El gran turbión de 1983
En la madrugada del 18 de Marzo de 1983 el río Piraí sembró muerte y destrucción a su paso por las llamadas cuenca alta, media y baja de su cauce. El usualmente apacible río cruceño, y en menor medida los ríos Espejillos y Güendá, desataron una implacable destrucción a su paso en una longitud de más de 100 kilómetros entre los valles y la llanura aluvial y, al avanzar sobre terreno plano, el desborde alcanzó un frente de unos 10 kilómetros de ancho, realizando el movimiento de tierra más portentoso que puede hacer un río al modificar radicalmente el paisaje de su propia cuenca.