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Rolando Hurtado Ortiz

El milagro de la sanidad


2015-03-16 - 11:49:04
Cierto general del ejército del rey de Siria, llamado Naamán era un hombre muy importante. Su señor lo tenía en muy alta estima, porque por medio de él, que era un guerrero muy valiente, el Señor había dado la victoria a Siria, pero Naamán era leproso.

Un día, una muchacha Israelita, que las bandas de los sirios habían hecho cautiva, y la habían puesto al servicio de la esposa de Naamán, le dijo a su señora: "Si mi señor acudiera al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra". Ella demostró la gracia de Dios para con aquel hombre. Ella no escondió su fe, ella ministró la fe en la vida de su señora.

Existen muchos Naamán en nuestro mundo, muchos vecinos, nuestros colegas, nuestros parientes, nuestros amigos, todos ellos están mutilados por la lepra del pecado. Ellos necesitan de alguien que vaya hasta ellos y puedan tocarlos, amarlos, que comprendan su valor y que les puedan dar esperanza de un milagro. Como aquella muchacha, nosotros somos llamados a ser canales de la gracia y el amor de Jesús.

I. LA SANIDAD VIENE POR LA FE

"Ésta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra". (2ª Reyes 5:3)

La muchacha inició el milagro. Ella creyó que el profeta Eliseo podría sanar a su señor si él pudiese llegar allí. Todos los milagros comienzan con la fe de alguien, sea por la fe de quien sufre o por la fe de otra persona.

En cierta ocasión el Señor JESUCRISTO sanó a un paralítico que había sido llevado por sus amigos que lo bajaron por el tejado hasta el lugar donde Jesús estaba predicando. Cuando Jesús vio la fe de ellos, inmediatamente el Señor sanó al paralítico. "Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados". (San Mateo 9:2).

La fe de Naamán fue despertada para buscar un milagro, por causa de la fe de esta muchacha. La palabra de Dios edifica la fe y genera grandes expectativas.

II. LA SANIDAD VIENE DE GRACIA

"Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos." (v. 5:5)

La sanidad es un don gratuito que el dinero no puede comprar. Naamán pensaba que podría comprar su sanidad con dinero, que podía hacer algo para merecerla. Ese es un engaño muy común en las personas.

Muchas personas no reciben el milagro porque presumen que no lo merecen. Mas la verdad es que el Señor pagó en la cruz nuestra sanidad. "Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados" (1ª Pedro 2:24).

Necesitamos expulsar de nuestras mentes que somos indignos, de que necesitamos primero tener buenas obras, antes necesitamos posesionarnos para recibir:

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (San Juan 1:12).

Naamán partió a casa de Eliseo en Samaria, llevando consigo un gran tesoro. Amados el dinero puede hacer muchas cosas, pero jamás tendrá poder para comprar la bendición del Señor. Usted jamás será un merecedor del amor del Señor, simplemente deberá aceptar y creer en la gracia, que Él nos da las cosas simplemente por amor.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". (San Juan 3:16)

Si hay algo eficaz para llamar la atención a nuestro Padre es un corazón contrito y humillado el no despreciará. "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios". (Salmos 51:17)

III. LA SANIDAD VIENE CUANDO NOS HUMILLAMOS

"Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra". (2 Reyes 5:9-11)

Naamán llegó a la casa del profeta con su equipaje lleno de riquezas, acompañado de muchos asistentes. Él esperaba que el profeta se inclinase delante de él, que lo reconociera como un gran hombre. Eliseo no lo atendió, le mando decir que debería bañarse siete veces en el río Jordán para ser sanado de la lepra. Naamán se quedó furioso, él era un héroe de guerra en su país, él no podía entender como lo mandaron al río Jordán habiendo ríos más limpios y mejores en Damasco. Mas el punto central era el orgullo de Naamán.

Amados, todos necesitamos de Dios, pero muchas veces nuestro orgullo nos impide reconocer nuestra necesidad de Dios. "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (San Mateo 5:3). Felizmente los siervos de Naamán fueron capaces de convencerlo a atender al comando de Elíseo para zambullirse siete veces en el río Jordán. El argumento de ellos fue muy simple, aquello que Eliseo pidió no era una cosa difícil, porque si fuera difícil de hacer, o si Eliseo pidiera algo difícil, él lo haría.

La puerta del Reino es una puerta estrecha, porque solo hay un medio de entrar: JESUCRISTO "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (San Juan 14:6), es un camino angosto, porque sólo transitamos este camino con la obediencia: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (San Lucas 6:46). Amado, haz lo que el Señor te pide: cree, arrepiéntete, humíllate, perdona, confiesa tus pecados, bautízate. Naamán se dejó convencer y su carne fue restaurada, y su piel se tornó limpia como la piel de un bebé.

IV. LA SANIDAD VIENE CON LA PERSEVERANCIA

"Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio". (2ª R. 5:14)

El número siete simboliza algo completo, siete zambullidas apuntan para una vida de obediencia continua. Josué por ejemplo marchó al rededor de Jericó siete veces, solo en el séptimo día las murallas cayeron. "Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces". (Josué 6:15). Elias oró siete veces para que viniera la lluvia. "A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje". (1ª R. 18:44). La sanidad puede venir como una actitud de perseverancia.

V. LA SANIDAD CONTINÚA A TRAVÉS DE LA FIDELIDAD

"Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová". (2ª Reyes 5:17)

Naamán experimentó la gracia de Dios y fue sanado instantáneamente, mas la historia no termina ahí: reconoció que en toda la tierra no hay otro Dios como el Dios de Israel, el Dios de los creyentes: "Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel…" (2ª Reyes 5:15)

"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1ª Timoteo 2:5). Dios puede cambiar tu historia hoy...

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