Por qué salí a comprarle heroína a mi hija: la desgarradora experiencia de la madre de una adicta
12/03/2017 - 10:47:20
BBC.- "Estaba empapada de sudor, vomitando, llorando, hist�rica, temblando. Simplemente desesperada, sinti�ndose terriblemente mal. Me sent� arrinconada, como si no hubiera nada m�s que yo pudiera hacer".
"As� que le dije: "�Hay alguna manera de que podamos solucionar esto?�en la calle?"".
Esa es la situaci�n que, en sus propias palabras enfrent� una madre con su hija adicta a la hero�na, mientras �sta, con s�ntomas agudos de abstinencia, se desintegraba frente a sus ojos a la espera de iniciar un tratamiento de rehabilitaci�n.
"�Qu� har�as t�?", pregunta.
La mujer, de una aldea en el suroeste de Inglaterra, describi� a la BBC c�mo termin� llevando a su hija hasta el centro y pagando para que consiguiera su dosis.
Se pas� una buena hora llamando a diferentes sitios y la gente s�lo le ofrec�a hero�na, no metadona.
Lo cuenta ella misma.
"As� fue como terminamos en el centro de una localidad y yo entregando mi dinero conseguido con mi arduo trabajo para comprar una droga.
El problema realmente empez� hace cinco a�os, cuando ella ten�a 18. Estaba pasando por unos cambios en su vida, en t�rminos de amigos que se fueron a la universidad y una relaci�n de larga data en la que se sent�a feliz pero se da��. Su comportamiento, su personalidad, empezaron a cambiar.
Antes era una buena trabajadora, montaba a caballo, pero empez� a dejar todas esas cosas de lado. Dorm�a mucho durante el d�a. Yo le preguntaba si algo le pasaba.
Entonces empez� a asociarse con gente que yo sab�a que no era una buena influencia para ella, gente mayor que usaba drogas.
As� se fueron conectando las cosas.
Un d�a est�bamos regresando de alg�n lugar en coche y le pregunt� de nuevo si le pasaba algo.
"Imag�nate lo peor", me contest�.
"�Est�s embarazada?", pregunt�, y ahora que lo pienso, eso no habr�a sido nada. Habr�a sido fant�stico si esa hubiera sido su respuesta.
Pero fue esto lo que me dijo: "No, no, mam�. Piensa en lo peor. Mucho peor que eso. Piensa en lo peor".
"�Eres drogadicta?", le pregunt�. Me respondi� que s� y se ech� a llorar.
Hablamos de c�mo podr�a dejar de drogarse inmediatamente, lo antes posible. Lo hablamos entre familia y hubo gritos. Surg�an diferentes emociones; un minuto te enfadabas y gritabas y el siguiente me sent�as mal por ello.
El hermano de mi esposo hab�a usado drogas y muri� de depresi�n cuando intent� dejar la adicci�n.
As� que mi esposo piensa que desperdici� su vida, que su hermano hubiera podido aportar algo valioso a nuestra familia y sociedad.
Y creo que me sent� igual con mi hija. Ella ten�a tanto que ofrecer y no quer�a verla tomar decisiones equivocadas.
En ese momento, nuestra hija no sent�a que fuera un problema. Dec�a repetidamente que era "s�lo por diversi�n".
Aunque tambi�n sufr�a per�odos de depresi�n, en las que no hab�a diversi�n alguna. Pero ella no estaba preparada para admitirlo.
Con el tiempo, le dimos un ultim�tum. En retrospectiva, no s� si fue la decisi�n correcta, pero dijimos: "Si sigues usando drogas, no podr�s seguir viviendo en casa".
Y la echamos, porque continu�.
Entoncessu consumo de drogas aument� y su grupo de amigos era cada vez peor.
La odi�. La odi� tanto.
Pens� que ten�a el poder para no hacerlo m�s y que no quer�a.
Nada de lo que tus hijos hagan podr� evitar que los ames, pero sent� un odio enorme. Estaba tan iracunda. Literalmente quer�a sacudirla de los hombros como a una mu�eca y gritarle: "�Por Dios, mira lo que te est�s haciendo!".
Cuando mis hijos eran peque�os fui una madre muy controladora. Ten�an su horario para ir a la cama y com�an sus vegetales y todo eso.
Pero ahora me sent�a sin control. No pod�a decirle "no, no puedes salir. Tienes que venir a casa y quedarte y ponerte en orden", pues ella contestaba "soy una adulta. Puedo hacer lo que me plazca".
Estaba muy desilusionada, porque ten�a grandes expectativas de lo que pod�a lograr. No lograba hacer nada.
Aunque las cosas cambiaron brevemente cuando empez� a darse cuenta de que no era feliz.
Solicit� entrar en el ej�rcito, en la polic�a militar. Curs� el entrenamiento b�sico, le fue bien y logr� un buen empleo con la polic�a militar.
Entonces pensamos que hab�a vencido su drogadicci�n y dado un giro a su vida, y nos sentimos orgullosos.
Recuerdo haber pensado, "Oh, por Dios, lo logr�. No s�lo lo logr�, lo ha hecho muy bien, con un muy buen empleo". No nos dimos cuenta que el problema persist�a.
Ganaba un buen sueldo, pero al cabo de un a�o empezamos a recibir sus llamadas cada fin de mes.
"No s� en que se me va el dinero, mam�. Simplemente desaparece. No tengo nada a fin de mes. No tengo dinero para comprar comida y otras cosas", nos repet�a.
Ante eso, le envi�bamos un adelanto para el siguiente mes. No le est�bamos dando dinero, era un adelanto hasta que le llegara el siguiente salario.
Pero durante todo ese tiempo nos escondi� su problema,creo que porque se sent�a avergonzada.
Volv�a a casa y se asociaba otra vez con la misma gente, as� que la ve�amos muy poco los fines de semana. Y luego ten�a que regresar a su base los lunes.
Pero pronto empez� a afectar su trabajo.
Notamos que se estaba cansando. Estaba agotada por haber salido de fiesta durante todo el fin de semana y luego haber trabajado a tiempo completo durante la semana.
Cuando no te has acostado desde el jueves y regresas el lunes directamente a trabajar quedas exhausta. As� que fue entonces cuando mpez� a pagar las consecuencias.
Creo que sus jefes y colegas se empezaron a dar cuenta de los cambios, porque nos comenzaron a llegar llamadas del ej�rcito.
Derechos de autor de la imagen Getty Images
Un lunes que regresaba al trabajo, despu�s de no haber dormido durante d�as, estrell� su auto contra el separador en la autopista.
Mi esposo y yo nos dimos cuenta de que si no la fren�bamos, se matar�a o terminar�a matando a alguien.
As� que, cuando me llamaron durante la semana desde el ej�rcito, les dije."Saben, creo que mi hija toma drogas los fines de semana y necesita que le hagan un control".
Fue as� como perdi� su empleo.
Estoy segura de que est� resentida conmigo por haberlo hecho, pero creo que le salv� la vida o la de otra persona.
Era cuesti�n de tiempo que se volviera a estrellar. Y eso hubiera cargado en mi conciencia para siempre.
Despu�s de ello, se la pas� buscando sitios para dormir, de un sof� a otro, de un lugar de drogas a otro.
Hab�a perdido su licencia de conducir, por hacerlo drogada. As� que pas� de ser independiente, con un auto, a no tener b�sicamente nada.
Una de las casas en donde viv�a se incendi� cuando no estaba all�, por suerte. Pero perdi� todos sus art�culos personales, todo lo que pose�a.
Cada vez que la ve�a, nuestra relaci�n depend�a de su estado mental y de cu�l era nuestra disposici�n para aceptar lo que era y lo que hac�a.
Pero, lleg� un punto en el que discutimos y nos dijo que no quer�a m�s contacto. As� fue como dejamos de hablar durante tres meses.
Finalmente llam� y dijo que eso no estaba funcionando.
Creo que pens� que el no tener contacto la har�a sentirse mejor mentalmente, porque nosotros �ramos un constante recuerdo de c�mo su vida estaba y�ndose a la deriva. Nadie m�s le estaba diciendo eso, s�lo nosotros.
Nos pusimos en contacto otra vez y cenamos juntos por Navidad. Lo recuerdo bien porque era obvio que hab�a consumido drogas durante la noche y no pod�a mantenerse despierta.
Cay� dormida con la cara en el plato con comida navide�a. Era una se�al de lo mal que estaban las cosas.
Al principio mi hija dec�a que tomaba drogas para divertirse. Despu�s de unos cinco a�os de uso intenso, dec�a que era para anestesiar las emociones y anestesiar la realidad, para no preocuparse, no tener que pensar o molestarse.
En ese punto las sustancias no le daban placer. No creo que confiara en mucha gente, incluy�ndome a m�, porque (en esas situaciones) te vuelves sospechosa de todo y de todos.
Nadie puede ayudar. Nadie sabe qu� decir. Todo el mundo est� desesperado por que sean buenas noticias.
"�C�mo te va?", preguntan.
Y si las noticias son buenas, responden: "�Oh, magn�fico, magn�fico!".
Pero, en realidad, nadie quiere escuchar que todo sigue igual o peor. Y tampoco hay mucha ayuda profesional, a no ser que puedas pagar por ella.
De hecho, algunas veces acudimos unos terapistas privados. Tuvimos muchas conversaciones con ella sobre c�mo planear el futuro. "Si haces esto y lo otro, tal vez puedas alejarte de las drogas", le dec�amos.
Hasta que llegamos a un punto en que la encerramos en su habitaci�n.
Mi esposo sell� con tablas las ventanas y ech� llave a la puerta, pero no tuvimos �xito, porque la persona necesita querer hacerlo ella misma, y ella no quiso.
Al final, uno de sus compa�eros, uno con el que usaba drogas, vino a la casa, amenaz� a mi esposo y forz� la puerta para dejarla salir.
Finalmente, mi hija fue sorprendida robando de sus empleadores para financiar su adicci�n.
Hab�a robado un cheque de los de atr�s de mi chequera y lo cobr� por un poco m�s de mil libras (US$1.500). La acusamos ante las autoridades.
Lo hab�amos intentado todo. Tenemos un fuerte sentido �tico y tenemos dos ni�os m�s peque�os observ�ndonos y viendo nuestras decisiones. Quer�amos mostrarles que uno no roba a la familia. Punto final.
Llevamos a nuestra hija ante un tribunal y nos sentamos con ella, apoy�ndola, y le dijimos: "Estamos aqu� para ti, pero no vas a hacer eso. No se te permite robarnos".
El tribunal orden� para ella una rehabilitaci�n que implica someterse a un control dos veces a la semana, empezar un programa de metadona y recibir consejer�a en sesiones de grupo espec�fico para gente con problemas de adicci�n.
Tambi�n deb�a portar un localizador electr�nico durante tres meses, lo que significa que debe permanecer en nuestra casa entre las siete de la tarde y las siete de la ma�ana.
Pensamos era el mejor escenario, porque no quer�amos que terminara en la c�rcel.
S�lo quer�amos ayudarla y no parec�a que tuvi�ramos ayuda de otra manera. As� que pensamos que esa ser�a la mejor soluci�n posible.
Salimos del tribunal a eso de las 2:30 o 3 de la tarde, y le pregunt� al abogado cu�ndo ten�amos que empezar con ello.
"Ahora mismo", contest�.
Ten�amos que regresar a casa, porque los encargados de colocarle el localizador pod�an llegar a cualquier hora, me dijo.
"Bueno, �y qu� hay de la adicci�n a drogas de mi hija?", le pregunt�.
"Usted sabe que no puede parar as� de repente. �Qu� va a pasar? Va a fracasar inmediatamente. Va a salir corriendo porque la desesperaci�n para conseguir las drogas es tan grande que no vamos a poder mantenerla en casa".
"Pues, vayan al m�dico de cabecera", me contest� �l.
As� que fuimos a donde el m�dico, quien nos cont� que ya no recetaban metadona, y que para conseguirla tendr�amos que ir al centro de rehabilitaci�n.
All� fuimos y nos dijeron: "Disculpen, nosotros no somos un servicio de emergencia, tendr�n que contactar al m�dico de cabecera".
Le explicamos que hab�amos ido donde el m�dico y que nos hab�a dicho que fu�ramos donde ellos.
"Pues no podemos hacer nada hoy. Ella no se va a morir de la abstinencia", nos contestaron.
Qued� perpleja ante esa falta de responsabilidad y que toda la carga estuviera sobre nosotros, los padres. "Es su problema. Ya tiene el detector que la obliga a quedarse en su casa".
No puedes vivir con una persona que se est� absteniendo de una adicci�n de US$150 al d�a, que va a pasar el d�a pataleando y gritando y llorando y vomitando y probablemente rompiendo cosas porque est� tan frustrada y asustada.
Pero a nadie le importa. Los servicios de emergencia no suministran metadona. Est�s en una encrucijada.
Yo no compr� la hero�na personalmente. Simplemente conduje el auto a una zona y ella sali�, se inyect� y regres�.
Y de alguna manera sent� como si hubiera tomado un paso hacia un lugar distinto, como si fuera otra persona. Hab�a hecho algo que en toda mi vida no har�a ni me imagin� que har�a.
Pero mi esposo se sinti� completamente traicionado.
Tuvo una opini�n muy fuerte al respecto. Estaba muy molesto.
Sinti� que lo hab�a traicionado al ir a la calle a comprar las drogas porque ya hab�amos tomado una decisi�n al respecto hac�a a�os. Cuando nuestra hija reconoci� que ten�a un problema dijimos que le dar�amos todo el apoyo posible pero nunca le comprar�amos drogas. Nunca le dar�amos dinero o regalos, sabiendo que los vender�a para poder comprar drogas.
Cuando le dije a mi esposo lo que hab�amos hecho, qued� desconsolado durante d�as.
Y en cierto momento, sin que yo me diera cuenta, escribi� a la BBC:
"A nuestra hija adicta a la hero�na se le orden� someterse un programa de rehabilitaci�n con un toque de queda de 7 a 7, controlada mediante un localizador electr�nico, y teni�ndose que quedar en la casa familiar. Pero como todav�a no se le ha suministrado metadona, mi esposa se la ha llevado a la calle para ver si puede comprar algo (es la medianoche ahora)".
Le promet� que jam�s lo har�a otra vez.
Y �l dej� muy en claro que si lo volv�a a hacer que eso recaer�a sobre m� porque no aceptar�a la traici�n, el hecho de que yo actuara contra sus deseos.
�l tiene una actitud muy r�gida ante la vida, como muchos hombres, creo. Y si hay algo que he aprendido de esta situaci�n en los �ltimos ocho a�os, es que las cosas no son en blanco y negro. Hay todo tipo de matices.
Hemos conversado mucho al respecto desde entonces. No har�a eso ahora. Creo que hubiera ido al servicio de urgencias e insistido en que le dieran alg�n tipo de sedante fuerte.
Ahora est� bajo un programa de metadona, en el que recibe una dosis determinada cada ma�ana en la farmacia. Tiene que tom�rsela frente al boticario y luego regresa a casa.
No tiene s�ntomas de abstinencia y tampoco se siente drogada. No produce efectos de euforia, solo evita el malestar, y puede funcionar durante el d�a.
Ayuda con la limpieza de la casa y a preparar la comida.
Con el tiempo tomar� menos metadona cada d�a, con miras a dejarla por completo en seis meses.
Antes de que nos present�ramos ante el tribunal me dijo: "Ya estoy harta. Esto es horrible".
Hab�a intentado suicidarse un par de veces, una vez fue tan serio que tuvo da�os al h�gado. Pero tiene que mostrar tu voluntad de entrar en un programa de metadona. No puedes aparecer y decir, "Estoy harta de ser una adicta a la hero�na, quiero pasarme a metadona".
Tienes que asistir a por lo menos dos semanas de reuniones y tienes que demostrar que est�s tratando de dejar la hero�na por tus propios medios antes de que te pongan en tratamiento de metadona.
Es una verdadera encrucijada, porque ella realmente quer�a dejar la droga en ese entonces. Odiaba su vida.
Obviamente, estaba muy deprimida, porque estaba intentando suicidarse. Hab�a adelgazado mucho, le hab�a robado a su hermana que era, o es, su mejor amiga. No hab�a nada positivo en su vida.
Al ordenar el inicio del programa de metadona, el tribunal forz� a centro de asistencia contra las drogas a actuar. Tuvieron que iniciar el programa anticipadamente.
Tomamos un d�a a la vez. Ha tomado cinco a�os para llegar hasta este punto, as� que las cosas no van a cambiar en cinco minutos.
Nuestra hija ahora tiene su propio lugar, que es parte de nuestra casa y que hemos remodelado para que tenga su propio acceso. Nosotros tenemos que golpear antes de entrar en su espacio de la casa.
Y volvi� a tener a su perro, lo que tiene a ambos muy contentos.
Son peque�os pasos como esos, recordando que eres amada, recordando que hay gente en tu casa que todav�a te esperan y quieren tu recuperaci�n.
S� que estoy siendo presumida, pero ella es realmente bella y muy inteligente. Hubiera podido ser lo que quisiera. Est� tan interesada en animales que hablaba de ser veterinaria, hace a�os so��bamos con eso. Eso est� tan lejos de la realidad de lo que es su vida adulta.
Ahora el sue�o es muy diferente. Simplemente es que su adicci�n desaparezca y que sea feliz.
Me siento 50% responsable, porque pienso que as� somos las madres. Algunos d�as pienso que hice todo por las razones debidas, aunque ella no lo crea, y estoy orgullosa de que sigo aqu�, firme y cuerda. Pero, otros d�as me despierto y pienso que todo ha sido culpa m�a.
Tal vez si no la hubiera echado de la casa al principio cuando no quer�a dejar las drogas... es dif�cil saberlo.
Ahora conf�o en que no nos robar�.Dejo mi bolso por ah�. No me preocupo. No estoy muy segura de que no vuelva a contactar a la gente indebida porque es un proceso lento.
En los primeros d�as de su regreso, estoy segura que no confiaba en m�, que sab�a que entraba en su habitaci�n para echar una mirada y cerciorarme de que no hab�a parafernalia de drogas, pues eso es lo que empiezas a hacer como madre. Empiezas a buscar el equipo y las cosas que usan.
Pero ya dej� de hacerlo.
Y ella ha pasado todos sus controles durante nueve semanas, as� que supongo que la confianza entre nosotras se est� afianzando".