Loading
En cinco (5) ciudades de Bolivia, estamos ante una verdadera tragedia ambiental por quemas, chaqueos o incendios forestales y la más afectada es Santa Cruz con densa humareda y mala calidad del aire, cuya mayor afectación es para niños, adultos mayores y personas que padecen de afecciones respiratorias.
Santa Cruz amanece (desde madrugada) totalmente contaminada, respiramos humo y como país debido a esta nefasta práctica vigente, estamos entre los principales del mundo en la producción de CO2 per cápita, alto nivel de toxicidad dañando cada vez más nuestra salud. Se habla hipócritamente de «calidad» de vida en base a tener cosas (codicia crónica) sin valorar siquiera la misma vida tanto la propia como la de los demás seres vivos, máxime si la salud, es lo más próximo a ella (la vida).
Sumado a ello, existe la Sentencia Constitucional Plurinacional N° 76/2023 y el Auto Complementario N° 39/2023-ECA (dictado de oficio por el propio TCP, no así a pedido de parte), que trastoca la competencia exclusiva de conservación y promoción del patrimonio natural departamental (áreas protegidas, reservas naturales, conservación en relación a la naturaleza) contenida en el artículo 300 parágrafo I, numeral 18 de la Constitución boliviana, convirtiéndola a partir del 8 de agosto de 2023 en adelante, como competencia compartida con el Estado central, afectando a todas las gobernaciones del país (no sólo es contra Santa Cruz), constituyendo un cercenamiento competencial atroz y un precedente catastrófico para el proceso autonómico nacional, esto es, un total retroceso.
Desde la perspectiva del libertinaje del utilitarismo maquiavélico (ese utilitarismo como fin, capaz de justificar cualquier medio sin asumir responsabilidades), considera que, en política, lo único que sirve es lo que se puede contar e imaginar de forma simple (lo más básico, elemental y fácilmente entendible para cualquier persona basado usualmente en la codicia, la lujuria, el morbo y la egolatría).
Y desde allí, es que se configura lamentablemente toda la manipulación y los reality show mediático político judicial en varios países del mundo con propósitos de distracción social; por lo tanto, no se trata de izquierdas ni de derechas, pues de hecho, la politiquería lo que hace, es simplemente decirle a ese pueblo (según su propia condición), lo que éste es, lo que éste desea escuchar (aunque le mientan) y lo que éste desea obtener (entre ellos, está el cuidar sus privilegios de mediocridad), aunque en realidad luego terminen siendo víctimas, presos y presas de sus elegidos. Y son esos elegidos, quienes, a veces por su trivialidad e intereses personales inmediatistas, caen frecuentemente en el juego geopolítico de las grandes potencias, llevando a los pueblos de sus países al fanatismo, fundamentalismo y dogmatismo, sometiéndolos incluso a funestas contiendas bélicas.
Adviértase, que “cachafaz” significa “pícaro o vivillo hipócrita y sinvergüenza”. Si en una sociedad abundan los cachafaces, como si éstos fuesen magníficas personas, inteligentes, ejemplares y prósperas, esto conlleva, a la mediocridad excesiva donde prima la desfachatez de enriquecerse alegremente con la mentira y el engaño, la competencia desleal, violando la privacidad de la información ajena, la envidia, la corrupción generalizada y desvergonzada, reinando la desconfianza y los denominados empresarios prebendarios, entre otros más, al extremo que luego, resulta que a nadie, en dicha sociedad, en realidad, le importa, en lo más mínimo: “la corrupción y el mal gobierno (si éste es autoritario, despótico, tirano, persecutor, criminal, etc.)”.
Ante ese nivel de decadencia social, lamentablemente, estos temas (mal gobierno y corrupción) no pesan, al momento de votar por algún político; y, únicamente, como sociedad, buscan y les interesa, el placer inmediato, el juego, el entretenimiento, la distracción o algo que le genere deleite o diversión, irresponsabilidad e impunidad.
Para evitar todo ello, es menester que el esfuerzo por lo ético (generador de credibilidad, confianza y crecimiento), no deba ser visto por la gente como algo antipático, aburrido o como si fuese un sufrimiento o un fastidio cultivarlo, sino por el contrario, debe ser verdaderamente entendido como un principio de gallardía y valentía, donde realmente se valore, que son las grandes almas y generosas, aquellas quienes aspiran a la integridad, la transparencia y la responsabilidad, aportando más civilización a su propia sociedad.
Sin embargo, si una sociedad decadente adolece de una corrupción generalizada y desvergonzada (que ante cualquier adversidad, fácilmente acude a la falsedad, a la mentira y al engaño, encontrando bribonamente, pretextos y decorativos, cual si se tratase, de causas nobles, como si eso, fuese algo correcto), acabará siendo más propensa a ser fácilmente mangoneada y engañada con aquella politiquería prebendaria, del regalo de la platita y de la pobreza de los subsidios convertido en un negocio cruel, donde el politiquero retoza en dicho circulo vicioso y esclavizador; y, finalmente, dicha sociedad, terminará siendo utilizada para otros fines e intereses económicos de grupo, perdiendo civilización, reinando la barbarie y la inseguridad, viviendo, ahí sí, realmente un profundo “sufrimiento” y en constante zozobra, por el severo daño ambiental con efectos irreversibles, las disputas de territorio por parte de las mafias u organizaciones criminales, por la violencia bestial, el terrorismo, las extorsiones, los secuestros, los sicariatos, las torturas, las desapariciones, la trata de personas, entre otras más vejaciones degradantes.
Cualquier sociedad, del país que fuese, si desea realmente resultados distintos en su vida, no debe seguir siendo y/o haciendo lo mismo de siempre.
Entonces, las sociedades para evitar ser manipuladas de forma totalmente descarada, amerita de su buen ánimo y esfuerzo por ser cada vez más culta, menos: ignorante, fanática y dogmática; con más discernimiento, credibilidad, siendo responsable, ético y evitando caer en la siesta eterna cuando se les sugiere mejorar de forma íntegra e integralmente, ni sucumbir en la distracción permanente de lo mediático tanto por medios formales como informales (Ej.: las falsas noticias -fake new- y/o noticias direccionadas por Internet) por culpa del facilismo de conformarse de repetir sin pensar o porque simplemente algo está de moda.
Con todo ello, el colmo de los males, resulta cuando una sociedad aun siendo sobreinstruida concluye siendo “sadomasoquista”, es decir, donde encuentra placer en su propio dolor continuo y diario, debido a su obstinada conducta de no querer cambiar para bien, prefiriendo la estrafalaria y desvergonzada práctica, de pretender bajo la idea necia del no sufrimiento, seguir absurdamente haciendo lo mismo (enriqueciéndose con la mentira y el engaño) sin pretender hacerse cargo de sus consecuencias, creyendo (carente de sentido común) que el problema tan solo se trata, única y exclusivamente, de una persona o de un determinado gobierno, sin antes siquiera auto examinarse ni asumir también su propia corresponsabilidad, aduciendo todavía, que lo último que se pierde es la esperanza, cumpliéndose la frase de Joseph de Maistre: “tenemos los gobiernos o presidentes que nos merecemos”.