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No se imaginan la satisfacción con la que escribo esta columna, en momentos cuando aún hay quienes pretenden tapar el sol con un dedo, para negar lo que la evidencia histórica y estadística confirma, que el Modelo de Desarrollo Cruceño existe, y es exitoso.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia, que cada año otorga el más preciado galardón internacional distinguiendo a los que sobresalen por su contribución a la Humanidad con investigaciones o descubrimientos, acaba de premiar a tres destacados economistas: James A. Robinson de la Universidad de Chicago y a Daron Acemoglu y Simon Johnson del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
El Premio Nobel de Economía 2024 fue adjudicado a estos profesionales, por demostrar con sus estudios, cómo es que se forman las instituciones y cómo la calidad de éstas afectan a la prosperidad, ayudando a comprender por qué algunas naciones prosperan y otras no, para lo cual idearon dos categorías de instituciones, las inclusivas y las extractivas, como constatación de sus estudios teóricos y empíricos.
Su tesis, sustentada en evidencias históricas y estadísticas, da cuenta que las instituciones inclusivas hacen progresar a la población que goza de éstas, mientras que otras quedan atrapadas en la pobreza con un bajo crecimiento por su instituciones extractivas. Según los autores, las instituciones inclusivas acarrean beneficios de largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas sólo devengan beneficios de corto plazo para quienes están cerca del poder, por lo que no hacen mejoras a favor de la población.
Esta es la brillante explicación del por qué algunos países son ricos y otros pobres, sustentado en sus libros “Por qué fracasan los países” (Acemoglu y Robinson) sobre los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, y la obra “Poder y progreso” (Acemoglu y Johnson) que aborda la interminable aspiración por la tecnología y la prosperidad.
“Reducir las enormes diferencias de ingresos entre países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo”, dijo Jakob Svensson, Presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas en una nota de prensa oficial (“Ellos nos han ayudado a comprender las diferencias de la prosperidad entre las naciones”, www.nobelprize.org, 14.10.2024)
Demostrar la positiva relación entre la calidad de las instituciones sociales y la prosperidad de los países es algo inédito, como también ha sido su gran aporte al conocimiento, el relacionar el crecimiento económico con la calidad de las instituciones políticas.
Uno de los mejores ejemplos de los investigadores tiene que ver con un estudio comparativo que hicieron con la ciudad de Nogales que, por razones históricas de redefinición de límites, acabó divida en dos: La ciudad de Nogales, en Sonora, México, y la ciudad de Nogales, en Arizona, Estados Unidos, ambas con similitudes culturales y geográficas, pero, por alguna razón, la Nogales del Norte es más próspera que la Nogales del Sur, pese a estar una frente a otra. La diferencia que marcó la diferencia fue la calidad de las instituciones en cada ciudad, en función de propiciar posibilidades de educación, trabajo y la mejora de ingresos.
Pero… ¿Por qué mi alegría con esta columna? Porque, como economista, me siendo satisfecho por el descubrimiento de los Premios Nobel 2024, ya que lo mismo dijimos en 2021 los autores del libro “Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito”.
Está fresco aún en mi memoria el recuerdo de las noches de discusión, en agosto de 2021, con los coautores del libro Carlos Hugo Barbery Alpire, Pablo Mendieta Ossio, Oscar Soruco López y mi persona, acompañados de una gran profesional, la Ing. María Esther Peña Cuéllar, que nos ayudó con la revisión de la obra y las conclusiones, discutiendo el rol que tuvieron las instituciones para el vertiginoso desarrollo de Santa Cruz.
Justamente, Pablo acaba de escribir una desafiante columna que les invito a leer, la tituló, “Por qué fracasa Bolivia (y no Santa Cruz)”, a propósito del Premio Nobel de Economía 2024 (“EL DEBER”, 17.10.2024).
Y es que, si se cambia los términos que usan los galardonados, de “países” por “regiones”, confirmamos que un factor clave para el desarrollo de Santa Cruz han sido sus instituciones que apuntalaron el espíritu empresarial cruceño desde hace más de 100 años, bajo la forma de Cámaras, Asociaciones, Federaciones, Cooperativas, Comités, etc., con la mira puesta en el desarrollo, frente a una lacerante realidad como sentenció la historiadora Paula Peña Hasbún, en el referido libro:
“Sin el Estado, a pesar del Estado, contra el Estado y en escasas ocasiones con el Estado, la sociedad cruceña ha construido su presente y planifica su futuro”
La institucionalidad inclusiva cruceña ha sido, es, y seguirá siendo uno de los cinco factores fundamentales del exitoso Modelo de Desarrollo Cruceño. ¡Los Premios Nobel de Economía 2024 nos dieron la razón!
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional