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Álvaro Riveros Tejada

Su Santidad y el déspota


2015-09-30 - 19:45:41
Uno de los mayores defectos de un autócrata que ha subyugado a su pueblo a niveles de envilecimiento, es creer que su poder omnímodo trasciende las fronteras de su coto y está libre de ejercerlo discrecionalmente allí donde se desplace y se encuentre,rodeado siempre por un grupo de áulicos y zalameros que portan consigo los secretos de la infalibilidad, el título de propiedad de la verdad absoluta y el espejo del éxito permanente. Nada ni nadie puede oponerse a sus designios, ya que sus mejores consejeros son aquellos que siempre coinciden, con lo que el tirano ya ha decidido hacer.

Mientras en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Papa Francisco nos daba una enorme como inolvidable lección de humildad y sabiduría, no faltó la nota de color protagonizada por el inmaduro presidente de Venezuela que, con vocación de autobusero, trató de sobrepasar las normas del protocolo de ese foro mundial, para lograr un encuentro de primera mano con el Pontífice, que no estaba previsto. Con ello, el intruso volvía a ser rechazado por el Santo Padre, tal como ya había ocurrido en Cuba, cuando desde Caracas se manifestó la intención de tener un acercamiento, solicitud que fue denegada rotundamente, de ahí que Maduro no viajó a la isla. Pero el traspié cubano no resultó suficiente para que el chavista resignara sus ambiciones de saludar al Papa y tomarse una imagen con él.

Escudriñando las razones de esta relación congelada por la curia vaticana, nos remontamos a la visita realizada por Maduro a la Santa Sede un 17 de junio de 2013, cuando en las puertas del Vaticano se congregó un grupo de opositores venezolanos que protestaban por dicha visita, con una huelga de hambre que ya llevaba 50 horas de ayuno. Previamente, una delegación de la iglesia católica venezolana se había reunido con el Papa para pedirle su intermediación a favor de la liberación de los 77 presos políticos que el visitante aún guarda en sus cárceles. En su afán de no empañar el encuentro y presumiendo que Bergoglio era un inocente cura europeo a quien podía embaucar sin mucho esfuerzo, Maduro le prometió que a su vuelta a Caracas velaría por la libertad de los cautivos, promesa que jamás fue cumplida.

Dos años después de ese encuentro, o sea el 6 de junio pasado, a 24 horas de estar concertada una nueva entrevista, sugestivamente Maduro suspendió su viaje a Roma aduciendo una “otitis fuerte” que por prescripción médica “le prohibía montarse en un avión y le ordenaba guardar reposo”. Empero, se supo que la decisión fue tomada en momentos en que arreciaban las presiones sobre el Papa, tanto de parte de opositores venezolanos, como de numerosos organismos internacionales, para que exija la liberación de los presos políticos.

Lo paradójico del caso es que el autócrata ganó mucho más protagonismo de la prensa al haber suspendido el viaje para ver a S.S., que si lo hubiera realizado. Sin embargo, en la opinión de las redes sociales existe el convencimiento de que el interlocutor de pajaritos no quiso que el Pontífice le exija la libertad prometida y el fin de las violaciones de los derechos humanos en Venezuela. Eh ahí las razones del fiasco surgido en la ONU, entre Su Santidad y el déspota.

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