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Un café frío, un papa en pijamas y 39 años de intrigas y misterio: la verdad sobre la muerte de Juan Pablo I




08/11/2017 - 09:28:47
Infobae.- Eran las 5:15 y sor Vicenza Taffarel, como desde hac�a 20 a�os, hab�a colocado una taza de caf� bien oscuro en la sacrist�a. Era la modesta forma que Albino Luciani �conocido para la posteridad como Juan Pablo I� ten�a de empezar el d�a. Sin embargo, minutos m�s tarde, la religiosa not� que el hombre al que serv�a desde hac�a dos d�cadas no hab�a tocado su frugal desayuno, que ya se hab�a enfriado.

"�Santidad, no debe hacerme estas bromas!". Las palabras de Vicenza retumbaron en San Pedro, m�s precisamente en la antec�mara de la habitaci�n del papa, quien no respond�a al llamado a su puerta. Ante la falta de se�ales, y tras repiquetear una y otra vez en la gruesa madera que los separaba, la monja ingres� al cuarto. La imagen le quedar�a grabada: el pont�fice estaba muerto, recostado sobre su cama, en pijama, con almohadones bajo su espalda, la luz encendida, gafas puestas y papeles en la mano. Era el 28 de septiembre de 1978, y Luciani hab�a cumplido apenas 33 d�as de papado.

En plena Guerra Fr�a, con Italia partida por el terrorismo de las Brigate Rosse (Brigadas Rojas) y los diferentes brazos de las organizaciones delictivas siempre al acecho �desde la mafia hasta la camorra�, no fue dif�cil dise�ar una atm�sfera de conspiraci�n y misterio. De inmediato se especul� con que la muerte del hombre de 65 a�os hab�a sido un asesinato, aunque nadie ten�a pruebas al respecto. �Un asesinato en el Vaticano!

Sin embargo, tras 39 a�os de tramas y complicidades nunca resueltas, un libro reci�n publicado en Italia intenta arrojar luz sobre las �ltimas horas del fugaz pont�fice: Papa Luciani, cr�nica de una muerte, escrito por Stefania Falasca, recrea los momentos finales del hombre que precedi�, en la Santa Sede, nada menos que a Juan Pablo II.

En sus p�ginas, Falasca desarrolla la teor�a de que Albino Luciani muri� de causas naturales. Un paro card�aco. Y se basa en los documentos que fue recolectando durante este tiempo para fundar su investigaci�n period�stica. Seg�n la autora de la obra, el primer m�dico que revis� a Juan Pablo I fue Renato Buzzonetti, a quien le informaron que la tarde anterior, mientras rezaba, alrededor de las 7:30, con su secretario personal �el irland�s John Magee�, Luciani sinti� un profundo dolor en el pecho al que no atendi�, pese a que la molestia dur� unos cinco minutos. El papa no quiso entonces que se llamara a la guardia m�dica vaticana. Rest� importancia al asunto y continu� con su rutina: fueron a cenar.


El episodio fue rescatado por Falasca de un documento in�dito en los archivos de la Santa Sede. El informe, enviado a la Secretar�a de Estado el 9 de octubre de 1979, devela el "episodio de dolor localizado en la parte superior de la regi�n esternal, sufrido por el S. Padre hacia las 19:30 del d�a de la muerte, prolongado durante m�s de cinco minutos, que se verific� mientras el papa estaba sentado y preparado para rezar con el padre Magee, que retrocedi� sin ninguna terapia".

Esa noche no hubo ning�n movimiento m�s alrededor de la salud del pont�fice. Ning�n f�rmaco fue suministrado a Luciani: eso demuestra el reporte que se�ala que la farmacia del Vaticano no debi� abrir sus puertas, situaci�n que hubiera quedado en los libros de la dependencia. Falasca tambi�n hall� en su investigaci�n que el pont�fice hab�a sido tratado de una molestia cardiovascular en 1975 y que entonces s� hab�a sido medicado con anticoagulantes.

Antes de eso logr� darle una breve indicaci�n a otra de las monjas que cuidaban de sus cosas. Margherita Marin estaba planchando una de sus camisas cuando el papa se detuvo y le indic� que solo emprolijara el cuello y el pu�o. "Sor� la hago trabajar tanto. No hace falta que me planche tanto la camisa porque hace calor, transpiro y tengo que cambiarme a menudo. Planche solo el cuello y los pu�os, que el resto no se ve".



Sor Margherita ser�a la segunda en ingresar a la rec�mara de Juan Pablo I. "Ni una arruga. Estaba recostado un poco a la derecha, con una leve sonrisa, las gafas puestas, los ojos medio cerrados, como si durmiera. Le toqu� las manos. Estaban fr�as. Me impresionaron las u�as: un poco oscuras", recuerda la religiosa, hoy de 76 a�os, en el libro. "Podemos decir, con toda la documentaci�n, que Luciani muri� por un ataque al coraz�n. Esta es la verdad desnuda y cruda", subray� Falasca en una entrevista con Radio Vaticano.

Pero esos d�as fueron d�as de intrigas y misterios en el Vaticano. Los cardenales quer�an saber qu� hab�a ocurrido con el papa antes de nombrar a otro pont�fice. Quer�an saber si los ex�menes forenses permit�an "excluir lesiones traum�ticas de cualquier naturaleza"; qu� significaba "muerte repentina"; "�la muerte repentina es siempre natural?". Esas fueron las consultas que los desconfiados cardenales hicieron a los m�dicos que finalmente embalsamaron a Luciani.

�Ser�n suficientes las pruebas aportadas en el libro de Falasca para apartar cualquier halo de desconfianza en torno a la muerte de un brev�simo papado? Eso parecer�a, seg�n los documentos presentados. Sin embargo, a veces es m�s atractivo desconfiar y alimentar una conspiraci�n que rendirse ante la evidencia.

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