recapitul� Purcell en el art�culo de la APA.

Es entonces que le pregunta a sus alumnos qu� hubiesen elegido: "Nunca tuve a nadie que estuviese en desacuerdo con Ulises".

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