Loading
Fidel Castro, convencido de su estrepitoso fracaso en su guerra de guerrillas en el continente sudamericano y en el África, atingido por la caída del muro de Berlín que decretó el fin de la Unión Soviética y, en consecuencia, la cesación de la mamadera que la nodriza comunista le proporcionó durante 4 décadas, para subvenir los enormes gastos que demandaban esas quijotescas aventuras, con la innegable astucia y habilidad que lo caracterizaba se embarcó en la ardua tarea de crear nuevas fuentes de financiamiento, siendo la estrella de esa operación la fundación del Foro de Sao Paulo, un 1 de julio de 1990, apenas medio año después de la caída del muro, con la complicidad de Luiz Inácio Lula da Silva, por entonces parlamentario y jefe del partido de los trabajadores del Brasil.
A partir de ese entonces, el monstruo castrista comenzó a tomar forma y, en apenas veinte años ya había copado el poder en más del 80% de los países de América del Sur y Centro América. Entre ellos, la joya más preciada fue el del gobierno venezolano, a manos del entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías quién, después de liderar un golpe de Estado que fracasó y costó muchas muertes, fue preso y, tras ser indultado por dicho delito, ya miembro del Foro, salió de la cárcel y formó el Frente Bolivariano, con el que ganó las elecciones en 1998.
A la luz de dichos acontecimientos, y las fechas en que estos ocurrieron, nos ha llamado poderosamente la atención la coincidencia existente entre éstos y los que se conoce, sobre el ya famoso exembajador de los EE.UU. en nuestro país, Víctor Manuel Rocha, quién, según las declaraciones del propio Fiscal general norteamericano, Merrick Garland, “este ciudadano estadounidense nacido en Colombia, entró a colaborar con el régimen de La Habana como agente encubierto de la Dirección General de Inteligencia de Cuba en 1981, y sus actividades de espionaje continuaron hasta la actualidad”. Dicho en buen romance, este nuestro amigo espía, indudablemente tuvo que haber formado parte de la creación y fundación del Foro de Sao Paulo y debe tener el más amplio conocimiento de sus secretos, especialmente de los personajes que lo promueven y gestionan su financiamiento.
A mayor abundamiento, Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario brasileño y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados del vecino país, hace años firmó una petición para la instalación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) encargada de indagar los nexos del Foro de Sao Paulo con las FARC y el narco-régimen de Nicolás Maduro. Esta petición fue secundada por el escritor Olavo de Carvalho, principal ideólogo de la administración Bolsonaro, subrayando la importancia de esa investigación, que debe ser considerada como “misión histórica”, a ser cumplida por el hijo del presidente pues, a su parecer: “El Foro de Sao Paulo es más dañino que la pérdida de un trillón de dólares”, en comparación a la devastación política provocada por el cártel de izquierda populista que produjo el escándalo de corrupción del Lava Jato”.
Por lo expuesto líneas arriba, no cabe la menor duda que los países de la región, que sufrieron y aún sufren tal grado de infiltración cubana, muy pronto podrán escapar de esa pesadilla, una vez que sus pueblos, como: el argentino, el paraguayo, el ecuatoriano, el uruguayo y otros que ya se libraron de ese yugo populista y comunistoide, se beneficien con las declaraciones del exembajador ahora preso y no necesiten correr la Mala Racha de Rocha.