Conozca la hazaña de El Quijote de Venezuela
22/02/2017 - 16:44:40
ACTUALIDAD.- La historia de Alonso Andrea de Ledesma, anciano flaco, con una lanza oxidada en la mano derecha, montado sobre su viejo caballo, que sali� solo y sin ej�rcito a combatir al enemigo, ocurri� en Caracas diez a�os antes de que Miguel de Cervantes escribiera su obra m�s conocida "Don Quijote de la Mancha", en 1605.
El 29 de mayo de 1595, unos 500 piratas llegaron a la capital comandados por el corsario ingl�s Amyas Preston, luego de saquear lo poco que encontraron a su paso por La Guaira (puerta de entrada mar�tima a Venezuela, a solo 30 Km de Caracas), relata el escritor venezolano Aquiles Nazoa en su libro "Caracas f�sica y espiritual".
Un d�a antes, la poblaci�n hab�a visto seis buques con hombres armados. En esos barcos se encontraba Preston, quien ven�a de Cuman� (primera ciudad fundada en el continente) donde pagaron rescate para evitar la invasi�n, lo que le hac�a suponer que en la capital, Santiago de Le�n de Caracas, ocurrir�a lo mismo, recoge el investigador Walter Dupouy en su biograf�a novelada "La haza�a de Alonso de Andrea De Ledesma".
Mientras tanto, un ej�rcito de 800 hombres, la mayor�a ind�genas, se preparaba para evitar la entrada de los piratas por el llamado Camino de los Espa�oles (sendero ubicado en la monta�a El �vila y que une el valle de Caracas con el mar) y donde a�n se ven las murallas construidas en la Colonia para la defensa.
Preston tom� la ciudad por sorpresa debido a que un espa�ol de nombre Villapando, bajo pena de muerte, guio a los piratas por un camino alternativo hecho por los ind�genas. "Al llegar a la cumbre, Preston [�] hizo colgar de un sauco al infame Villapando", relata Dupouy.
En la ciudad, que apenas se recuperaba de una "plaga de gusanos que abati� su econom�a", seg�n Nazoa, hubo alarma general y r�pidamente los habitantes huyeron con sus pertenencias. Muebles, ba�les, joyas, animales y esclavos eran sacados de las casas para el traslado.
"El Quijote" de Venezuela
Alonso Andrea de Ledesma hab�a llegado con el conquistador Diego de Losada, quien tras vencer la intensa resistencia ind�gena fund� Caracas en 1567. Ese 29 de mayo estaba solo, con su lanza oxidada, frente a los ojos incr�dulos de los piratas.
Sin pensarlo mucho, se lanz� contra sus enemigos, que lo asesinaron de un disparo de arcabuz. "Preston hab�a dado �rdenes de que no lo mataran, era evidente que la haza�a de Ledesma era casi un suicidio", explica a RT el escritor e historiador Luis Britto Garc�a.
Tras su muerte "fue tra�do a la ciudad en procesi�n por los invasores y enterrado con grandes muestras de honor y respeto", recoge Nazoa.
Los otros "Quijotes"
No es descabellado pensar que el escritor Miguel de Cervantes se haya inspirado tambi�n de este hecho hist�rico "de incipiente patriotismo" para escribir una de las novelas m�s traducidas en el mundo, considera Britto, Premio Nacional de Literatura.
"Cervantes quer�a venir a Indias (actual continente americano), estaba interesado en lo que ocurr�a en Am�rica" por lo que es posible que hubiera conocido sobre la historia de Ledesma. "Es un hecho demostrado que, poco despu�s de la muerte de Ledesma, cuando con toda probabilidad lleg� a Sevilla la cr�nica del hecho narrada por Gaspar de Silva, Cervantes estaba en la ciudad", refiere el investigador venezolano Eduardo Casanova seg�n Noticias 24.
Britto recuerda la historia verdadera de Suero de Qui�ones, ocurrida en 1434, quien por el amor de una mujer impidi� con su lanza, junto a otros nueve hombres, el paso por el puente del Hospital de �rbigo (ubicado en la provincia de Le�n, en Espa�a) a cualquiera que lo retara. Al final logr� la haza�a, el amor de la mujer y solo hubo una muerte.
"El apellido Qui�ones tiene mucha semejanza con Quijote", agrega. Incluso Cervantes lo menciona en su novela, uno de los libros m�s vendidos del mundo. "Lo importante es que existieron esos episodios del esp�ritu originados por una quimera antes de "El Quijote". En el caso de Ledesma es una historia honrosa y bella que termin� tr�gicamente", concluye Britto.
