Viernes 22 de noviembre 2024

José Magela Bernardes

Las duras lecciones y el futuro de la industria

De cuando en cuando, la industria de los hidrocarburos es sacudida por aspectos negativos que quedan como una imagen dañina en el público y que, de alguna manera, borran una realidad incontrastable; esta industria es la que más invierte es sistemas de seguridad en todos los aspectos.


  • 27-07-2010
  • en

2840 vistas

[Estamos en WhatsApp. Empieza a seguirnos ahora]

De cuando en cuando, la industria de los hidrocarburos es sacudida por aspectos negativos que quedan como una imagen dañina en el público y que, de alguna manera, borran una realidad incontrastable; esta industria es la que más invierte es sistemas de seguridad en todos los aspectos.

En los 80 fue el desastre conocido como Exxon Valdés en Canadá, hace unos años el derrame del tanquero Prestige en aguas el Mar del Norte, hoy el hundimiento y posterior fuga incontrolada de un pozo de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, ¿son inevitables estas tragedias?.

Veamos. Ninguna empresa quiere que ocurra algo así, por la sencilla razón de que lo único que esto provoca son pérdidas; en lo económico, en lo técnico, en patrimonio, en la imagen ante la sociedad y sobre todo en tiempos de concreción de los proyectos. Es por eso que una de las claves para evitar aspectos negativos como éstos es la ya implementación cultural de sistemas de seguridad en todas las áreas de operación. Y no es una seguridad simbólica, es hacer de cada trabajador/a, un agente seguro, con mente segura, con conciencia segura en cada uno de los aspectos de su vida.

En el mundo hay miles de operaciones petroleras de alto riesgo cada día, barcos transportando crudo y gas, plataformas perforando, personas manipulando sistemas sensibles y de alto riesgo. La industria petrolera es una actividad fuertemente regulada, con normas muy estrictas, con profesionales del más alto nivel y aún así existen accidentes que impactan profundamente.

Cada evento desastroso como el que ocurre en el Golfo de México, impulsa necesariamente, y por el bien de la industria, a hacer un aprendizaje profundo de lo sucedido. Las empresas involucradas en la operación y supervisión de estos activos, que ya desaparecieron en el fondo del mar, tienen para adelante un proceso de comprensión de aquellos aspectos que se hicieron mal, de una revisión técnica profunda de los protocolos de seguridad, de los alcances de los sistemas y de mirar con sinceridad si esto pudo haberse evitado.

Los gobiernos y las gerencias de las empresas, son conscientes de lo difícil que es para el medioambiente un derrame y mucho más en el océano. Pero al mismo tiempo, también hay conciencia, incluso social, de que el mundo continúa requiriendo energía y la necesitará en mayores cantidades en el futuro. Las energías alternativas son aún una pequeña parte de la generación energética mundial y este siglo seguirá siendo del gas y el petróleo y mientras el mundo así lo requiera, habrá compañías y Estados que los busquen para entregarlos al mercado.

Cada desastre debe ser un aprendizaje profundo, pero un aprendizaje que corrija lo mal hecho, los daños ambientales que se causaron y sobre todo las operaciones futuras. La industria petrolera es responsable en todos los aspectos de sus operaciones, y lo será aún más a partir de las duras lecciones.

* Presidente de la Cámara Boliviana de Hidrocaburos. Edición Nº 67 de la revista Petróleo & Gas


Más contenido de

Anuncio