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Carlos Rey

Así se ama en Pagujal


2016-11-25 - 09:25:33
(Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer)

UN MENSAJE A LA CONCIENCIA
Pegujal es un poblacho triste y pobre, lleno de polvo y de moscas, lleno de silencio y de modorra, lleno de infinitas amarguras grandes y pequeñas....

La gente de Pegujal es gente hosca, pachorrenta, roída por minúsculos rencores de una hoguera de odios ancestrales... propensa a las marejadas de las pasiones violentas y fugaces, trágica hasta en la alegría....

Dentro de las casas: la muda tragedia de las mujeres marchitas que tienen el aire triste de los animales amansados, y sufren, sin darse cuenta, la nostalgia de la ternura que no conocen; fuera de las casas, la taciturnidad de los hombres royendo el hueso del trabajo sin fruto... un caviloso sinquehacer detrás del mostrador de la pulpería por cuyas desiertas armaduras corren en paz los ratones....

Los hombres forman corrillos en los comedores de las pulperías. Se cuentan sus trabajos: el arriero habla de los que pasó en los barrizales donde se le atascaron los burros; el ganadero de las reses que se le desgaritaron en la sabana y de las que dejó despeadas a lo largo de su viaje de días y días desde el hato remoto; el conuquero, de la candelilla que le destruyó las siembras, o del maizal, que no cuajó las mazorcas porque no llovió o porque llovió demasiado.

Y cuando se recogen a sus casas, por el camino que blanquea a la luz de las estrellas, alguno va diciendo:

—Pues sí, camará, las mujeres son malas. Yo a la mía la quiero, pero le ando adelante, pa que no se me enrisque. Porque a las mujeres haceles sentí la condición del hombre. Ah sí. Esa que le digo me tenía miedo: la condená cargaba amarrá en la pretina una cabulla de mi tamaño, pa que no me le juera. ¡No me venga! Le saqué la zurda y toavía se está sobando la jeta. Las mujeres son malas.
Así se ama en Pegujal.1

Y así el insigne escritor venezolano Rómulo Gallegos, con su típico realismo y costumbrismo, describe en 1919 el maltrato al que eran sometidas las mujeres en parajes como éste de su cuento titulado "Pegujal".

Algunos pudieran pensar que semejante actitud y trato se limitaba a lugares remotos, alejados de la llamada civilización que con gran acierto contrastaba con la barbarie el afamado escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento en su obra clásica Facundo en 1845. Pero para vergüenza nuestra, así como aquel maltrato no se limitaba a los bárbaros en el siglo diecinueve, tampoco se limitaba a los campesinos en el siglo veinte ni se limita a los hombres rurales en el siglo veintiuno. ¡Aún abundan en todas las esferas de la sociedad ejemplos de tal actitud y abuso físico!

¡Qué contraste tan marcado entre estos hombres y Dios, quien los creó! Ellos llegan al extremo de aprisionar y golpear a su mujer por considerarla mala. En cambio, Dios, consciente de que todos, tanto mujeres como hombres, somos malos por naturaleza, fue al extremo de enviar a su Hijo Jesucristo al mundo para liberarnos de las cadenas del pecado al llevar nuestro castigo con golpes y azotes y morir en una cruz en nuestro lugar.2 ¡Con razón que el apóstol Pablo exhorte a los hombres que amen a su mujer así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros!3

1 Rómulo Gallegos, «Pegujal», Cuentos venezolanos, Colección Austral (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1949), pp. 69-71.
2 Sal 14:1-3; 53:1-3; Ec 7:20; Is 53:5; Mt 26:67; 27:26,30; Mr 14:65; 15:15,19; Lc 4:18; 22:63-64; Jn 18:23; 19:1-3; Ro 3:10-12; 6:6-7; 8:3-4; 1Co 15:3; 2Co 5:21; Gá 1:4; 4:4-5; Fil 2:5-8; 1P 2:24; 3:18; 1Jn 4:10
3 Ef 5:25

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