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Fui discriminada y juzgada por someterme a un aborto legal


26/03/2017 - 08:37:38
Página Siete.- "Si decide continuar con el embarazo puede morir”, fue la advertencia del médico que llevó a Magda Ch. a tomar la difícil decisión de interrumpir su tercer embarazo. "Aunque el procedimiento era legal, tuve que soportar la discriminación de enfermeras y de una doctora, que alegando objeción de conciencia se negó a hacer el procedimiento. Yo ya tengo dos hijos y preferí darles a ellos un pedazo de cielo a costa de mi propio infierno”, dice la profesional alteña de 31 años.

La sentencia constitucional 206/2014, aprobada en febrero de 2014 por el Tribunal Constitucional Plurinacional, establece dos causales legales para interrumpir un embarazo: si es producto de violación, incesto o estupro o si pone en riesgo la vida de la madre. Esta última fue la causal para el aborto de Magda.

Desde la emisión de la norma hasta diciembre de 2016 se registraron 120 abortos legales en el país, de acuerdo con un estudio de la organización no gubernamental IPAS Bolivia. La cifra es mínima si se considera que, según datos oficiales, se atienden 155 casos por malos procedimientos de abortos a nivel nacional.

"Hay discriminación, una mirada que juzga a las mujeres a las que se nos educa con la idea de ser madres primero y sobre todo. Esa mirada criminaliza, yo lo viví en carne propia”, evalúa Magda.
Le faltan dos centímetros para llegar al metro y medio y es delgadita; sin embargo, tuvo su primera hija por parto natural en 2007. Dos años después volvió a quedar embarazada "pero esta vez me debilitaba, estaba enferma”, cuenta Magda.

Cuando tenía ocho semanas de gestación y "una panza que parecía de seis meses”, sufrió una hemorragia que la llevó al hospital. "Era una mola hidatiforme que estaba creciendo en mi cuerpo y me practicaron meo que es una técnica de aborto; pero eso lo supe después. Esa vez, sin informarme, me llevaron a un quirófano y me hicieron el procedimiento, yo sentía que me succionaban todos los órganos, la vida”, cuenta.

Mola hidatiforme es un tumor que se forma en el interior del útero al comienzo de un embarazo y es un tipo de enfermedad trofoblástica gestacional. "Es el resultado de demasiada producción de tejido que se transforma en la placenta, la cual le brinda alimento al feto. Con un embarazo molar, los tejidos se transforman en un tumor anormal, llamado masa”, define la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

Tras esa experiencia, que Magda describe como "traumática”, logró vencer el miedo, tuvo su segundo hijo sin problemas. Pasaron seis años y a principio de este 2017 supo que estaba en gestación. "Yo, feliz pero algo asustada. Mi esposo y yo trabajamos, estamos bien y los chicos quieren un hermanito, todo parecía bien pero en los chequeos descubren que había vuelto la mola”, cuenta la joven madre.

Esta vez, según le explicaron sí había un embarazo en curso pero junto al bebé crecía la mola que ponía en riesgo la vida de Magda. "Estaba de cuatro semanas cuando fui a hacerme los exámenes y le comenté a la doctora del hospital alteño al que fui de mi anterior intervención. Ella me miró con cara de no creerme y pidió más análisis”.

Días después, con los nuevos resultados, la médica dijo que había riesgo pero que había que esperar hasta las 10 semanas. Y advirtió a Magda que de cualquier manera ella no iba a interrumpir el embarazo por "objeción de conciencia”.

La objeción de conciencia es una norma en la que se ampara un médico para no realizar alguna práctica médica. Desde que se emitió la sentencia constitucional 206/2014, varios galenos han apelado a esa cláusula.

"La objeción de conciencia está vigente en todo el mundo y todos somos libres de elegir, más en un país democrático. No somos asesinos. Las autoridades deben respetar nuestra decisión e incluso nuestra religión”, argumentó el presidente del Colegio Médico de La Paz, Luis Larrea.

El ente colegiado también rechaza el proyecto de ley que plantea ampliar las causales de aborto impune a extrema pobreza o condición de estudiante de la madre. Si se aprueba ese proyecto de norma -que está en debate- el Sistema de Salud no podrá negar una solicitud de interrupción de embarazo alegando objeción de conciencia. Los galenos estarán obligados a mantener el secreto profesional.

Pero el debate no estaba en boga aún en enero pasado, cuando Magda, asustada, acudió a un nosocomio paceño para confirman el diagnóstico. Entonces, escuchó las palabras que le resultaron lapidarias: "Si sigue con este embarazo, puede morir”.

Lo que siguió fue la decisión más difícil. "Eran sentimientos encontrados, sabía que podía perder a mi niño pero también que podía dejar huérfanos a mis dos hijos. La primera vez no me dieron a elegir pero esta segunda, sí y desde que una se entera que está embarazada empieza a amar a ese bebé”, cuenta. Después de noches en vela de charla con su esposo, Magda determinó interrumpir su embarazo.

"Cuando llegué al hospital yo parecía sana y las enfermeras no entendían y te juzgaban. Una de ellas incluso dijo, para que yo oyera, que hay un cielo y que Dios castiga a las malas madres -recuerda, entre lágrimas-. ¿Cómo va a decir eso?, yo me decía llorando solita. Si tengo que rendir cuentas será a solas con Dios”.

De esos días de pena en el hospital recuerda a una muchacha "jovencita” que iba a someterse a un procedimiento similar al suyo. "Era casi una niña y la maltrataban con comentarios como ‘has arruinado tu vida’. Ella estaba sola y quién sabe qué habrá tenido que pasar”.

Tras el procedimiento, Magda tuvo que volver al hospital por complicaciones. "Además del cuerpo tenía enferma el alma. Tuve que ir a la psicóloga y con ella comprendí que no importan los antecedentes en un embarazo. Cada mujer sabe por qué toma esta decisión difícil; nadie puede juzgarla”, reafirma.

En contrapunto, Magda agradece al profesional que la atendió en el nosocomio paceño. "Fue muy profesional y sensible y él me dijo que el papel del médico no es juzgar sino ayudar a su paciente. Eso no vi en las enfermeras ni en la doctora que se rehusó a atenderme en El Alto; ellas juzgaron y qué triste que entre mujeres no podamos ponernos en el lugar de la otra”.

Magda ahora agradece lo que considera "su segunda oportunidad para vivir”. Ha decidido no tener más hijos por lo que su esposo se sometió a una vasectomía. "Tenemos dos niños a los que amamos y queremos darles lo mejor, que crezcan con su madre. Con mi otro bebé, el chiquito, yo ya hice las pases”, dice.

Registraron120 abortos legales entre 2014 y 2016

De febrero de 2014 a diciembre de 2016 se registraron 120 abortos legales al amparo de la sentencia constitucional 206/2014, según un estudio en seis departamentos del país realizado por la organización no gubernamental IPAS Bolivia.

Las cifras entregadas por la entidad no incluyen los registros de hospitales públicos de Oruro, Cochabamba y Sucre, y revelan que la mayoría de los abortos permitió la interrupción legal de embarazos producto de violación a menores de edad.

En la presentación del informe, en enero, la directora de IPAS Bolivia, Malena Morales, informó que en 2016 se practicaron "39 abortos legales, de los cuales 23 fueron demandados por adolescentes de entre 11 y 14 años, o sea el 60%”.

Según la norma, el aborto es legal cuando el embarazo es producto de violación, incesto o estupro o cuando pone en riesgo la vida de la madre. A principios de 2015 el Ministerio de Salud aprobó el protocolo para realizar una Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en centros públicos y privados del país.

Morales aseguró que no fue fácil garantizar la vigencia de la sentencia constitucional especialmente por la resistencia del personal de salud que apelaba a la objeción de conciencia para vulnerar el derecho a un aborto legal. "También por el desconocimiento de las normas en diferentes niveles de la ruta de atención a víctimas de violencia sexual”.

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