- #Especiales
- 2025-12-16
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El método de belleza del bronceado en cama solar, popular por su rapidez, esconde un efecto oculto y serio: acelera el envejecimiento de la piel joven a nivel genético en solo minutos.
Un estudio realizado en EE. UU. y publicado en la revista Science Advances demostró que la piel de jóvenes usuarios de camas solares acumula un daño genético comparable o superior al de personas que les doblan la edad.
Los científicos se asombraron al encontrar que la piel de usuarios entre 30 y 40 años que usan rayos UV artificiales tenía tantas o más mutaciones celulares cutáneas que adultos de 70 u 80 años que nunca usaron esos dispositivos.
Según Bishal Tandukar, uno de los líderes del trabajo, la piel de los usuarios de camas solares lucía "décadas más vieja a nivel genético" debido a la rápida acumulación de mutaciones.
Aunque estas mutaciones no son visibles, el daño celular sube drásticamente el riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluido el melanoma, uno de los tipos más peligrosos y mortales.
Preocupantemente, el daño genético se encontró incluso en áreas del cuerpo que rara vez ven la luz natural (como la espalda baja), pero que quedan expuestas durante las sesiones de bronceado artificial.
El problema trasciende lo estético. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha clasificado a las camas solares en la categoría de carcinógenos más serios, equiparando su riesgo con el tabaquismo.
El estudio analizó 182 células individuales de 26 donantes, confirmando que el ADN de quienes usan estas camas solares presenta "cicatrices invisibles" que son el primer paso hacia tumores.
Hunter Shain, coautor del estudio, declaró: “Encontramos que la piel de los usuarios de camas solares estaba saturada de células con mutaciones conocidas por conducir a melanomas”.
El bronceado artificial, especialmente a través de la radiación ultravioleta A (UVA), acelera el envejecimiento en las capas profundas de la piel, y cada sesión añade nuevas mutaciones que aumentan el riesgo de cáncer.
La evidencia contundente lleva a los científicos y expertos, como el dermatólogo Andrés Politi, a recomendar a las personas mantenerse lejos de las camas solares para limitar la acumulación de mutaciones.
La principal advertencia es que las mutaciones genéticas, una vez que ocurren, no se pueden revertir, haciendo esencial la prevención y obligando a repensar el mito del "bronceado seguro".