Miércoles 12 de noviembre 2025

Enrique Fernández García

Instigación a la rebeldía

El hombre es el único animal capaz de rebelarse contra los dictados instintivos de su especie para seguir su propia inclinación.
Mariano Grondona


  • 05-05-2010
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El hombre es el nico animal capaz de rebelarse contra los dictados instintivos de su especie para seguir su propia inclinacin.
Mariano Grondona

sta es una poca en que se necesitan personas dispuestas a ejercitar el cerebro, pensar autnomamente, criticar necedades y resistir cualquier contacto con los seoros de la mediocridad. Es cierto que, durante todos los tiempos conocidos por el hombre, quienes procuraron hallar la verdad no fueron tratados siempre de forma digna, cordial, siquiera decente; al contrario, a menudo, esas empresas recibieron un desprecio tan mayoritario cuanto radical.
Segn parece, la excepcin es preguntarse sobre los fundamentos de creencias, dogmas e instituciones que constituyan el orden vigente, pues incontables sujetos prefieren esquivar esas cavilaciones, aunque ello signifique convalidar patraas del pasado. No debe presumirse que los cuestionamientos conllevan, sin falta, la destruccin del conjunto de certidumbres acumuladas por un individuo: si bien algunas ideas caern debido a su vacuidad, hay otras que se mantendrn firmes porque tienen una base convincente. As, existen casos en los que, como ensea Jos Ortega y Gasset, basta "renovar las razones de nuestra certeza", es decir, ratificar el ideario merced a exmenes peridicos; no obstante, se presentarn tambin circunstancias en las cuales cabe slo un nuevo comienzo. Siendo elevado el riesgo de consumar retractaciones, la temeridad es una condicin indispensable para que nuestra evolucin pueda ejecutarse.

Los criterios consagrados por la sociedad para evaluar planteos, conductas u observaciones tienen que perder autoridad, ser degradados hasta cuando uno acepte su vala. Cada individuo es el que debe concluir si comparte las opiniones precedentes, resultando execrable la sola referencia de maestros, escuelas, universidades, partidos, gremios, etctera. Tratndose del arte de vivir, yo soy quien corroborar los esclarecimientos que la comunidad estima notorios; la filosofa, agitadora incomparable, viabilizar esta clase de dictmenes porque me suministra los medios requeridos para encontrar mi propio rumbo.
La tarea es monumental, ya que pide hacernos cargo del sustento de nuestra existencia, mas nunca ser inevitable: aun cuando podamos seguir este camino heroico, sus rigores pueden eludirse gracias al gregarismo. Millones de seres humanos han agotado la vida sin preocuparse por estas cuestiones. Ellos se limitaron a tomar como suyo el cdigo que otros haban creado, sin importar sus contradicciones, por lo cual conservaron una sujecin merecedora de ultrajes. Empero, con regularidad, esas personas son quienes tienen la fuerza suficiente para glorificar verdades y sancionar al que, cansado del alarido, no les d el gusto de renovar su eco. Estoy seguro de que ese silencio singular puede dar pie a un excepcional concierto, el nico en donde las voces valgan por s mismas.

El mortal que se caracterice por la criticidad est condenado a una perenne insatisfaccin. Lejos de atemorizar, ese destino es bienvenido, pues nicamente guarda coherencia con el progreso incesante que se persigue, cuyo cometido est plagado de vacilaciones en cuanto a las obras efectuadas.
No se trata de un descontento que revela modestias artificiosas; sus impugnaciones responden a la confianza en el perfeccionamiento del hombre. Jams ser grato asumir la misin de pedir al semejante un esfuerzo adicional, una enmienda que le ayude a terminar con los yerros, pero se lo hace porque nuestra esencia exige su realizacin. Afirmo esto porque siento que la obsesin por no perturbar el sosiego de los dems, acaso perder su afecto, ha deteriorado nuestra convivencia: la nutritiva franqueza fue cambiada por una hipocresa nada edificante. Es probable que, si existe algn altruismo beneficioso, ste brote al momento de dar a conocer las falencias identificadas en el congnere. Tal vez pasar del dilogo a la discusin, por efecto de las deficiencias expuestas, deba ser considerado como el mayor logro. La finalidad es conseguir que, aun por amor propio, ese otro sujeto resuelva acompaarnos en esta bsqueda de respuestas, multiplicando los interrogantes, ayudando a derrumbar orculos.

Una reprobacin tica no debe permanecer cautiva en el dormitorio, alejada del lugar donde sus utilidades puedan advertirse. Pese a las predecibles frustraciones, estoy obligado a promover aquellos cambios que hagan posible la disminucin del sufrimiento humano. Sucede que, mientras nadie denuncie las injusticias y trabaje para obtener su desaparicin, stas continuarn vinculadas a la cotidianeidad. Ninguna torre de marfil impide divisar opresiones que indignan a quien, aleccionado por Kant, concibe al hombre como fin en s mismo; su percepcin es habitual cuando uno decide combatirlas desde la profunda intimidad. Esto hace que nuestro mandato capital sea el de difundir su presencia e incitar al prjimo a levantarse contra todo absolutismo.

En consecuencia, habiendo tomado conciencia de que la realidad no es sublime, me queda perseguir una transformacin, buscar un escenario compatible con nuestras inclinaciones. Debemos esperar que la imbecilidad no sea todava una pandemia incurable, por lo cual resulte factible su reversin en determinados mortales. No pretendo lo anterior para intentar socorrer a la humanidad, abstraccin que releg acertadamente Unamuno, sino con el objetivo de salvar al individuo. Creo que lo venidero agradecer la propagacin de mentes subversivas; al menos, entretanto continen apareciendo, el horizonte no estar regido por una tediosa monotona.

*Escritor, poltico y abogado,
caidodeltiempo@hotmail.com


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