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La fascinante historia de cómo el sexo nació en América hace unos 250 millones de años




20/05/2019 - 09:12:23
BBC.- En un lugar de la Tierra hay un portal del tiempo.

Ah� puedes ver la historia de nuestro planeta, pues tiene una conexi�n directa con un pasado misterioso, cuyos secretos est�n escritos en el lenguaje de la geolog�a y revelan un mundo perdido hace mucho, mucho tiempo.

La evidencia que desbloquea ese pasado antiguo est� oculta en las rocas, los paisajes e incluso algunos animales, y habla de un momento definitorio que transform� la evoluci�n y cambi� la historia humana.

Se trata del Gran Ca��n.
Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Asombroso, enigm�tico y revelador.

Sus rocas, por extraordinario que parezca, son nuestro punto de partida para entender el sexo.

Toda la tierra junta

Hace 413 millones de a�os, el norte y el sur de Am�rica estaban separados por miles de kil�metros de oc�ano.

Pero estaban rumbo a una colisi�n, un choque en c�mara lenta que levant� enormes monta�as a lo largo de la zona de impacto.

En ese momento, todas las masas de tierra del planeta se unieron y formaron un solo supercontinente gigante: Pangea.

El norte y el sur de Am�rica estaban en el coraz�n de Pangea, a ambos lados de una masiva cordillera.

Y todav�a hay rastros de ese mundo, en lugares como Manhattan, donde se pueden encontrar muy cerca de la superficie e incluso en la superficie, rocas de unos 300 millones de a�os de antig�edad, conocidas como esquisto.


Pangea ha tenido una enorme influencia en el continente americano moderno, desde la distribuci�n de los recursos naturales y la historia, hasta, en casos como el de Nueva York, la forma de sus ciudades.

La silueta de Nueva York se defini� en la prehistoria

Pero Pangea tambi�n dej� su marca en todo el planeta pues jug� un rol cr�tico en uno de los m�s importantes desarrollos evolutivos de la historia de la vida en la Tierra: nada menos que la invenci�n del acto sexual.

Ese significativo acontecimiento solo se puede entender viajando a los primeros d�as de Pangea.

El Gran Ca��n nos puede llevar a ese momento.
Escrito en piedra

Su paisaje condensa m�s de 1.500 millones de a�os: en su fondo, hay rocas de cuando la �nica vida que exist�a era unicelular; m�s arriba, otras que tienen unos 500 millones de a�os, cuando la vida empez� a ser m�s compleja, y as�, como un libro de historia con p�ginas de piedra.

Uno de los grupos de rocas se llama supai y data del per�odo m�s temprano de Pangea, antes de que se formara por completo.
Image caption Las capas de roca supai son rojas pues est�n repletas de hierro.

Gracias a las supai sabemos que al principio el supercontinente era un lugar acuoso. Los f�siles incrustados en ellas revelan qu� tipo de vida exist�a en ese tiempo: anfibios.

Hoy en d�a, los anfibios -como las ranas y las salamandras- son relativamente raros. Pero antes de que Pangea se formara, los anfibios eran los animales dominantes en la tierra... al fin y al cabo, fueron los primeros en salir a explorar.

Para ellos, el agua era y sigue siendo fundamental, particularmente para la reproducci�n y metamorfosis, as� que ese mundo mojado de los principios de Pangea era ideal para ellos.

Pero luego, el mundo cambi�.

La evidencia est� en unas rocas amarillos llamadas Coconino.

Se formaron cuando Am�rica era parte del supercontinente, y revelan un paisaje que transform� el curso de la vida en la Tierra.
Image caption Un poco m�s all�, las Coconino cuentan cu�nto cambi� el mundo.

La superficie de esas rocas es suave. Si te acercas con una lupa, ves muchos granos de arena redondos, casi todos de m�s o menos el mismo tama�o.

Todo eso revela que se formaron con el viento que levanta los granos m�s finos de arena.

El otro aspecto interesante de las Coconino es que no son horizontales sino inclinadas, y no porque algo las torci�: la superficie de estas rocas siempre tuvo el mismo �ngulo de 33-34�.

�Por qu�?

Porque si tomas la arena m�s fina y la viertes, hasta que los lados del mont�n que se forma alcancen un �ngulo 33-34�, los granos de arena seguir�n rodando. Cuando llegan a esa inclinaci�n, se mantienen juntos.


Sabemos por la capa de Coconino que el Gran Ca��n se convirti� en la frontera occidental de un desierto gigante que hace 250 millones de a�os se extend�a por casi todo lo que hoy es Am�rica, �frica y Europa.

Ese desierto gigantesco fue un resultado directo de la formaci�n de Pangea.

Una enorme masa de tierra significaba que la mayor parte de ese continente estaba tan distante del mar que los vientos no alcanzaban a llevar la lluvia al centro.


El que gran parte de la Tierra se hubiera convertido en un lugar des�rtico no fue una buena noticia para los anfibios.

Sin suficiente agua, quedaron como Ad�n y Eva antes de que probaran el fruto del �rbol de la sabidur�a: sin posibilidades de reproducirse y, por ende, condenados a la extinci�n.

Pero eso no quiere decir que en esa regi�n reseca de Pangea no hubiera vida: en el coraz�n de este �rido mundo, otro tipo de animal prosper�.

La evidencia est� en las mismas rocas, en las que quedaron sus huellas inmortalizadas, mostrando que eran unas criaturas que se empujaban con las patas y ten�an cola.

Eran reptiles.
Sus tobillos y el sexo

La mayor�a de los reptiles se adaptaron bien a la vida terrestre, gracias a sus pieles resistentes y escamosas, sus pulmones bien desarrollados, su sistema circulatorio de doble circuito, un sistema excretor que conserva el agua, fuertes extremidades y la capacidad de controlar su temperatura corporal cambiando de lugar.​

Pero eso no habr�a sido suficiente para evitar el destino de los anfibios: para adaptarse a entornos super�ridos era imprescindible una innovaci�n evolutiva que heredar�an todos los reptiles, las aves, los mam�feros... t� y yo.

As� que, hace 250 millones de a�os, Am�rica estuvo no solo en el centro de Pangea, sino de un cambio evolutivo masivo.

Para saber cu�l fue, lo mejor es observar a un animal antiguo con una reputaci�n temible: el caim�n.

Sus ancestros vagaban por Am�rica cuando formaba parte de Pangea.

Sabemos que eran sus antepasados pues comparten una adaptaci�n realmente distintiva: la articulaci�n del tobillo.


Esa conexi�n anat�mica con los antiguos reptiles les permite mantener las patas casi verticalmente debajo del cuerpo cuando est�n en tierra, y el pie puede girar durante la locomoci�n con un movimiento giratorio del tobillo.

La forma en la que los ancestros del caim�n se mov�an fue una de las razones por las que tuvieron un gran �xito en Pangea.

Pero el mayor avance fue algo que los prepar� perfectamente para ese mundo des�rtico: el acto sexual.

El coito del caim�n es muy parecido al humano, ciertamente en el estilo de copulaci�n.


La clave es la fertilizaci�n interna: entregar el esperma dentro de la hembra y directamente al �vulo.
La invenci�n del sexo

El sexo es la forma m�s eficiente y directa de lograr la fertilizaci�n. As� se impregnan los reptiles, aves y mam�feros modernos.

Hasta esta innovaci�n, la fertilizaci�n solo pod�a ocurrir externamente, en el agua.

Los anfibios fueron los primeros vertebrados que emergieron a la tierra. Pero debido a que fertilizaban externamente, ten�an que regresar al agua para reproducirse.

Los reptiles reci�n evolucionados hicieron las cosas de manera diferente. Fertilizaron y desarrollaron sus huevos dentro de sus hembras.

Al ponerlos, ven�an con c�scaras duras e impermeables y conten�an el l�quido amni�tico, con toda la energ�a y agua para sustentar la vida, algo que los anfibios ten�an que buscar en los r�os y los lagos.


El huevo fue toda una revoluci�n.

M�s tarde, los mam�feros mantuvieron esos fluidos de soporte vital dentro de s� mismos y suministraron nutrici�n a trav�s de una placenta.

Pero seguimos siendo hijos de ese primer reptil amni�tico.


Los desiertos de Pangea eran esencialmente una barrera impenetrable para los anfibios.

Pero para los reptiles la historia fue diferente. El desarrollo de la fertilizaci�n interna y el huevo amni�tico les permiti� propagarse y prosperar en esos ambientes �ridos.

Es un maravilloso ejemplo de c�mo el cambio ambiental puede ser un catalizador para avances evolutivos que eventualmente llevaron a la evoluci�n de nosotros.

Y es interesante pensar que la forma en que tenemos relaciones sexuales fue moldeada por esos desiertos de un pasado tan lejano.

Este art�culo est� basado en parte de la serie documental de la BBC "Rise of the Continents" con el ge�logo Iain Stewart.

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