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720 gramos




28/04/2015 - 11:47:21
ABC.es.- Querida Vega,

Todos los hijos son especiales para sus padres, pero t� eres objetivamente especial. Lo eres porque cuando naciste, hace hoy justo un a�o, no ten�amos garant�as de que fu�ramos a celebrar tu primer aniversario. El motivo es que tu alumbramiento lleg� en la semana 26 de gestaci�n, tres meses antes de tiempo, y con un peso de tan solo 720 gramos. Eres lo que se denomina una prematura extrema, es decir, el escal�n inmediatamente superior a un aborto. Pero m�s que por la prematuridad extrema, eres objetivamente especial por c�mo has superado todas y cada una de las pruebas vitales que el destino te puso demasiado pronto.

El embarazo de mam� era gemelar. Tu hermanito rompi� la bolsa, el saco amni�tico, en la semana 24 de gestaci�n, una fat�dica madrugada en la que dimos por hecho que os perd�amos a los dos. �l, Joan, no lo super� pero t� eres la prueba de que los cuatro meses de lucha que vivimos en el Hospital Montepr�ncipe son la mejor inversi�n de nuestras vidas. Por eso, esta carta no es s�lo para ti, mi vida, sino tambi�n para todas y cada una de las mam�s que ahora est�n ingresadas intentando retrasar el parto, y para los pap�s que est�n a su lado frente a un horizonte de incertidumbre.

Todos los hijos le deben la vida a sus madres, pero en tu caso esto tambi�n es literal. Hoy eres un ni�a sana y fuerte con toda una vida por delante gracias a que tu mam�, Mar, aguant� dos semanas inmovilizada en una cama para que nacierais con m�s posiblidades de superviviencia. Que la tuvieran que lavar con una esponja y una palangana y el dolor que sent�a en todos sus m�sculos entumecidos por el inmovilismo es una an�cdota comparado con las terribles contracciones que tuvo que aguantar sin dar a luz. De haber nacido en la semana 24 de gestaci�n, tras la rotura de la bolsa, me temo que no estar�amos celebrando tu cumplea�os. El nacimiento en la semana 26 elev� el porcentaje de supervivencia hasta el cincuenta por ciento. Una moneda al aire.

Cuando el parto era inevitable, los equipos de Ginecolog�a y Neonatos de Montepr�ncipe, nuestros h�roes, se coordinaron para llevarte en volandas del vientre de mam� a la UCI. Yo pas� las dos horas m�s largas de mi vida en la puerta de esa Unidad de Cuidados Intensivos. As� eras la primera vez que te vi, con el rostro tapado para protegerte de la luz y con la incubadora empa�ada por la humedad que necesitabas.

Ten�as un tama�o y peso equivalente a dos latas de Coca-Cola. Los 720 gramos se quedaron en 700 con la reducci�n natural tras el nacimiento. Unos padres no se imaginan que el d�a m�s feliz de sus vidas pueda tornarse tr�gico, pero no era momento de lamentaciones, sino de plantar cara al destino: ya hab�a comenzado tu batalla por la vida.

Tras la ces�rea, consiguieron estabilizarte y tu pron�stico no era malo, pero tu nivel de respiraci�n, la saturaci�n de la sangre por ox�geno, se fue debilitando. En tu segunda noche de vida, en torno a las tres de la madrugada, recibimos la llamada fatal: ten�amos que subir r�pidamente a la UCI para, hablando claro, despedirnos de ti. Hab�as entrado en parada cardiorrespiratoria y te intentaban reanimar. Tu cuadro cl�nico hac�a prever lo peor, cuando, milagrosamente, la doctora Silvina te trajo de vuelta.

El peligo no hab�a pasado. Lo m�s elemental para la vida es la respiraci�n, luego viene todo lo dem�s. Y t� no respirabas bien, pese a que estabas intubada. En cada parte m�dico -diario- nos recordaban que la muerte te acechaba. Tus prematuros pulmones, que eran como una esponja seca, no consegu�an enviar a la sangre el ox�geno necesario para que el resto de �rganos funcionen. Adem�s, una doble infecci�n muy agresiva complic� tu viabilidad. Cuando perdimos a tu hermano, tu evoluci�n era exactamente la misma pero con 24 horas de retraso. Con el final muy cercano, lleg� un d�a, tras una peque�a dosis de ibuprofeno �por probar�, en el que, sin previo aviso, cambiaste radicalmente y comenzaste a procesar mayores porcentajes de ox�geno.

Semanas antes, la primera vez que pude tocarte, me agarraste un dedo. Tu mano abultaba lo mismo que la u�a de mi pulgar, pero jam�s en mi vida he notado tanta intensidad. El ser fr�gil y diminuto que eras ten�a dentro la fuerza de H�rcules. En mi interior te escuch� decir �pap�, voy a vivir�.

Estabas llena de sensores, sondas y v�as. Tomaste cafe�na y opi�ceos y hasta tuviste que pasar el �mono�, el s�ndrome de abstinencia. En esas condiciones, nos daba la vida que las enfermeras, tus �ngeles de la guarda, nos dejaran ayudar cuando te cambiaban la s�bana, para que pudi�ramos sostenerte unos segundos.

El 19 de mayo le preguntaron a mam� si quer�a sacarte de la incubadora por primera vez y tenerte en sus brazos. No pudo responder: se abraz� llorando a Maite, la enfermera a cuyo cargo estabas en ese turno. Hac�a 21 d�as que hab�as nacido y tu madre a�n no hab�a podido sostenerte entre sus brazos.

Ah� empez� una terapia fundamental para los prematuros, el canguro. Pasabas horas en nuestro pecho, piel con piel, regulando tu propia temperatura sin el calor artificial de la incubadora. Cuando hac�amos el canguro respirabas mejor y, al volver a tu urna de metacrilato, estabas mucho m�s tranquila. Los prematuros extremos sufr�s una situaci�n de estr�s brutal, ya que os han sacado de vuestro mundo muy pronto. La luz y el ruido son sensaciones para las que no est�is preparados.

Afortunadamente, tolerabas muy bien la alimentaci�n, la leche materna que mam� se extra�a con mucho esfuerzo -el mejor medicamento posible- y que te administraban mediante una sonda conectada a una jeringuilla.
Los �cumplemeses�

Fue pasando el tiempo y celebramos tu primer �cumplem�s�, y el segundo, y el tercero. La UCI era nuestra casa y nos hicimos expertos en la maldita pantalla que mostraba tus constantes vitales, a la que no dej�bamos de mirar. Cuando llegaba alg�n ni�o nuevo que hab�a nacido con 1,5 kilogramos -�gigante, nos parec�a un ternero!-, sus padres se preocupaban cuando pitaban las alarmas. Mam� miraba su monitor y les dec�a, �tranquilos, tiene la saturaci�n por ox�geno algo baja, pero ya est� subiendo�.

En todo este tiempo vimos c�mo te formabas. Naciste sin pezones, te fueron apareciendo como quien revela una foto a c�mara superlenta. Tus orejas estaban pegadas al cr�neo, como esculpidas en tu cabeza. Poco a poco se te fueron separando. En esos momentos ya sab�amos que ibas a vivir y la alegr�a nos hac�a jugar a ver a qui�n te parec�as m�s, si a pap� o a mam�.

Uno de los d�as alegres, lleg� nuestro querido doctor Luque, que es tan buen oftalm�logo como directo en sus diagn�sticos. Tu vida ya no corr�a peligro, pero ahora se trataba de saber en qu� condiciones vivir�as. Llevabas demasiado tiempo intubada y ese ox�geno que entra a presi�n es t�xico para la formaci�n de la retina.

A un ni�o nacido a t�rmino la retina se le forma en el vientre de su madre, pero t� llegaste a este mundo a medio hacer... Esa toxicidad provoca lesiones, en tu caso, una retinopat�a de grado dos (el m�ximo es cuatro). �La observaremos cada d�a y si evoluciona a grado tres, hay que operarla inmediatamente, quemarle con el l�ser esas heridas para que no se extiendan�, nos dijo Luque. �Riesgos de la operaci�n?, preguntamos: �Nosotros tenemos cifras mejores, pero el protocolo me obliga a deciros que hay un 50 por ciento de posibilidades de que Vega quede ciega�, zanj�.

En ese momento mam� y yo sentimos c�mo el cielo se desplomaba sobre nuestras cabezas. Pero no pod�amos hacer nada m�s que levantarnos y seguir luchando, nuestra �nica opci�n. Cada 24 o 48 horas te dilataban la retina y la observaban. No s�lo no hubo que operarte, sino que la retinopat�a remiti� por completo a medida que tus ojos segu�an form�ndose. El nuevo tejido curaba al da�ado. Un a�o despu�s te han vuelto a examinar y tu vista est� perfecta. Miras a c�mara y analizas todo lo nuevo (�Ser�s periodista? No, por favor...).

Naciste arrinconada y en tu conquista de la vida fuiste derribando muros. Cuando parec�a que no pod�an ponerte las �gafitas nasales�, el respirador menos agresivo, la antesala a la respiraci�n natural, las toleraste sin perder capacidad de oxigenaci�n. Nos bajaron a planta para preparar el alta, pero nos aseguraron que te recibir�as el alta conectada a una botella de ox�geno.

Tambi�n contradijiste a la l�gica en esto: te llevamos respirando por ti misma. Fue el pasado 11 de agosto, cuatro meses despu�s del ingreso de mam� y transcurridos m�s de tres desde tu nacimiento. Las sensaciones cuando cruzamos la puerta de casa contigo en brazos son indescriptibles.

La temida displasia
Los prematuros extremos padecen displasia broncopulmonar de forma cr�nica, debido a las secuelas de la respiraci�n mec�nica, unas peque�as cicatrices en los pulmones que dificultan la respiraci�n. Te hicimos una prueba respiratoria con el medidor m�s avanzado y no hay ni rastro de la displasia. Respiras como un ni�o normal.

Parada cardiorrespiratoria, ductus, ictericia, sepsis, retinopat�a... son palabras que est�n en tus informes m�dicos como parte del pasado. Ahora eres una ni�a sana, fuerte y preciosa. Tardar�s m�s en caminar que un ni�o nacido a t�rmino, seguir�s un tiempo con tu �edad corregida� (a efectos de percentiles no naciste el 28 de abril, sino el 1 de agosto) y no sabemos si el destino te pondr� alguna prueba m�s, pero s� sabemos que eres una ni�a extraordinaria. Vega, hija m�a, ya tienes un titular para tu vida: �Al nacer pes� 700 gramos�. Ahora la historia la escribes t�. Pap� y mam� te ayudar�n.

P.D. Nuestro eterno agradecimiento a la Unidad de Neonatos del Hospital Universitario Montepr�ncipe.

http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20150428/abci-vega-prematura-extrema-201504271618.html

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