Inyecciones de veneno y miles de reinas: qué hay en los jardines del Diablo del Amazonas
30/01/2017 - 09:47:05
BBC.- En la tupida selva amaz�nica hay unos misteriosos claros que contrastan con la exorbitante diversidad, pues en ellos crece pr�cticamente una sola especie de �rbol. Son "los jardines del Diablo", el hogar de un esp�ritu malvado.
El �rbol es el Duroia hirsuta, com�nmente es conocido con varios otros nombres como borojocillo, huitillo, turma de mono o solim�nste, y es el preferido del sobrenatural ser, seg�n los nativos.
En las noches limpia sus jardines de maleza e impide que en ellos crezca ning�n otro tipo de planta.
Por ello, nadie se atrev�a a adentrarse en esos claros despu�s de que se pon�a el sol.
Los cient�ficos, por su parte, encontraron otra explicaci�n al ins�lito fen�meno, y result� casi tan fascinante como la de los habitantes de la selva.
Realidad alternativa
Los tallos de las hojas de los afortunados �rboles tienen unas hinchazones de las que entran y salen unas hormigas diminutas llamadas Myrmelachista schumanni.
Esas c�maras son sus viviendas, desarrolladas especialmente para ellas por el �rbol y en ellas, a salvo de depredadores, las hormigas guardan sus huevos y larvas.
Mantienen incluso una alacena: insectos del tama�o indicado que les proveen bebidas de roc�o de miel.
Ofrecer alojamiento beneficia tambi�n al �rbol, pues las hormigas le ofrecen un servicio muy valioso: lo protegen de sus enemigos.
�A comer a otra parte!
Toda clase de insectos se alimentan de las hojas de las plantas, si tienen la ocasi�n... pero no tienen chance en los huitillos protegidos el peculiar ej�rcito.
Ni siquiera los formidables comelones de hojas, varias miles de veces m�s grandes que una de las hormigas hu�spedes del �rbol, se las aguantan.
Ante tal invasor, estos diminutos soldados recurren a los conocimientos: saben cu�l es su punto d�bil y lo atacan, hasta que se da por vencido.
Pero las hormigas no s�lo se encargan de repeler a los animales que pueden hacerle da�o al �rbol.
Quiz�s a�n m�s asombroso es que mantienen a raya a las plantas que compiten con �l.
Guerra qu�mica
Regularmente, pelotones de hormigas salen de sus barracas a patrullar la vecindad.
Si encuentran alg�n pimpollo, lo inspeccionan. Si es un reto�o de una de las semillas de su anfitri�n, lo dejan tranquilo.
Cuando llegan los refuerzos, cientos de diminutas mand�bulas hieren sin cesar a la planta, hasta que �sta empieza a marchitarse.
Pero no todo se logra a punta de mordiscos. Levantan sus abd�menes e inyectan �cido f�rmico en las heridas del reto�o.
El �cido f�rmico es un herbicida org�nico que los humanos usamos para preservar alimentos, y las ortigas y las hormigas rojas como urticante.
El sabor de ese �cido les da a las aguerridas Myrmelachista schumanni su nombre com�n: hormigas lim�n.
En cuesti�n de unos d�as, con la muerte de los intrusos, las hormigas extienden su jard�n.
Esta jardiner�a dr�stica beneficia tanto al �rbol como a las hormigas.
Image caption M�s viviendas para ambos.
Al asegurarle a su anfitri�n m�s espacio para que se expanda sin competencia, tendr�n m�s viviendas de manera que tambi�n ellas podr�n reproducirse y aumentar sus filas.
Para tener una idea de las dimensiones, remit�monos a lo que le cont� a los medios en 2006 Megan Elizabeth Frederickson, una de las cient�ficas que estaba investigando el misterio de estos jardines del diablo.
"La colonia m�s grande en el terreno que estoy estudiando, que estimo data de hace 807 a�os, tiene una expansi�n de 1.300 metros cuadrados", escribi� la experta.
"Y se compone de unas tres millones de hormigas obreras y 15.000 reinas".