Viernes 22 de noviembre 2024

Aramayo fue llevado a 57 cárceles, se enfermó y su familia quedó en la ruina



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Página Siete.- Humilde, íntegro y luchador por la justicia. Con esas palabras, familiares y amigos describen a Marco Antonio Aramayo, el exdirector del Fondo Indígena (Fondioc) que denunció corrupción en la institución que dirigía y que luego se convirtió uno de los dos detenidos por ese hecho. Murió ayer en el Hospital de Cotahuma de La Paz luego de peregrinar por 57 cárceles y carceletas de todo el país durante siete años.

“En total, Marco estuvo en 57 cárceles y carceletas de todo el país”, aseguró a Página Siete el abogado defensor de Aramayo, Héctor Castellón.

El jurista dijo que por este caso Aramayo logró conocer los penales de máxima seguridad del país y las carceletas de todos los juzgados. Recordó que no sólo fue trasladado a esos penales, sino a diferentes provincias porque también en esos juzgados se realizaban sus audiencias de medidas cautelares, como ocurrió en Challapata.

Según Castellón, en una y otra cárcel los policías despertaban a Aramayo a las dos, tres y cuatro de la madrugada para decirle que tenía que ser trasladado a una u otra región para audiencias de medidas cautelares.

En una ocasión, Aramayo  llamó a su abogado a las 23:30 para decirle que querían sacarlo del penal. “Me llamó asustado, para contarme que lo querían sacar, pero los presos lo protegieron”, dijo. Contó que luego de una amenaza de intervención al penal, lo sacaron a las 3:00 y lo enviaron sin rumbo. Se conoció -después- que estaba en Beni.

En otro momento fue trasladado al penal de Cobija, donde hubo un motín y fue obligado a desnudarse, mientras los policías caminaron sobre él.

En decenas de ocasiones Aramayo fue protegido por los presos, quienes veían “lo justo e íntegro que era” el exdirector  del Fondo Indígena.

Aramayo ingresó a la cárcel hace siete años. Él denunció corrupción en el Fondo Indígena, pero fue perseguido con decenas de procesos.

El jurista recordó que se viralizó un video de la primera reunión del directorio de esa institución y en este audiovisual Aramayo llamó “caudillos que están parepetados en esos puestos de poder eventual para sacar dinero a la gente más pobre y más necesitada”. En su criterio, él  no tenía miedo, ya que dijo eso delante de la exministra (Nemesia Achacollo) “que era casi todopoderosa y de todos los miembros del Pacto de Unidad”.

Para el abogado, ese momento fue el inicio de la debacle de Aramayo, ya que denunció el saqueo y la quiebra técnica y económica del Fondo Indígena. “Él denunció que tenían 3.640 proyectos aprobados desde 2009 y ni siquiera se tenía el proyecto como tal”.

Aramayo ingresó a trabajar a esa institución apoyado por los pueblos indígenas del oriente desde septiembre de 2013 hasta febrero de 2015. Luego de cinco años de pedir a la Contraloría  que investigue los 1.100 proyectos, se logró la auditoría a 153  que fueron desembolsados al 100% antes de su gestión. Al identificar irregularidades, el 4 de marzo de 2015, presentó su denuncia ante la Fiscalía y horas después se modificó la querella y él se convirtió en el supuesto principal responsable. Fue detenido.

Desde entonces comenzó la escalada de decenas de procesos. Su última audiencia fue hace dos semanas. El Fondioc generó un departamento específico para hacer seguimiento a los procesos. “Marco les decía, ustedes ganan plata de mis lágrimas, espero que les paguen bien”, recordó Castellón.

Tras las rejas, Aramayo sufrió  hipertensión y se contagió cuatro veces covid “por el hacinamiento”. La semana pasada ingresó al hospital con un coma diabético. Ayer no resistió un paro cardíaco y falleció.

En los siete años de cárcel, Aramayo sufrió porque no pudo asistir al entierro de su papá ni a los cumpleaños de su esposa e hijos, en especial a los 15 años de su hija.

El 21 de marzo, Marco cumplió 54 años, estaba casado y tiene dos hijos. Su familia gastó todos sus recursos en los procesos. “Ellos pasan una situación económica complicada”, dijo el abogado. Para el hijo de Aramayo,  Caetano, su papá es un ejemplo de lucha y de ética.

Ayer, por fin, Aramayo cumplió uno de sus sueños: ser libre. Será enterrado en Santa Cruz, donde su mamá y hermanos lo  recibieron anoche para darle el último adiós.


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