La ciudad conserva todavía en el denominado Casco Viejo, en torno a la Plaza Principal, una parte interesante de su arquitectura colonial y republicana, con sus techos de teja de cerámica cocida, invadidos por plantas epífitas y musgos.
En este espacio histórico, del que brotan incesantemente nuevas expresiones de modernismo discordante, el visitante aún puede encontrar las huellas de un pasado reciente, bucólico y provincial, en los patios soleados de las viejas casonas o en sus corredores centenarios de sólidos horcones y frescas galerías.
Estos constituyen los atractivos urbanos más auténticos de una población hospitalaria y con fuerte personalidad regional, que actualmente vive un proceso de grandes cambios socioculturales por efecto de la intensa migración.