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La narco-dictadura de Siria ha sido derrocada después de una guerra que duró trece años, algo que invita a imaginar lo que pasaría con otros países que lograran expulsar a sus propias narco-dictaduras.
Un informe de la BBC dice que, a tres semanas del derrocamiento de Bashar El Assad, el nuevo gobierno controla sólo una cuarta parte del territorio del país de 185.000 kilómetros cuadrados.
El resto de Siria está en manos de diferentes grupos, reflejando la intrincada realidad racial, religiosa y social de un país que tiene como vecinos a Turquía, Irak y Jordania y una historia más antigua que la biblia.
El tirano derrocado está refugiado en Rusia y llama terroristas a quienes lo expulsaron del poder, porque dice que quiere volver, seguramente para seguir exportando captagon, la "cocaína de los pobres", un negocio que le daba ingresos por 10.000 millones de dólares al año.
Es decir que cuando un narco-dictador se va, no se resigna fácilmente y se propone volver, no sólo porque añora el poder, sino también porque tiene cuentas pendientes con sus clientes. Ojo, que las cuentas pendientes con las mafias son más difíciles de saldar que las facturas políticas.
Vamos a suponer, o soñar, que los bolivianos llegáramos a expulsar a la actual narco-dictadura y que sus cabecillas estuvieran refugiados en Rusia o donde se les antoje, deseando volver.
Entonces, la BBC tendría que informar sobre los territorios bolivianos que son controlados por el nuevo gobierno y los que han quedado en manos de los brazos operativos de la narco-dictadura.
Como ejemplo, hay que mencionar que si los mexicanos acabaran con la actual narco-dictadura representada por Morena, el nuevo gobierno sólo controlaría un tercio del territorio de ese país. El resto estaría en manos de los Zetas, los de Sinaloa, los del Golfo, etc.
En Bolivia, el informe de la BBC tendría que aludir a un territorio ubicado en el centro del país, y que es inexpugnable, porque está protegido por grupos de élite, con enviados desde Colombia, Brasil, México, Argentina, como se puede observar ahora mismo, cuando la policía tiene el desafío de detener a un capo del narco.
Y ese territorio tendría ramificaciones, como un pulpo, que van hacia el oeste, en un corredor que atraviesa el departamento de Santa Cruz, y enclaves en los restantes siete departamentos.
Sería una situación muy complicada, comenzando para quienes tuvieran que informar al resto del mundo.
Pero no hay que desanimarse. Hay que derrocar a la narco-dictadura de todos modos.
Siglo21bolivia.com