Jueves 10 de octubre 2024

Un cometa se acerca a la Tierra y no volverá hasta dentro de 800 siglos: Será visible el 12 de octubre



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SINC.- Un antiguo viajero celeste procedente de la remota Nube de Oort, que quizá se llegó a ver en la época de los neandertales, estará pasando a mediados de octubre cerca de nuestro planeta. Aquellos que quieran disfrutar del espectáculo tendrán que aprovechar el momento, porque no volverá hasta dentro de 800 siglos.

Se trata del cometa C/2023 A3 Tsuchinshan-ATLAS, como recoge de forma oficial el Minor Planet Center, el organismo de la Unión Astronómica Nacional responsable de la designación de los cuerpos menores del sistema solar.

Su nombre hace referencia a que se descubrió a principios de 2023 desde el Observatorio Tsuchinshan (Montaña Púrpura) en China y, un mes más tarde, también con el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) en Sudáfrica.

El pasado 27 de septiembre, el cometa realizó con éxito su paso más cercano al Sol, situándose a tan solo 58 millones de km, durante el perihelio o punto de su órbita más próximo a nuestra estrella.

Desde diversas partes del mundo se tomaron imágenes, como las de los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias y astrofotógrafos en el Observatorio del Teide, en Tenerife.

Superó la prueba de fuego

Los científicos no descartaban que en su aproximación al Sol el cometa se hubiera fragmentado, ya que su composición volátil y helada podría no haber soportado el intenso calor de nuestra estrella, pero sobrevivió más o menos intacto.

Así lo confirmaron las imágenes captadas en los días posteriores, como las del proyecto TAO del Instituto de Astronomía de la Universidad de Tokio (Japón) desde su Observatorio Atacama en Chile, el más alto del mundo.

“Los cometas son más frágiles de lo que la gente cree, debido a los efectos de su paso cerca del Sol sobre su hielo de agua interno y compuestos volátiles como el monóxido y dióxido de carbono”, explica el astrónomo Bill Cooke, del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA en Estados Unidos.

“El cometa Kohoutek –pone de ejemplo–, alcanzó el sistema solar interior en 1973, se rompió al pasar demasiado cerca del Sol; y del mismo modo, el cometa Ison no logró sobrevivir al intenso calor y la gravedad del Sol durante el perihelio en 2013”.
 

Máxima aproximación a la Tierra

Pero en esta ocasión el cometa Tsuchinshan-ATLAS ha sobrevivido a su tránsito alrededor de nuestra estrella. De hecho, ahora está en camino de acercarse a unos 44 millones de millas (casi 71 millones de kilómetros) de la Tierra este 12 de octubre.

Cooke recomienda elegir un punto de observación oscuro justo después del anochecer. Mirando hacia el suroeste, unos 10 grados por encima del horizonte, identificando las constelaciones de Sagitario y Escorpio. Tsuchinshan-ATLAS debería ser visible entre ellas. Para el 14 de octubre, el cometa puede permanecer visible en el punto medio entre la brillante estrella Arturo y el planeta Venus.

Desde el Observatorio Astronómico Nacional (OAN-Instituto Geográfico Nacional) también recomiendan mirar hacia esa zona del oeste al anochecer, a diferencia de a principios de octubre, cuando el cometa se vio al amanecer hacia el este. “Necesitas prismáticos, pero se espera que aumente de brillo”, apuntan desde su cuenta de X.

“Y disfruta de la vista”, aconseja el astrónomo de la NASA, porque a principios de noviembre el también llamado ‘cometa del siglo’ volverá a desaparecer durante los próximos 80.000 años, lo que se supone que tarda en completar su órbita alrededor del Sol.

¿Cuánto brillará el cometa?

Es muy poco probable que Tsuchinshan-ATLAS sea visible durante el día, excepto quizá en el crepúsculo, según Cooke. En los últimos 300 años de observación astronómica, solo nueve cometas han sido lo suficientemente brillantes como para ser vistos durante el día. Los últimos fueron el cometa West en 1976 y, en condiciones ideales, el cometa Hale-Bopp en 1997.

El brillo de los cometas se mide con la misma escala que utilizamos para las estrellas, que se emplea desde aproximadamente el año 150 a.C., cuando fue ideada por el antiguo erudito Hiparco y perfeccionada por el astrónomo Ptolomeo. La magnitud estelar se mide en una escala logarítmica, lo que hace que una estrella de magnitud 1 sea exactamente 100 veces más brillante que una estrella de magnitud 6.

Cuanto más bajo es el número, más brillante es el objeto y es, por tanto, más probable que se vea claramente, ya sea con telescopio o a simple vista. “Normalmente, un cometa tendría que alcanzar una magnitud de -6 a -10 para ser visto a la luz del día”, explica Cooke, “y eso es extremadamente raro”.

Los últimos datos estiman el brillo de Tsuchinshan-ATLAS entre 2 y 4. En comparación, la estrella visible más brillante del cielo nocturno, Sirio, tiene una magnitud de -1,46. En su punto más brillante, el reflejo solar de Venus tiene una magnitud de -4. La Estación Espacial Internacional alcanza a veces un brillo relativo de -6.

Al mismo tiempo, pueden beneficiarse de un fenómeno llamado “dispersión hacia delante”, que hace que la luz solar rebote con mayor intensidad en todo el gas y los restos de la cola del cometa y su coma (la nebulosa brillante que se desarrolla a su alrededor durante la órbita estelar cercana), provocando un efecto de brillo más intenso para los observadores.

“Si hay mucha dispersión hacia adelante, el cometa podría ser tan brillante como magnitud -1”, destaca Cooke. Eso podría hacerlo “visible a simple vista o realmente espectacular con prismáticos o un telescopio pequeño”.

El destino final de Tsuchinshan-ATLAS

¿Qué pasará finalmente con el cometa Tsuchinshan-ATLAS? Cooke apunta que no se espera que se acerque demasiado a los gigantes planetarios de nuestro sistema solar, sino que con el tiempo podría llegar eventualmente a salir despedido fuera de él –como una piedra desde una honda– debido a la influencia gravitatoria de otros mundos y a su tenue vínculo con el Sol.

Pero es probable que al resistente viajero aún le quede camino por recorrer. “Aprendí hace mucho tiempo a no apostar por los cometas”, concluye Cooke entre risas, “así que tendremos que esperar a ver”.


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