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- 2024-12-20
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Infobae.- Daniel Stern, conocido por su papel como el torpe ladrón Marv Murchins en la icónica película navideña Mi pobre angelito, demostró ser mucho más astuto en la vida real de lo que su personaje sugería. A sus 67 años, el actor supo negociar una cláusula en su contrato para la segunda entrega de la franquicia, lo que le permitió ganar varios millones adicionales y, finalmente, financiar un cambio drástico en su vida.
Originario de Maryland, Stern estuvo cerca de rechazar su participación en la primera película debido al salario inicial de $300,000 dólares que se le ofreció y a la extensión del calendario de filmación. Sin embargo, los productores lo convencieron para regresar tras no estar satisfechos con su reemplazo. La película, estrenada en 1990, se convirtió en un éxito mundial.
Daniel Stern consideró no participar
Cuando llegaron las negociaciones para Mi pobre angelito 2: Perdido en Nueva York, Stern supo que tenía ventaja. Al descubrir que su compañero de reparto, Joe Pesci, recibiría hasta $3 millones de dólares por su papel, Stern decidió despedir a su agente y negociar directamente. A pesar de sus dudas, logró asegurarse un aumento significativo en su salario y una participación del 1% en las ganancias brutas de la secuela. Aunque inicialmente había pedido el 2%, el acuerdo final resultó ser lucrativo.
Con una recaudación mundial de $359 millones de dólares, Stern obtuvo aproximadamente $3.59 millones, una suma que hoy equivale a $8.07 millones de dólares ajustados por inflación. Este ingreso le permitió a Stern realizar un cambio radical en su vida, dejando atrás Hollywood para dedicarse a la agricultura y otras pasiones artísticas.
Daniel Stern terminó llevándose más
Hoy en día, Stern vive como ranchero de ganado, pero también dedica tiempo a escribir y esculpir. Comparte regularmente detalles de su nueva vida en redes sociales, donde tiene 88,000 seguidores en TikTok y casi 25,000 suscriptores en YouTube. En sus publicaciones, muestra desde los jugos que elabora con las frutas que cultiva hasta esculturas de arcilla a tamaño real.
En su página web, Stern reflexiona sobre su transición de la actuación a la vida rural. “Cuando era niño, destacaba en las artes: teatro, coro, banda, cerámica y escultura. Abandoné la escuela secundaria a los 17 años para mudarme a Nueva York y convertirme en actor”, escribe. Sin embargo, con el tiempo, priorizó estar cerca de su familia y explorar otras pasiones creativas.
“Decidí dejar de viajar tanto y enfocarme en mi familia y en mis otras pasiones artísticas. Como resultado, tengo una vida familiar maravillosa y este cuerpo de trabajo”, agrega Stern.
En 2015, Stern recordó con The Hollywood Reporter la experiencia de filmar una de las comedias navideñas más exitosas de todos los tiempos. El actor describió cómo su primera lectura del guion lo hizo reír a carcajadas, algo que nunca le había sucedido antes, y cómo inmediatamente se enamoró del proyecto.
Stern aportó toda su energía al papel, considerando que la película era diferente y única. La historia del niño que defiende su casa de dos intrusos utilizando trampas caseras no solo se convirtió en un clásico navideño, sino que también marcó la carrera del actor.
“Puedo soportar un golpe”, dijo Stern riéndose al recordar las escenas de comedia física que involucraban caídas, tropiezos y otros accidentes. El actor confesó que terminó con más que un moretón.
Uno de los momentos más memorables para Stern fue cuando se lastimó al atravesar la puerta para mascotas durante una escena. “Me golpeé la nariz al sacar la cabeza rápidamente”, relató con una sonrisa.
Otro desafío llegó cuando tuvo que permitir que una tarántula real caminara sobre su cara. Aunque el equipo le ofreció una versión de goma, Stern decidió aceptar el reto con la araña verdadera. “Me dijeron que era inofensiva, pero pedí que le quitaran el aguijón. Me dijeron que no podían hacerlo porque moriría, y yo respondí: ‘Sí, pero si no lo hacen, quien morirá seré soy yo’”, bromeó. Finalmente, se armó de valor y filmó la escena, emitiendo un grito icónico que, según Stern, fue completamente real.
“Pregunté si el grito podría asustar a la tarántula, pero me explicaron que no podía oír”, dijo entre risas. “Estaba completamente comprometido con la película; quería dar lo mejor en cada escena”.
Esa dedicación fue recompensada con la admiración de los fans, quienes a lo largo de los años han compartido con Stern sus recuerdos de infancia vinculados a la película. “Es una forma maravillosa de vivir, que la gente se conecte conmigo de esa manera”, reflexionó. “Cambió mi vida, abrió puertas para conectar con las personas, escuchar sus historias sobre cómo celebran la Navidad y cómo la película les hizo reír”.