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Un antidepresivo que provoca orgasmos incontrolables


2016-11-10 - 19:49:12

Un componente que se encuentra en medicamentos contra la depresión ocasiona este increíble efecto. Muchos creerían que es genial, sin embargo otros no lo consideran tan alucinante....

La Clomipramina es un elemento que se encuentra en muchos antidepresivos. Este ingrediente aparentemente inofensivo tiene un efecto secundario nada común: provoca orgasmos incontrolables. Al menos así ocurrió en los años 80 con uno de sus medicamentos. Varias personas medicadas acudían a sus médicos alertadas por sus placenteros efectos.

Lo más curioso no es esto, sino que los orgasmos se producían cuando bostezaban. Varios científicos se vieron en la necesidad de investigar sobre este hecho. Incluso publicaron un artículo en el Canadian Journal of Psyquiatry, donde explicaban el motivo por el que se daba esta consecuencia.

Al parecer, la Clomipramina provocaba un efecto sobre la reabsorción de serotonina que afectaba y aumentaba sus niveles en el cerebro. La relación entre el bostezo y el orgasmo es que se activaba los circuitos neuronales responsables de ambos. Cuando el bostezo tenía lugar, inmediatamente se originaba el clímax. Los dos se encontraban conectados.

Un placer no tan agradable

Hasta un 5% de los pacientes que ingirieron este tipo de medicamentos sufrieron orgasmos. El gran problema fue que no era tan divertido como parecía. Las personas se sentían muy incómodas, tenían que lidiar con la necesidad de aliviar su deseo sexual y los hombres tenían que protegerse para no sufrir de incómodas manchas en sus pantalones.

Ian Crofton presentó en Historia de la ciencia sin trozos aburridos la realidad de los pacientes medicados con este fármaco:

Cada vez que bostezaban, dijeron dichos pacientes, tenían un orgasmo. Una mujer admitió tímidamente que esperaba seguir tomando el medicamento como un tratamiento a largo plazo, mientras que un hombre se vio obligado a llevar permanentemente un condón, en caso de que en el autobús se encontrara a un pelmazo que lo hiciera bostezar. Una mujer de mediana edad que fue hospitalizada solicitó que se le quitara la medicación, porque en el ambiente hospitalario no había manera satisfactoria de resolver sus “ansias sexuales irresistibles”. Un cuarto paciente, un hombre casado, informó de una experiencia bastante distinta sobre el medicamento: cada vez que bostezaba experimentaba una sensación tan intensa de agotamiento y debilidad que tenía que tenderse durante diez a quince minutos.

A muchas personas el medicamento se les retiró por estos motivos. Al final, el fármaco terminó por suprimirse del mercado.

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