01/02/2015 - 07:16:42
PÁGINA SIETE.- Una fila de parejas, de todas las edades, guía a los enamorados a un pequeño puesto en la feria paceña. La Alasita tiene muchas ofertas, pero ésta es particular. Entre risas de nerviosismo y cortinas de seda, las "alasiteras” oficinas de registro civil realizan diariamente matrimonios con paquete completo: ceremonia nupcial, certificados, brindis y fotografías como recuerdo para los recién casados.
"El matrimonio es uno de los deseos más grandes de muchas parejas. Vienen a casarse en Alasita para que se haga realidad su vida juntos”, afirma la comerciante y maestra de ceremonias Gisela Bermúdez. En su puesto, las parejas no sólo protagonizan una emotiva ceremonia nupcial, también obtienen todo el papeleo necesario para ser considerada "una familia”.
Sebastián Portugal y su pareja, Teresa Díaz, esperan juntos ingresar al registro de Alasita. "Queremos casarnos este año. Todavía no tenemos nada planificado, pero es un paso también pedir este deseo para que se pueda hacer realidad”, explica el joven universitario.
Los certificados no son la única opción, si uno desea un matrimonio en laFeria de Alasita. Las pequeñas bodas incluyen, por un precio que oscila entre 40 a 50 bolivianos, todo lo que una ceremonia real suele tener.
El género de las personas tampoco es un impedimento para la boda de Alasita. "Antes venían con vergüenza y ocultos los hombres que querían casarse entre ellos. Hoy ya estamos más civilizados y por eso también intento que estén bien, porque no es delito amar a alguien. Nosotros no discriminamos a nadie porque todos tienen derecho a soñar y querer casarse con la persona a la que quieren ”, dice Bermúdez, al señalar su letrero que dice: matrimonios sin discriminaciones.
Años atrás, Bermúdez era vendedora de títulos y certificados. Un día, cuenta ella, tuvo la idea de armar un puesto donde la boda se asemejara lo más posible a un matrimonio de verdad. "Yo inicié esta costumbre. Estoy orgullosa de ser la primera en tener una idea así. Ahora ya hay más puestos por todo lado, pero eso no me ha quitado a mis clientes”, asegura sonriente.
Cada minuto que pasa la fila crece. Algunos jóvenes llegan al Registro Civil cargando a sus novios, otros de la mano e incluso algunos con bastones. "Muchas veces viene gente de la tercera edad. Yo recuerdo que la boda que más me ha gustado fue la de dos viejitos, que han debido pasar de los 70 años. Incluso aparecieron en las noticias. Nunca es tarde para casarte con el amor de tu vida”, dice la encargada antes de hacer pasar a la siguiente pareja.
Una vez adentro, Sebastián y Teresa ocupan sus puestos para iniciar la ceremonia. Pese a ser un acto sin valor legal ni reconocimiento social, los nervios son muy visibles en el pequeño espacio de dos por tres metros.
"Estamos aquí reunidos para presenciar la unión en matrimonio de esta joven pareja”, dice Bermúdez al empezar el acto. A un lado de la mesa principal, anillos dorados y plateados, de todos los tamaños, esperan la elección de los dos enamorados.
Después de explicar las responsabilidades y derechos, Bermúdez hace las preguntas clave: "¿Acepta a esta mujer/hombre como su esposa/o y se compromete, ante el Ekeko, a amarlo hasta que la muerte los separe?”.
Sirve después dos copas de champagne para celebrar la unión. En un pequeño paquete, la pareja recibe un nuevo certificado que da fe de su unión en la Alasita. Además, un certificado de familia y una fotografía.
"Nos amamos. Ahora sólo nos queda trabajar y esperar a que se haga realidad”, asegura Portugal con la foto en una mano y agarrando a su "esposa” en la otra.