Sábado 23 de noviembre 2024

Negocios abren sus puertas pese a la cuarentena; dueños dicen que deben pagar alquileres y mantener sus hogares



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La Razón.- “Salón de peluquería informa a su clientela que desde el jueves 14 de mayo retoma su atención de 07.00 a 14.00, para lo cual se solicita agendar su cita al celular…”. Este cartel está pegado en la puerta de este establecimiento situado en la zona de San Pedro. Pero no es el único.

En un recorrido que hizo La Razón por calles del centro constató que hay negocios que reanudaron sus actividades tras casi dos meses de cuarentena, de forma abierta o con las cortinas metálicas suspendidas a la mitad, pese a que La Paz es uno de los 62 municipios con alto riesgo de contagio en los que no se ha flexibilizado esa medida.

El alcalde Luis Revilla informó la mañana de este jueves que es “previsible” que el municipio de La Paz mantenga la calificación de riesgo alto sanitario y las restricciones de la cuarentena rígida en la evaluación del Índice de Riesgo Sanitario Municipal que dará a conocer el  Ministerio de Salud en las próximas horas.

“De la semana anterior a ahora, no han cambiado las cosas, eso significa que previsiblemente seguiremos manteniéndonos como municipio de riesgo alto; y eso implica al mismo tiempo mantener las restricciones establecidas hasta el momento”.
Negocios

Pastelerías, fotocopiadoras, restaurantes, estudios fotográficos, librerías, comercio de ropa usada, de electrodomésticos, salteñerías, tiendas que venden repuestos de celular, repuestos de vehículos, de reparación de celulares, de recargas de crédito de teléfonos móviles, vidrierías y otros estaban abiertos la mañana del miércoles 13 de mayo.

“Desde hoy hemos abierto nuestra librería. Nos hemos animado porque otros han abierto, además tengo que pagar el alquiler”, explicó José Pedro Ramos, cuyo negocio se encuentra en la calle Indaburo.

“Como verá, solo hacemos almuerzo para llevar”, dijo una mujer que atendía su restaurante en la misma vía. En un pizarrón se ofrecía jolke (riñón), milanesa, además de sopa de maní. “Todo para llevar” por Bs 12.

“Si desea hospedaje puede comunicarse al (…)”, anunciaba un papel colocado en la puerta de un hotel a medio abrir en la misma vía.

En la calle Colón, una vidriería con las rejas cerradas dejaban ver el trabajo que realizaban dentro sus dependientes.

Al frente, una peluquería anunciaba sus servicios en un cartel hecho a pulso pegado en su puerta de calamina en el que se pedía llamar a un número para solicitar la atención.

Más abajo, el dueño de otra librería admitió que abre sus puertas, pero solo tiene que entregar pedidos que recibe a través de su celular.

En la calle Bolívar se podía hacer revelar las fotografías en negativo o las sacadas por celular, “la cantidad que se desee”, y cerca de la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), las máquinas fotocopiadoras estaban en pleno funcionamiento.
Una tienda que oferta el servicio de fotocopias y revelado de fotos.

Una cuadra más arriba, también estaban abiertas las pastelerías. “Hemos abierto ayer (martes 13 de mayo), solo de 07.00 a 14.00. No vendemos muchas tortas como antes, pero nos sirve para ver cómo pagamos el alquiler. Antes vendía más de 30 tortas al día, ahora es de cinco a 10”, explicó un joven que usaba el equipo completo de bioseguridad.

En la avenida Camacho, varios quioscos, en los que se pueden comprar caramelos, periódicos, revistas, accesorios para celular, alcohol en gel, guantes de látex y barbijos, funcionaban con normalidad.

En la calle Loayza, sobre su estante de metal Fernando Villavicencio exhibía sus libros de autores clásicos y de autoayuda. “Me quedo de 09.00 a 12.00, por lo menos vendo algo para mi almuerzo. He salido obligado porque se me está acabando el dinero”, sostuvo.

“Más bien vivo cerca de mi tienda, tengo que abrirla porque pago alquiler y el dueño ya  me está cobrando. Antes de que llegue esta pandemia vendía como Bs 1.000 al día, ahora solo unos Bs 100”, contó una joven, que no quiso identificarse,  dependiente de una tienda de ropa usada situada en la calle Colombia.

Unos metros más arriba, otra tienda que ofrece repuestos electrónicos estaba abierta para entregar  una compra. La dueña informó que estaba pensando abrir por las mañanas para cubrir el alquiler.

“Si los demás abren, yo también lo haré. Si no, cerraré para preservar la seguridad, espero el dueño entienda”.

Por la calle Sucre había salteñas y mesas para que los comensales puedan sentarse, y en la calle Almirante Grau se vendían almuerzos pero todo en la modalidad “para llevar.”

Repuestos para vehículos y otros accesorios se ofrecían en una tienda ubicada sobre la Nicolás Acosta; y sobre la Zoilo Flores una vendedora ambulante rodeada de canastas ofrecía pan.

Cerca de las 14.00, en la calle Otero de la Vega una peluquería y una pastelería estaban a medio abrir. Solo había que tocar la puerta para ser atendidos.

“Tengo necesidades que cubrir, por eso me he animado a atender mi negocio. También he visto que otros lo han hecho, pero solo de lunes a viernes y en los horarios establecidos”, dijo Tomasa Charqui, una panadera que vende en vía pública.


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