El nuevo Jardín Botánico de Santa Cruz está abierto a los visitantes desde hace más de dos décadas, en un paraje de gran belleza que ha recuperado y enriquecido uno de los últimos bosques originarios que rodeaban la ciudad.

Detrás de la laguna se ha establecido el Cactario, con especies de la llanura, cactus arborescentes y epífitas de los valles. Existe también el área de los toborochis, de las bromelias y el Herbario, realizado por convenio con el Jardín Botánico de Nueva York y otras instituciones, donde acuden a realizar estudios prácticos los universitarios locales.

Este atajado artificial se fue llenando de agua, atrayendo la presencia de aves acuáticas como garzas, patos silvestres, gallaretas y pájaros de otras especies que han llegado a habitar este espejo de agua en forma espontánea. La administración del Jardín ha introducido peces y plantas acuáticas para evitar la evaporación en la época seca.

En el Vivero se realiza actualmente la reproducción de plantas autóctonas y la adaptación al medio de las procedentes de los diferentes ecosistemas de la región, con las cuales se está poblando el Jardín en sus diversas áreas especializadas, después de un paciente trabajo de años, a cargo de Germán Coimbra Sanz, Jorge Gutiérrez Bánzer y René Rejas.

Texto y Fotos: Jorge Orías Herrera

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