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Por qué creemos que nuestra cultura es la mejor




11/05/2019 - 12:23:55
Infobae.- En los �ltimos 150 a�os muchos avances en biolog�a han ayudado a explicar la herencia gen�tica. Sin embargo, a�n no se ha desarrollado una ley para explicar la herencia cultural, un proceso que solo ocurre de manera significativa en los seres humanos.

Somos la �nica especie con una cultura acumulativa compleja, capaz de preservar el lenguaje, la literatura, el arte y la ciencia durante siglos. Pero, �en qu� momento desarrollamos la capacidad de transmitir caracteres culturales a nuestra descendencia? Este sistema de herencia, que recuerda al gen�tico, consigue que el conocimiento se transmita de padres a hijos.

Los bi�logos han debatido esto desde hace a�os, sobre todo a partir de la d�cada de 1970. Hay dos teor�as principales implicadas en el estudio de la evoluci�n cultural:

1. La teor�a de la herencia dual

2. La teor�a de la atracci�n cultural.

Ambas proponen una serie de mecanismos cognitivos y sociales involucrados en la transmisi�n cultural. Subrayan la importancia de la imitaci�n y la ense�anza como elementos necesarios para copiar con exactitud comportamientos complejos. A pesar de la investigaci�n, no hay un consenso sobre cu�les son los factores decisivos que determinan qu� rasgos culturales triunfan en las sociedades humanas.

En un art�culo reciente, se�alamos la importancia que ha tenido para la evoluci�n cultural la aparici�n de las primeras formas de ense�anza entre padres e hijos. De acuerdo con nuestra hip�tesis, el gran salto en la evoluci�n de la cultura se produjo cuando nuestros antepasados comenzaron a guiar de manera activa el aprendizaje de su descendencia.

Este tutelaje se llev� a cabo mediante la aprobaci�n o desaprobaci�n de la conducta filial. As� se desarroll� una arquitectura cognitiva que denominamos la psicolog�a suadens (del lat�n suadeo, que significa valorar, aprobar, aconsejar).

La ense�anza no es un fen�meno com�n en la naturaleza. Ni siquiera los chimpanc�s son capaces de instruir de manera activa a sus cr�as. Por el contrario, la psicolog�a suadens, desarrollada en nuestro linaje, permiti� transmitir la experiencia acumulada por los padres sobre qu� cosas hacer y c�mo hacerlas de manera correcta.

Para ello, la evoluci�n dot� a la mente de nuestros antepasados de una extraordinaria sensibilidad frente a las se�ales aprobaci�n o reprobaci�n social de la conducta. Esas se�ales desencadenan en los aprendices emociones de agrado y desagrado, que son procesadas como indicadores del valor objetivo de la conducta.

El origen de la innovaci�n

Nuestra tesis propone que esta forma de comunicaci�n valorativa surgi�, al menos, hace un mill�n de a�os. Sirvi� para estabilizar y mejorar la fabricaci�n de herramientas en bifaz, caracter�sticas de la cultura l�tica achelense.

Desde ese humilde comienzo, la psicolog�a suadens condicion� la evoluci�n cultural de las sociedades humanas. Tareas como la fabricaci�n de un arco, la explotaci�n de la tierra y la navegaci�n, destrezas tecnocient�ficas que han hecho posible nuestra expansi�n por el planeta, habr�an sido imposibles sin la ense�anza suadens.

La huella de nuestra condici�n suadens tambi�n se aprecia en las tradiciones culturales no tecnol�gicas. Mantener tradiciones religiosas, normas, costumbres e instituciones que rijan el funcionamiento de las sociedades ser�a imposible sin esa interacci�n valorativa acerca de c�mo debemos comportarnos.

Nuestra naturaleza suadens se ha valido de dos poderosos mecanismos para condicionar la din�mica de la cultura:

1- La apariencia de objetividad de las tradiciones culturales

2- El bienestar emocional obtenido mediante la aprobaci�n social.

Por una parte, los seres humanos procesan las conductas que son aprobadas por su entorno social m�s pr�ximo como adecuadas. As� se revisten de objetividad muchas tradiciones arbitrarias. Por otra, su comportamiento, condicionado por la b�squeda de esta aprobaci�n social y la evitaci�n del castigo, se orienta hacia la integraci�n armoniosa en su entorno social, una poderosa fuente de bienestar.

Esta mezcla de objetividad y bienestar que impregna el mundo cultural es responsable de muchos fen�menos importantes en las sociedades humanas.
Del 15M al nacionalismo catal�n

Por ejemplo, el �xito de las agrupaciones sociales: desde las m�s sencillas asociaciones deportivas, clubes de fans y tribus urbanas, hasta los movimientos religiosos, pol�ticos y populares como el 15M o las diadas nacionalistas en Catalu�a. Nada de esto puede explicarse sin considerar ese bienestar que se deriva del reconocimiento social y del sentimiento subjetivo de veracidad que acompa�a las creencias de la gente.

Otro tanto ocurre con la diversidad cultural presente en nuestras ciudades globalizadas, una mezcla parad�jica de integraci�n y aislamiento. Los seres humanos accedemos a la cultura de nuestro entorno utilizando la informaci�n valorativa que nos proporciona nuestro grupo social de referencia, formado principalmente por la familia, la pareja y los amigos.

Esa red microsocial de cada individuo se agrupa en otras m�s extensas que exhiben una cierta homogeneidad cultural. Sin embargo, dicha homogeneidad es compatible con la presencia en el mismo espacio social de otros grupos humanos con valores y tradiciones diferentes, siempre que las redes que definen esos grupos apenas se solapen.

As� se explica por qu� pueden cohabitar en una misma ciudad, convencidos de la verdad de sus creencias, individuos pertenecientes a imaginarios culturales muy distintos, como si realmente fuesen inmunes a la influencia de los otros.

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