Martes 08 de octubre 2024

Humberto Ortega Saavedra murió como prisionero de su propio hermano, el dictador nicaragüense Daniel Ortega



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iNFOBAE.- La vida del general en retiro Humberto Ortega Saavedra (77 años) cambió bruscamente la tarde del domingo 19 de mayo de 2024. Ese día, por la mañana, Infobae publicó una extensa entrevista con el antiguo jefe del ejército sandinista, donde vertía fuertes críticas al régimen de su hermano, el dictador nicaragüense Daniel Ortega.

“Con la ausencia de Daniel sería muy frágil sostener todo lo que hasta ahora ha logrado sostener con gran esfuerzo y con enormes complejidades. No solo a nivel interno, sino también con las fuerzas aliadas de las izquierdas y los gobiernos de la región. Al único que conocen es a Daniel”, dijo en la entrevista en la que también denunció planes para asesinarlo.

“Ya estoy recibiendo amenazas”, expresó por la tarde de ese domingo Humberto Ortega Saavedra en un mensaje que hizo llegar a la redacción de Infobae, y esa misma noche se comunicó con el nicaragüense diario La Prensa para denunciar que su casa había sido rodeada por la Policía y que lo habían despojado de los dispositivos electrónicos con los que se comunicaba. “Estoy escribiendo desde un celular prestado”, dijo a través de WhatsApp.

Ya no se le volvió a oír. Al día siguiente, lunes 20 de mayo, la Policía de Nicaragua emitió una nota de prensa en la que comunicaba que Humberto Ortega Saavedra se encontraba bajo atención médica, sin reconocer que estaba bajo su custodia, y sin explicar la razón que llevó a la Policía a informar sobre el estado de salud de una persona ajena a su institución.

De Humberto Ortega ya no se supo más hasta este domingo, 29 de septiembre, cuando el Hospital Militar Dávila Bolaños, ubicado en Managua, emitió una extraña nota de prensa en la que informaba sobre un grave estado de salud del antiguo jefe militar del sandinismo.

“El paciente presentó deterioro brusco de su condición con choque cardiogénico y alteración de estado de consciencia que ameritó tratamiento de terapia intensiva para mantener cifras de presión arterial”, expresó el Hospital Militar.

A la mañana siguiente, el cuerpo médico militar del Ejército de Nicaragua comunicó que a las 02:30 de la madrugada del 30 de septiembre de 2024, falleció el otrora poderoso general y hermano del dictador, Daniel Ortega.

Ni en esta, ni en la anterior nota de prensa se hace alusión al grado militar de Humberto Ortega (general en retiro), ni a que fue su antiguo jefe (jefe del ejército desde julio de 1979 hasta febrero de 1995), ni a su cercanía familiar con Daniel Ortega, el dictador que gobierna con puño de hierro a Nicaragua.

Tampoco hubo referencia a su situación de reo desde el 19 de mayo en que salió publicada la entrevista que concedió a Infobae.

El tono del régimen cambió, sin embargo, pocos minutos después con un comunicado gubernamental donde se valora “su contribución a las etapas de lucha clandestina, guerrillera, insurreccional, y en la formación inicial, y dirección, del Ejército de Nicaragua durante los crueles años de guerra contrarrevolucionaria impuesta por los Estados Unidos de Norteamérica”.

“Al comunicar su fallecimiento recordamos el aporte estratégico del general Ortega como militante sandinista desde su adolescencia, su valentía en acciones militares revolucionarias como el rescate del comandante Carlos Fonseca Amador en Costa Rica, donde fue baleado y perdió la movilidad física de la parte superior de su cuerpo”, añade el régimen.

Ya le llaman general en retiro y lo ubican como familiar del dictador. “El general en retiro Humberto Ortega, nacido en una familia de identidad y fuerza sandinistas, con padres ejemplares, como don Daniel Ortega Cerda y doña Lidia Saavedra de Ortega, junto a sus hermanos, Daniel, Germania, Camilo, nos deja un legado de ciencia y prácticas guerrilleras y valiosos fundamentos y testimonios de capacidad, audacia y empeño en reconocer en la historia revolucionaria y antimperialista del pueblo nicaragüense”.

“Traidor” y “peón del imperio”

Apenas 124 días antes, su hermano, el presidente Ortega y la vicepresidenta, Rosario Murillo, lo declararon “traidor a la patria” durante un acto oficial en presencia de la jefatura del Ejército y la Policía.

El dictador acusó a su hermano de “traición a la patria” y de haber “entregado su alma al diablo” por condecorar, hace 32 años, al militar estadounidense, acción que calificó de “sacrilegio”, “vendepatria”, “deshonra nacional”, “vergüenza nacional” y “acto de entreguismo”.

Antes, en diciembre de 2018, el año de las masivas protestas ciudadanas, Daniel Ortega acusó a su hermano de “convertirse un peón de la oligarquía y del imperio” porque propuso elecciones adelantadas en un escrito público como una posible solución a la crisis política que vivía (y vive) el país.
 

Origen guerrillero

Humberto y Daniel Ortega Saavedra se integraron adolescentes al movimiento guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) poco después de su fundación, en 1963.

Ambos llegaron a ser miembros de la dirección nacional sandinista, y encabezaron la “tendencia tercerista” de ese movimiento guerrillero, que promovía la insurrección en las ciudades y que fue, a final de cuentas, la que empujó la caída del Anastasio Somoza el 19 de julio de 1979.

Los hermanos Ortega Saavedra dirigieron el régimen que gobernó a Nicaragua durante los años 80, Humberto como jefe del Ejército y Daniel como presidente.

Al triunfo electoral de Violeta Barrios de Chamorro, en febrero de 1990, Humberto Ortega continuó como jefe del Ejército, gracias a las negociaciones para “preservar la paz” que impulsaron los derrotados sandinistas.

Un sector importante de la clase política nicaragüense denunció estos acuerdos como chantaje de la oposición sandinista hacia a Violeta barrios para dejarla gobernar en relativa paz.

Sorpresivamente, Barrios de Chamorro anunció el retiro de Humberto Ortega en una ceremonia el 24 de mayo de 1994, para disgusto de los hermanos Ortega, y en febrero del año siguiente el poderoso general sandinista dejó definitivamente al Ejército que fundó.

Durante estos últimos años, Humberto Ortega Saavedra se dedicó a escribir libros de historia, principalmente memorias de su lucha en la guerrilla, a hacer negocios bajo la sombra y a proponerse como estratega para salidas negociadas en las crisis que ha vivido Nicaragua.

Humberto Ortega Saavedra ha mostrado su desacuerdo con muchas de las acciones de su hermano, más que con intención de confrontarlo, para aconsejarlo en estrategias para sobrevivir en el poder. Los hermanos Ortega no son antagónicos, sino que tienen distintas visiones de cómo administrar el poder. Él dice no ser enemigo del régimen nicaragüense ni de la oposición, “aunque tengo puntos de vista encontrados con ellos”.

Crímenes sin castigo

A Humberto Ortega se le acusa del impulso del servicio militar obligatorio en 1983 y de la muerte de miles de jóvenes nicaragüenses que fueron reclutados por la fuerza para luchar contra la guerrilla antisandinista.

También se le atribuye participación en masacres, como la llamada Navidad Roja, cuando el régimen sandinista desplazó militarmente a miles de indígenas miquitos asentados en las riberas del río Coco, en la costa Caribe de Nicaragua, y del asesinato de decenas de ellos en esa operación que buscaba despojar de base social a la guerrilla antisandinista.

Otro episodio que persiguió a Humberto fue la muerte del adolescente Jean Paul Genie, quien fue asesinado a balazos por su escolta personal el 28 de octubre de 1990 cuando intentaba aventajar una caravana de Ortega. Este crimen quedó impune.

Cuando Infobae le preguntó a Humberto Ortega Saavedra si estaría dispuesto a someterse a la justicia para responder por estas acusaciones, dijo: “Abrir heridas ya sanadas en las distintas amnistías a lo largo de la historia sería desastroso para la estabilidad del país. Igualmente seríamos procesados los sandinistas y los opositores al gobierno, tanto los contrarrevolucionarios en armas o los civiles en labor de desestabilización política, como el diario La Prensa, Iglesias, el Vaticano con el reaccionario papa Juan Pablo II, y quienes alentaron los crímenes de alfabetizadores, minado de puertos, bloqueos económicos, la crisis de 2018, todos crímenes de lesa humanidad. Entonces procedamos desde ya a hacerlo, y Nicaragua estallará en mil pedazos antes de que pudiese desatarse el cataclismo universal”.


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