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Perplejos por la insólita noticia de que decenas de jóvenes estadounidenses viajaron a La Habana, Cuba y sostuvieron un intercambio con el gobernante Miguel Díaz-Canel, con el noble y plausible objeto de recibir una clase magistral de comunismo y las bienhechurías que ese modelo político, llamado “democracia” por el anfitrión, dejó en esa Isla caribeña, desde que fue implantado por Fidel Castro y sus guerrilleros, hace 65 años.
Dicho grupo de visitantes estuvo dirigido por Manolo de los Santos, un activista dominicano que, en su calidad de “padrino”, hizo de moderador del encuentro, al cual ya lo había bautizado con el curioso nombre de “let Cuba Live” (Deja vivir a Cuba) y, para realzar aún más la jerarquía de la cita, al mejor estilo cubano los vinculó a una trillada y poca original entelequia apodada: “Foro de los Pueblos”.
Cabe destacar, que el viaje a La Habana de los jóvenes acuciosos de conocer la realidad de esa nación comunista y, de paso, recibir algunas lecciones impartidas por su gobernante, gozó de todas las comodidades de un vuelo; muy distinto al que miles de jóvenes cubanos tuvieron que emprender hacia Miami, montados en incómodas, como peligrosas balsas de goma, en su escape de la Isla de la Fantasía. Asimismo, desdice la calidad de la cita la recepción de ellos en el “Palacio de la Revolución”, título propio de la residencia de los reyes o alta burguesía y no, en la “Casa del Pueblo” como los socialistas bolivianos suelen llamar a su casa de gobierno.
A modo de preámbulo se supo que, al inicio de su Aula Magistral, el gobernante cubano denunció a los Estados Unidos -cuando no- de estar asfixiando a Cuba económicamente, razón suficiente para que la Isla sufra todo tipo de carencias, problemas y limitaciones, así como una intolerable intoxicación mediática desde los medios norteamericanos y redes sociales, limitando la libertad de expresión y todo tipo de información, como si éstas hubiesen existido alguna vez en la Isla.
Asimismo, en el intercambio trasmitido por las plataformas de la Presidencia de Cuba, Díaz-Canel afirmó a los seminaristas: “Cuba es más democrática que los EE.UU, aquí el pueblo participa, la mayoría de la gente tiene optimismo, la gente comparte, tenemos carencias, problemas, limitaciones, pero aquí no hay desparecidos, no hay asesinatos. Cuando buscamos comida, buscamos para 11 millones de cubanos. No es poner comida en las vidrieras y que compre el que puede, y el otro, se muere de hambre”. Sólo le faltó señalar que tales limitaciones llevan más de seis décadas y el cubano, o se acostumbró a no comer o simplemente se volvió vegano. En cuanto a su fobia por las vitrinas que exponen comida en el mundo capitalista, ya es un tema de arquitectura.
Finalmente, expresando su satisfacción por el “deber cumplido” el activista De los Santos manifestó que tenían que llegar a Cuba para encontrarse con ellos mismos y con su propia lucha, mientras sus obsecuentes prosélitos cantaban a coro: ¡Abajo el bloqueo! ¡El mundo socialista es el mundo que queremos!
Por lo expuesto, nos queda la duda sobre el siguiente periplo de enseñanza comunista del activista Santos y sus alienados discípulos. ¿Será Rusia, la cuna de ese mamarracho descartado hace 35 años? ¿Corea del Norte, Venezuela etc? o los propios Estados Unidos, donde Trump o Harvard pagarían la suma que estos alienados pidan, por su exótico invento: Cátedra Cubana de Comunismo.