21/09/2017 - 15:58:33
El comercio.pe .- A finales del siglo XIX, la marca checa Hardtmuth Pencil fabricaba los mejores lápices del mundo. Para diferenciar su lápiz de lujo los presentó de color amarillo durante la Exposition Universelle de París en 1889. Fue un rotundo éxito. Todos querían el lápiz por ser un artículo de estatus, cuenta en Facebook el sitio Pictoline.

La creación era como todos los lápices de la época, de un núcleo de grafito alojado en un "estuche" protector de madera. En aquella época, los lápices de alta calidad eran pulidos y de color natural. Los fabricantes que pintaban el artículo lo hacían con la intención de ocultar imperfecciones, por eso eran rojo, marrón, púrpura o negro.

Hardtmuth deseaba destacar la calidad de su grafito y no de su madera. El sitio "Artsy" cita al autor de "The Pencil: A History of Design and Circumstance", el profesor de la Universidad Duke Henry Petroski, para explicar que el mejor grafito era de Inglaterra, hasta que el suministro se agotó y se encontró como una fuente nueva y superior en Siberia.

Diversos fabricantes de lápices utilizaron el grafito de Siberia, una ciudad que comparte frontera con China. Esta proximidad fue clave en el esquema de comercialización de Hardtmuth: El amarillo estuvo ligado por mucho tiempo a la realeza china, tanto que el gobernante fue conocido como el Emperador Amarillo. La empresa utilizó esto para anunciar los orígenes del grafito y su superioridad.

Para resaltar aún más su marca, Hardtmuth Pencil puso a sus lápices amarillos Koh-I-Noor por encima de los mundialmente famosos diamantes de la British Crown Jewels. "Los diamantes son de grafito, y el nombre Koh-I-Noor -que es el nombre de un diamante tan exquisito- fue deliberadamente elegido para sugerir la calidad del grafito en el lápiz", explicó Petroski.

La empresa pasó a llamarse Koh-I-Noor Hardtmuth, el primero en fabricar lápices amarillos. Poco después aparecieron Faber y Dixon Ticonderoga (este último responsable del lápiz HB 2), quienes también colorearon sus artículos de amarillo y les pusieron nombres orientales para seguir la estrategia de la empresa checa.

Con el tiempo, el color amarillo fue asociado a la calidad del lápiz. Así, muchos fabricantes del mundo presentaron el artículo con esta tonalidad hasta volverlo en lo "normal". Ahora, ya casi nadie se preocupa de qué color es pintado la madera que reviste el grafito y muy pocos están al tanto de la calidad de esto último.