El amor no es jactancioso y es más fuerte que la muerte

El d�a m�s se�alado en el calendario por parte de los enamorados es, sin duda, el 14 de febrero.

Independientemente, de lo confuso o no, que sea su origen (San Valent�n), es una jornada en la que millones de parejas de todo el mundo se regalan flores y se escriben frases jur�ndose amor eterno, para toda la vida, esto es, que permanezca en el transcurso del tiempo, durante la vejez (donde el amor y la amistad se convierten en pilares fundamentales) y hasta despu�s de la muerte (que persevere en la memoria del ser amado, grabados en gratos recuerdos).

Todo el mundo est� envejeciendo en cada momento de su vida y, algunos llevan m�s tiempo haci�ndolo ya que la ciencia intenta mantenernos cada vez m�s tiempo con vida y m�s alertas; sin embargo, ese deseo fren�tico por vivir eternamente en este mundo, no s�lo que es irreal, sino que adem�s es una forma de camuflar el miedo, el miedo a morir (tanatofobia). De all�, que surge en muchos esa angustia, carente de sentido com�n, de querer escapar de lo inevitable.

Por otro lado, est�n los soberbios mentecatos (aquellos que se consideran m�s inteligentes y que valen m�s que los dem�s, por el dinero que poseen), que de forma prepotente y despectiva, afirman que los que se mueren antes que otros (los que se anticipan), muchas veces son por yescas (por no tener dinero, por ser pobres, porque no pueden pagar una cirug�a, un tratamiento m�dico o estudios cl�nicos), por ende, m�s que verlo como una fatalidad penosa, perciben eso, como un gran m�rito personal, por no estar en esa condici�n.

Se nos olvida, que al final de cuentas, todos, igual nos moriremos, sea que tengamos o no mucho dinero (pues la muerte puede llegar con m�ltiples rostros, no solo por enfermedad, tambi�n mediante accidentes, casos fortuitos, fuerza mayor, etc.), m�xime si lo m�s seguro que existe en este mundo, es que nadie saldr� vivo de ella, ya que tarde o temprano nos moriremos. Para morir, lo �nico que hace falta (el �nico requisito), es estar vivo.

Esa cretina arrogancia de los alexit�micos ego�stas (que s�lo piensan en "yo y los m�os"), llega al extremo, que en lo profundo de su ser, se gozan y mofan de los dem�s al considerarse exclusivos, exteriorizando esa su conducta en actitudes de segregaci�n, catalogando su supuesto estatus social que ostenta, en funci�n a cu�nto tiempo logra vivir en este mundo, siendo esclavos de los miramientos y la comparaci�n, devel�ndose su propia situaci�n de inferioridad humana, trastorno mental y vida errada puesto que la comparaci�n es una fuente de frustraci�n cr�nica que alardea una falsa compasi�n, que compite demencialmente hasta para morirse.

Todos tenemos nuestros d�as contados y si logramos alargar un poco m�s nuestro tiempo de vida (no debiera ser para autoproclamarnos tosca y fatuamente, que, por eso, somos personas m�s capaces y exitosas que otras, sino que deber�amos honrar nuestro tiempo siendo gente de bien, aut�nticas influencias positivas para los dem�s), pues extender el tiempo vital para nada significa que nunca moriremos.

En ese sentido, no debemos ser �nvidos ni temer a la muerte. Si somos conscientes de que es algo inevitable y la aceptamos como una parte m�s de nuestra vida, ya no tiene sentido tenerle miedo y tampoco envidia a los dem�s.

La gente valiente, no es la que no tiene miedos, es la que acepta la realidad y avanza.

Si bien existe un instinto elemental, que procura la supervivencia de la especie, pero cualquier deseo impetuoso de huir siempre de la realidad, nunca nos hace felices, solo incentiva la b�squeda de v�as de escape que pueden ser sanas o destructivas. No hay t�rminos medios.
No existe la vida perfecta, sin errores; y, en consecuencia, esa man�a o inclinaci�n social de querer mostrarnos perfectos, por ejemplo, en las redes sociales, nos est� enfermando.

El perfeccionista (que adolece de baja autoestima pues no se aprueba a s� misma, tal como es, en el tiempo, Ej.: con o sin arrugas) es el eterno insatisfecho que nunca est� a la altura de lo que quiere.
Si bien podemos tratar de programar nuestro futuro, pero nunca controlarlo. Todo puede suceder, todo se encuentra sujeto a cambios y a transformaci�n, en el momento, menos pensado, algo puede ocurrir.

De all� que se debe llevar una vida agradecida con una percepci�n desde el "amor", para conocer y conocernos, explorar y explorarnos, redescubrir y redescubrirnos, cumplirnos y realizarnos, tener experiencias y emociones sentidas en este mundo, hasta que llegue el momento cuando debamos despojarnos de nuestras vestiduras f�sicas.

El "amor" es el deseo libre, voluntario y decidido de uni�n total. Es la fusi�n, el hacerse una con la otra persona. Siguen siendo dos, pero ya son uno. Ya no s�lo es el yo y el t�, sino el nosotros. Y, en consecuencia, se exige fidelidad, esto es, sin caer en la moda de los �refill� o de los rellenos (de cambiar de pareja peri�dicamente como recargar un vaso de soda, bajo el pretexto del aburrimiento y satisfacer los caprichos), es el no enga�o, es la no ocultaci�n de la verdad, pues la verdad hay que decirla con todas sus consecuencias.
El "amor" permanece, es lo m�s fuerte existente en la humanidad, a diferencia de la destrucci�n y el odio, los cuales son f�ciles; y, por consecuencia, �stas �ltimas no perduran para siempre.

En cambio, lo que el "amor" entreteje jam�s puede ser cercenado, todo se doblega ante el "amor". Sin el amor el mundo se detiene.
Cuando nuestros ojos ven a trav�s del "amor", todo es posible. De all� que la base de un cerebro sano es la bondad, uno de los reflejos del "amor".

En una �poca, donde todo le hace la guerra al amor, donde abunda el desamor y se confunde amor �nicamente con placer, relaci�n sexual, pasajera, sin aut�ntico compromiso y responsabilidad, no se debe caer en el pesimismo ni la egolatr�a, pues el amor que, a pesar de todo, triunfe saldr� tan fortificado que ser� invencible.

Cuando damos lo mejor de nosotros, amando con todo nuestro ser, conlleva haber vivido para entregar la vida.

Es as�, que, desde la perspectiva cristiana, �sta puede encontrar su verdad m�s profunda, representada en el sacrificio de Jesucristo como acto supremo de "amor" de Dios, habiendo vencido y quitado el aguij�n de la muerte.

Vivamos intensamente el amor, miremos a diario nuestra vida por medio de ella, con todo el cari�o y ternura. De esta manera, nuestro amor ser� una entrega total, para y de toda nuestra vida.

Que tengamos un �Feliz D�a! y muchas bendiciones en sus vidas.