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Dante N. Pino Archondo

Calificaciones sabemos, intenciones conocemos


2012-05-27 - 15:30:34

Las calificadoras de riesgo, otrora entidades de alto prestigio, y hoy día cuestionadas por el papel que han jugado en la crisis financiera que agobia a la Unión Europea y Estados Unidos, avalando activos de riesgo sin el debido cuidado, facilitando de esta manera el contagio de lo que se ha denominado activos tóxicos, cuyo efecto epidémico aún se expande, parece que sostienen la costumbre de calificar escondiendo una mano.

Indicadores fiscales, nivel de las Reservas internacionales e incremento en el valor de las exportaciones, que se observan en países estructuralmente deficitarios, son el resultado de una coyuntura expresada en el incremento de precios internacionales, cuyo efecto de corto plazo ha sido la transferencia de ingresos no esperados hacía las arcas fiscales que han cambiado los déficits por superávits y han provocado el incremento de las Reservas Internacionales.

Estos resultados comparados con los indicadores de producción, muestran el efecto “primarización”, es decir, la no correspondencia entre el aumento de la producción junto con el incremento de precios. Efecto que en el caso boliviano es más que demostrativo, pues en ausencia de políticas económicas que mejoren la producción de materias primas, la disminución de sus indicadores de producción muestran una situación inversamente proporcional entre producción y precios.

Esta realidad coloca a los resultados fiscales, de reservas y captaciones bancarias, en un ámbito de observación que debe ser mucho más cauto y menos complaciente. La relación deuda – reservas es más severa de lo que parece, puesto que el incremento de la deuda en un escenario en el que los ingresos aumentan, no es una muestra de eficiencia. Es decir, se prefiere el endeudamiento para operar el gasto y la inversión, cuando se debía programar el uso de los ingresos para ello.

El crecimiento del producto se explica por el crecimiento del consumo, consumo que aumenta en medio de una política de subvenciones y de ingresos provenientes de actividades ilegales, como son el contrabando y el narcotráfico. Mientras la inversión directa extranjera es casi inexistente.
Vistas las cosas de esta manera, disminuir la calificación riesgo del país, parece más una concesión graciosa que una calificación convincente para incentivar las inversiones.

Pero más allá de la dudosa calificación promocionada, la pregunta del millón es muy simple: ¿Está usted dispuesto a arriesgar su capital invirtiendo en Bolivia, donde las expropiaciones se hacen cuando se le ocurre al gobierno? Y es ante la respuesta a esta pregunta cuando se cae toda calificación que se pueda hacer.

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