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- 2024-11-12
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Agencia Brasil.- En los últimos 60 años, el calentamiento en algunas regiones brasileñas ha sido mayor que el promedio mundial, alcanzando hasta 3°C en el promedio de las temperaturas máximas diarias en algunas regiones, señala el informe “Mudança do Clima no Brasil - síntese atualizada e perspectivas para decisões estratégicas”.
Según el estudio, desde el inicio de la década de 1990, el número de días con olas de calor en Brasil pasó de siete a 52, hasta el inicio de la década actual.
“Eventos extremos como sequías severas y olas de calor serán cada vez más frecuentes, con la probabilidad de eventos climáticos sin precedentes”, subraya el informe.
Presentado oficialmente esta semana en Brasilia, el documento es una síntesis del último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) y de otros estudios científicos actuales, enfocado en Brasil y resultado de un esfuerzo que reunió al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Información con las organizaciones sociales de la Red Clima, WWF-Brasil y el Instituto Alana.
Proyecciones
Con base en las proyecciones para los próximos 30 años, presentadas de forma inédita por el IPCC con el objetivo de orientar las acciones de adaptación, los investigadores también concluyeron que si se alcanza el límite de 2°C, los umbrales críticos para la salud humana y la agricultura serán superados con mayor frecuencia hasta 2050.
En este escenario, la población afectada por las inundaciones en Brasil aumentará entre un 100% y un 200%. Las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la malaria, también causarán más muertes.
La Amazonia, por ejemplo, perderá el 50% de su cubierta forestal debido a una combinación de deforestación, condiciones más secas y un aumento de los incendios. El caudal de los ríos se reducirá y la sequía afectará sobre todo a los estados de Amazonas, Acre, Rondônia y Roraima. El ciclo de lluvias en Brasil y Sudamérica también se verá afectado.
Las reservas pesqueras se reducirán en un 77%, con una disminución de entre el 30% y el 50% de los puestos de trabajo en el sector. El impacto estimado sobre los ingresos en relación con el Producto Interno Bruto es del 30%.
El Nordeste, donde viven actualmente casi 55 millones de personas, según datos preliminares del Censo de 2022, podría ver el 94% de su territorio convertido en desierto.
Los habitantes de las grandes ciudades brasileñas, como São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, estarán expuestos a la escasez de agua. La estimación es que, en el escenario de más de 2°C, unas 21,5 millones de personas en zonas urbanas se verán afectadas por la ruptura del ciclo del agua y el impacto en los cultivos en 2050.
Entre los ajustes inmediatos que señala el estudio están: detener la deforestación en todos los biomas - Polícía Federal
Medidas
En sus conclusiones, los investigadores consideran que es necesario mantener el límite de 1,5°C en el aumento promedio de la temperatura global y no permitir que las emisiones de gases de efecto invernadero sigan creciendo, y para ello es necesario revisar las ambiciones de las políticas nacionales. “Los objetivos de Brasil no se han correspondido con la magnitud de la reducción de emisiones que es responsabilidad del país”, subraya el informe.
Entre los ajustes inmediatos que señala el estudio están: detener la deforestación en todos los biomas, invertir en programas de pago por servicios ambientales para incentivar la conservación, migrar a una agricultura baja en carbono mediante sistemas agroforestales y la integración de cultivos, ganadería y bosques.
La gestión integrada de los recursos hídricos y la adopción de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático son señaladas por los científicos como vías para garantizar la seguridad hídrica y alimentaria.
Las soluciones basadas en la naturaleza son medidas necesarias para adaptar las ciudades al cambio climático, con un aumento de las zonas verdes que hagan más permeables las regiones urbanas con drenaje natural. El informe también señala la necesidad de invertir en transporte público con bajas emisiones de carbono, como el fomento del uso del transporte colectivo y no motorizado.
Asimismo, el documento subraya la importancia de la cooperación internacional en la financiación climática, el desarrollo y la transferencia de tecnologías limpias, así como el refuerzo colectivo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.