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El tejido ancestral que se resiste a desaparecer ante la industrialización




14/03/2018 - 17:46:04
RT.- A los kichwa otavalos se les conoce como "mindalaes" (viajeros), pero principalmente se les asocia con el arte del tejido, que han heredado de sus ancestros y como buenos "embajadores" lo han llevado a todas las partes del mundo. Son de Ecuador y est�n en la provincia de Imbabura, a unos 90 kil�metros al norte de Quito, la capital del pa�s.

Ponchos, cobijas, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales y manteles, entre otras prendas, adornan los mercados artesanales del pa�s, pero principalmente los de Quito y Otavalo En este �ltimo, todos los d�as, pero con mayor proporci�n los s�bados, se pueden encontrar los tejidos en y alrededor de la Plaza de los Ponchos.

Aunque siguen produciendo y comercializando, actualmente enfrentan una dura realidad: cada vez son menos quienes se dedican al tejido artesanal, al manual; las m�quinas han ganado espacio.

"Las m�quinas ya nos suplantaron (�) la industrializaci�n ha hecho que estos tejidos ya pierdan su valor", dice Luzmila Zambrano, una de las fundadoras y socia del Museo Viviente Otavalango, espacio creado en 2011 para la conservaci�n y revitalizaci�n del patrimonio cultural tangible e intangible del pueblo kichwa Otavalo.
Laboriosas t�cnicas de tejido

Bel�n Arellano, una joven quite�a que decidi� practicar el arte del tejido otavale�o en el museo, dice que en esa zona "se teje desde �poca precolombina, desde antes de los Incas [siglo XV], inclusive".

Cuenta que "existen evidencias de que la gente ya ten�a conocimiento de la t�cnica de la callua [o callwa], que es una t�cnica preincaica". Es la forma m�s antigua de tejer que se conoce en Otavalo. El tejedor se sienta en una estera, con una faja apretada a la cintura que se amarra a un palo; el cuerpo de la persona es la que tensa la urdimbre (conjunto de hilos colocados en paralelo y a lo largo en el telar para pasar por ellos la trama y formar un tejido). "Es un trabajo s�per sacrificado, que requiere de mucha paciencia y tambi�n de mucho desgaste f�sico", explica la joven.

En el Museo Viviente Otavalango est� el "taita" [l�der] Lucho, quien a�n teje en callua y puede tardar un mes para hacer un poncho o hasta tres, si es a dos caras o reversible, comenta Zambrano. Ya son muy pocos quienes usan esta t�cnica. "Yo considero que es un trabajo muy mal remunerado", dice, por su parte, Arellano, porque un turista no est� dispuesto a pagar m�s de 150 d�lares por una pieza de esta naturaleza.

La otra t�cnica es el telar de pedal, el que usa Arellano. "Este fue tra�do en la �poca de la conquista de la corona espa�ola", comenta. Sin embargo, los lugare�os hicieron una adaptaci�n y ahora tienen un "telar h�brido". Tambi�n es de madera, pero la urdimbre es tensada por la misma pieza y los artesanos pueden estar sentados un poco m�s c�modos.

El borrego sigue aportando la lana

"Al dise�o le ponen el alma. Son piezas �nicas, porque es la historia que el tejedor est� contando en su tejido", dice Zambrano, al hacer referencia a los dise�os que plasman los artesanos en cada prenda hecha a mano. A quienes han querido rendirse, les recuerda que "el tejer es un arte" y que en cada pieza "estamos tejiendo ilusiones, estamos tejiendo nuestra vida, estamos tejiendo nuestras esperanzas".

Los dise�os pueden incluir figuras de c�ndores [ave andino conocido como el mensajero de los dioses], dise�os precolombinos, las chismosas [mujeres ind�genas sentadas], paisajes, flores, animales, entre otros.

Los tejidos se siguen haciendo con lana de borrego. Al principio, las prendas eran del color natural del animal; sin embargo, con el tiempo fueron introduciendo productos con colores llamativos, luego de someter a tinturado la lana, con tintes naturales.

El proceso que se aplica para obtener la materia prima y hacer las duraderas prendas a mano parte del trasquilado al borrego, se obtiene la lana que se somete a un proceso de lavado y limpieza; con eso se hace el hilo �aunque si se quieren de colores, antes se hace el tinturado�; luego sigue el urdido (disponer los hilos para hacer una tela) y ya est� listo para el tejido a mano.

El espacio que han ganado las m�quinas

Pero a las t�cnicas de tejido manual, cada vez m�s le roban espacio las m�quinas; telares el�ctricos donde se produce en masa. "Es f�cil irse a una m�quina y poner un dise�o en el computador y salen por cientos y por miles", dice Zambrano.

En las once parroquias de Otavalo, "son contadas las personas que se dedican a tejer a mano", ya la mayor�a prefiri� migrar a las m�quinas, comenta. Pero independientemente de la t�cnica, el otavale�o sigue siendo un caminante que lleva sus productos a todas partes.

Lo que las m�quinas no reemplazan, ni lo har�n �seg�n Zambrano� es el proceso con el cliente que ten�a la confecci�n manual. El artesano se manten�a en contacto constantemente con quien hab�a pedido la prenda, pon�a a su elecci�n el color, le contaba cada paso que iba dando: "Ya comenc� a hacerlo, ya tengo el cuello, ya le estoy haciendo este lado, falta este otro lado. Era bonito escucharlo".

Para enfrentar la competencia de la industrializaci�n, desde el museo, por ejemplo, se han dado a la tarea de mostrar a los turistas todo el proceso de confecci�n a mano. Pero el mayor reto es "que nuestros j�venes, los ni�os, no pierdan la identidad que tenemos como pueblo" y aprendan las t�cnicas, explica Zambrano.

Lugar que guarda una triste historia

El espacio que actualmente ocupa el Museo Viviente Otavalango tiene una triste historia detr�s.

Desde 1821 funcion� como la Hacienda Quinta de San Pedro. Para entonces, en ese lugar se "tej�an las mejores bayetas (tela hecha en lana) para enviar a la corona espa�ola", dice Zambrano, citando un documento encontrado en la casa, que data de 1850. Para la confecci�n de esas telas, los artesanos eran amarrados con cadenas a las columnas.

En 1858 se funda la f�brica de tejidos e hilados San Pedro. Desde entonces y hasta 1998 se hicieron en el lugar cobijas, que eran fabricadas �nicamente por hombres. Trabajaban con m�quinas tra�das desde Boston. Pero los artesanos, que tambi�n fueron sometidos a duras jornadas, fueron los art�fices de moldes con dise�os que eran plasmados en las prendas.

"Luego por mala administraci�n, la f�brica quebr�" y pas� a manos de los bancos de Tungurahua y Occidente, que tras el feriado bancario la cedieron a la Agencia de Garant�as del Dep�sito. En 2010 la tom� la Corporaci�n Financiera Nacional, la cual la someti� a subasta y la obtuvieron los representantes del proyecto del museo.
* Edgar Romero / RT

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