Domingo 23 de marzo 2025

Los futbolistas siguen una regla matemática sin darse cuenta y se mueven como un solo organismo



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Un fascinante estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST) ha revelado que los equipos de fútbol se comportan como una sola entidad cuando persiguen el balón, siguiendo patrones de movimiento similares a los de los albatros buscando alimento o las partículas en un fluido turbulento.

Esta peculiar forma de moverse, conocida como "vuelo (paseo) de Lévy", nombrado en honor al matemático francés Paul Lévy, se caracteriza por una serie de movimientos cortos intercalados con repentinos desplazamientos más largos. Es una estrategia que la naturaleza ha perfeccionado durante millones de años y que se ha observado en todo, desde el movimiento de células dentro del cerebro hasta las trayectorias de aves marinas, e incluso en rastros fósiles de organismos marinos de hace más de 66 millones de años, según recoge el medio IFL Science.

¿Por qué seguirían los jugadores de fútbol este patrón?

La respuesta parece estar en la optimización de recursos escasos. "El fútbol es un juego de escasez de recursos: para ganar, un equipo necesita la posesión del balón, y solo hay un balón en juego", explica el profesor Tom Froese, autor principal del estudio, publicado en la revista Complexity, y director de la Unidad de Ciencias Cognitivas Corporales del OIST, en un comunicado de prensa.

"Tiene sentido que los jugadores individuales se muevan de esta forma para maximizar sus oportunidades", agrega.

Optimización de recursos: cuando futbolistas y albatros siguen el mismo patrón

En la naturaleza, este patrón de movimiento proporciona a los organismos la estrategia óptima para equilibrar la explotación de recursos cercanos (los pasos cortos) con la exploración de posibles nuevas oportunidades (los saltos largos). Del mismo modo, los futbolistas equilibran la necesidad de mantenerse activos en una zona específica con la de explorar nuevas áreas del campo para aumentar sus posibilidades de posesión.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron datos de la liga japonesa de fútbol (J-League) con mucha precisión, siguiendo la posición de cada jugador y del balón hasta el centímetro. Lo que descubrieron fue sorprendente: según Ivan Shpurov, primer autor del estudio, los jugadores mostraban este patrón de movimiento específicamente cuando buscaban el balón, al igual que los animales cuando buscan comida. En el momento en que conseguían la pelota, el patrón cambiaba.

Más fascinante aún fue descubrir que el "centroide" del equipo –el punto medio entre todos los jugadores– seguía el mismo patrón, sugiriendo que el equipo completo actuaba como un solo organismo en busca del balón.

Sincronía intercerebral: equipos que actúan como un solo organismo

Los investigadores también encontraron que los jugadores que mostraban un patrón de Lévy más pronunciado solían estar más cerca tanto del balón como del centro de su equipo, aunque aclaran que esto no necesariamente indica que sean mejores futbolistas.

Lo más fascinante de este descubrimiento es cómo revela la capacidad humana para la acción colectiva coordinada. El hecho de que un equipo entero pueda comportarse como un organismo único siguiendo patrones matemáticos complejos sin que los jugadores sean conscientes de ello es notable.

"Aunque todavía no hemos investigado los mecanismos subyacentes de la coherencia de equipo, investigaciones anteriores han sugerido que la cooperación conductual en parejas se asocia a menudo con una mayor sincronía intercerebral", señala el profesor Froese.

En otras palabras, los jugadores de fútbol pueden estar "sincronizando" sus cerebros durante el juego para actuar como una entidad unificada. "Los futbolistas no actúan todos exactamente de la misma manera, ya que sería una táctica muy ineficaz. En lugar de eso, sus acciones individuales se complementan en respuesta al juego, y el comportamiento del equipo surge de los comportamientos individuales de los compañeros", explica Froese.

¿Por qué amamos el fútbol?

Este estudio también podría dar pistas sobre por qué los deportes de equipo son tan populares en todo el mundo. Dado que los paseos de Lévy son un patrón universal que se ha observado incluso en rastros fosilizados de hace 50 millones de años, así como en los patrones de movimiento de los cazadores-recolectores modernos, nuestra fascinación por juegos como el fútbol podría estar conectada con patrones de búsqueda de alimento profundamente arraigados en nuestra historia evolutiva.

Así, la capacidad de coordinar nuestros movimientos para actuar como un agente unificado en pos de un objetivo común resuena posiblemente a un nivel primitivo con nuestra naturaleza social y cooperativa.

En definitiva, más allá de lo deportivo, la conclusión resulta intrigante: patrones que surgen en bacterias, aves o moléculas terminan repitiéndose en una cancha de fútbol a gran escala. Estos hallazgos invitan a reflexionar sobre cómo la cooperación y la búsqueda de un objetivo común pueden emerger de movimientos individuales, dando lugar a un "yo colectivo". Un recordatorio, quizá, de que nuestras estrategias innatas de exploración van mucho más allá del reino animal… y se cuelan hasta en nuestra pasión por el fútbol.


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