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Como regalo de Navidad, o de Reyes, al país, el presidente Luis Arce inauguró una fábrica de aceite que tiene como único propósito matar a la industria aceitera privada, porque él es muy socialista.
Para cerrar este 2024, Arce podía haber elegido otros presentes, comenzando por reabrir el correo nacional para que Bolivia deje de ser el único país del mundo que no lo tiene.
Al inaugurar la planta, que costó más de Bs 420 millones, el presidente dijo que el gobierno se propone conceder créditos a los pequeños productores de oleaginosas para que puedan producir la materia prima necesaria.
No entiende que los productores necesitan, antes que favores del gobierno, que se les asegure la provisión normal de diésel, escaso desde hace un año porque la tendencia socialista del gobierno hizo que la producción de petróleo sea ahora la más baja desde 1992.
No se ha enterado el presidente que en este momento las plantas aceiteras del país sólo son abastecidas con 55% de las oleaginosas que necesitan, porque no hay diésel, porque las tierras de cultivo son asaltadas por bandas armadas de masistas o porque el INRA arrebata las tierras a los odiados agricultores cruceños.
Salvo que estemos ante la admisión de que todos los delitos cometidos contra los productores de soya en Santa Cruz, como asaltos, invasiones, reversiones de tierras, formaban parte de la estrategia que culminaría con la inauguración de la fábrica masista.
Tampoco es capaz el presidente de observar que esta inversión, al igual que las restantes 170 nuevas fábricas estatales anunciadas, aumentan el déficit fiscal, ya el más alto de la historia, y engorda el flatulento gasto público.
Sabe, se podría sospechar, que cuando estalle la crisis él mismo o quien gobierne el país en ese momento, tendrá que despedir a miles de supernumerarios del aparato estatal, entre los cuales estarán incluidos los masistas de las planillas de las nuevas fábricas.
Se sabe que demoró mucho en terminar la carrera de economía en la UMSA, y que el cocalero Morales lo considera el peor economista de la historia, pero se supone que tiene asesores, o que en las reuniones de gabinete alguien le podría hacer notar el error, lo que, en realidad, es poco probable porque ya no hay reuniones de gabinete.
Y el ministro de economía insiste en decir que lo que ocurra en el país el próximo año depende exclusivamente de que el parlamento autorice los créditos externos que permitan al gobierno llegar hasta agosto por lo menos.
¿Feliz año nuevo?
Siglo21boliva.com